La concesión de ochos orejas dejan en claro que hemos asistido esta tarde a la mejor corrida de lo que va transcurrido de la temporada bogotana. Y poesía de un gran nivel fue lo que recitó José María Manzanares. Todo su arte y toda su categoría fueron el testimonio de su cumbre esta tarde en Bogotá, con un público completamente entregado a su tauromaquia.
El hijo del maestro alicantino estuvo Impecable y soberbio con el capote, en los dos toros, pues ejecutó lances y remates que pusieron al público de pie por su profundidad.
En el primer toro de su lote, tercero de la corrida, vimos mucha verdad con la muleta: cadenciosas tandas de mano baja y a media altura que era por donde el toro menos se apagaba. Un toro al que había que poderle y a fe que lo consiguió y con creces. Faena enganchada de la que arrancó los muletazos con mucha calidad sobre todo por el pitón izquierdo por donde el toro iba con tanta irregularidad como por el derecho. Pinchó en el primer intento sin soltar, para luego dejar una estocada completa de lento efecto, misma que le puso en las manos la primera oreja.
En el segundo toro de su lote, y que cerró plaza, vino lo cumbre. Entrega, torería y sentimiento. Cargado estaba de éste y lo fue entregando en el ruedo de a poco, pero con claridad desde que se abrió de capa. Pasándose el toro muy cerca, ceñido el toro y el capote que en cada vuelo produjo éxtasis en los tendidos, con lo que firmó un tercio inmenso rematado con una media verónica abrochándose el toro a la cintura.
José María Manzanares vino a decir que su sitio queda en un punto al que no ha llegado aún, porque está para cosas cada vez más grandes. Su faena a ese sexto de la corrida de nombre “Pegadizo” ha formado un lío en La Santamaría. Su temple, su mando y su hondura quedaron estampadas en cada pase, en cada serie en las que bordó la mejor faena no solo de la tarde, sino de la temporada bogotana y quizás de la temporada colombiana.
Lentitud, largueza en los trazos, poderío para someter al toro que se dejó y mucho, pero que sucumbió como la plaza entera ante el recital ofrecido. Es una manera diferente de decir las cosas, de plantear el toreo, de sacar provecho de un toro, porque como esta tarde, al de Las Ventas le exprimió hasta la última embestida sin ir a pasarse de faena, aunque con claridad digo que hubiera sido un privilegio, más que un simple gusto, haber podido ver aunque fuera un poco más a este torero que impresionó a la afición bogotana una vez más con su vertiginoso ascenso.
¿Adónde llegará?, se preguntaban muchos esta tarde en la "Santamaría", no lo sabemos, pero al menos con tres orejas le vimos salir por una puerta que tuvo que hacerse más grande para dejar pasar a este Manzanares, un torero que enamoró a la afición de Bogotá.
José Tomás sorteó el lote más flojo del encierro, pero el público que esta tarde llenó la plaza, le reconoció su capacidad que está por encima de cualquier toro. Este José Tomás, modelo 2009, sin duda es el más maduro de todos y el más maestro de todos lo que hemos visto desde su vuelta a los ruedos. Ponerse allí donde él se pone, es un momento que solo los que vienen a dejarse seducir por su trasteo de valía, logran apreciar.
Su toreo de capa al segundo de la tarde estuvo excelente, con templadísimas verónicas en los medios y un remate con el capote a una mano que pareció congelarse por su lentitud. Un quite por gaoneras que explotó en los tendidos presagiaban algo bueno.
Con la muleta no logró una faena con ligazón, pero si muy ajustada y de mucho valor, pues fue a buscar las embestidas del toro en la misma cara y en medio de los pitones, con todo el desparpajo y el mando que lo hace torero único. Con ambas manos, abriendo el compás o a pies juntos, siempre en la misma condición, (el público no se cansó de recordársela) escuchó gritos de ¡torero!. Y así cosechó la primera oreja.
En el quinto toro de nuevo dejó testimonio de su calidad con el capote dos ajustadas medias verónicas en todo el centro del ruedo remataron un buen tercio. El quite de lentísimas verónicas puso de nuevo al público de pie. El toro en la muleta fue perdiendo calidad, parándose en la mitad del viaje, al que Tomás aguantaba. Cadenciosos naturales ante una irregular y descompuesta embestida. José Tomás sujetó al toro enganchando templados derechazos sin poder ligar las tandas porque el toro fue tardo.
Todo entrega y mucha clase, imponiéndose siempre a las condiciones del toro menos potable del encierro. El público acompaño su entrega con emotivos óles y petición de la música que el palco no concedió. Estocada un poco tendida con mucho efecto. No hizo fala la música para que le concedieran la oreja.
Sebastián Vargas tuvo suerte y le correspondió el mejor lote. Al primero lo toreo bien de capa a pesar de la poca emoción del animal. Espectacular en banderillas el rehiletero colombiano, muy aplaudidas por el público. Con la muleta el toro era tardo y el torero no lograba ligar las tandas y toreó de uno en uno.
Con la mano izquierda echó la muleta adelante y enganchó la embestida en templados naturales. Manoletinas de cierre. El toro tuvo poca fuerza pero Vargas lo atacó oportunamente. Y como mató de una gran estocada cortó una oreja.
El cuarto toro de la tarde y segundo para Sebastián Vargas mostró calidad desde la salida. El torero pudo doblarse con el toro en decididos lances. Fue bravo en el caballo, al que derribó.
Vargas brindó a José Tomás y más tarde inició la faena con derechazos rodilla en tierra. El toro tenía codicia y embestía con bravura, calidad y tranco, y el colombiano lo aprovechó por momentos en un trasteo de altibajos. Por fortuna, el público ha visto el gran toro y solicitó el indulto que fue concedido para que al torero le entregaran las dos orejas simbólicas.
Ficha Lleno en tarde fresca tarde. Toros de
Las Ventas del Espíritu Santo, bien presentados y con trapío, aunque algunos en el límite del peso. Disparejos de juego. Pitados en el arrastre los cuatro primeros, indultado el 5° y aplaudido el 6°. Pesos: 443, 509, 472, 499, 520 y 440 kilos.
Sebastián Vargas (negro y oro): oreja y dos orejas simbólicas.
José Tomás (lia y oro): oreja y oreja.
José María Manzanares (azul turquesa y oro): oreja y dos orejas. El toro indultado se llama "Gracioso", número 435.