Fernando Ochoa cortó dos orejas en la Plaza México, según refiere el resultado numérico del festejo. Sin embargo, a su actuación le faltó mayor consistencia, y lo que pudo ser un triunfo consagratorio ante dos bravos toros de Xajay, se redujo a una salida a hombros sin la trascendencia de las grandes tardes.
De tal forma que su regreso al coso de Insurgentes, tras indultar a un cuatreño de este mismo hierro, el pasado 7 de diciembre, no tuvo la importancia que la ocasión requería para situar su carrera en un plano superior. Y no se entiende cómo es que Ochoa no cuaja en figura del toreo teniendo tantas cualidades y un amplio rodaje.
Al primero de su lote, el toro más completo del encierro, lo toreó entre altibajos, y gracias a unas templadas dosantinas y la fulminante estocada, consiguió elevar el tono del trasteo para cortar la primera oreja, misma que fue protestada por un sector de la concurrencia.
El quinto manifestó un comportamiento muy enrazado desde que salió de los toriles, y Fernando lo toreó de capote con gran aguante. El inicio de la faena sí mantuvo un mismo nivel de entendimiento, pero más tarde no encontró el terreno idóneo para que el toro se entregara por completo.
Las series discurrieron en distintas zonas del ruedo, siendo las más destacables las que ejecutó delante del burladero de aviso que está a la derecha de la puerta de toriles. Y es que el toro tomaba el engaño con celo y humillado, aunque obligaba al torero a llevarle embebido y largo porque de lo contrario se revolvía en un palmo, rebañando con peligrosidad.
Algunos templados cambios de manos y ciertos muletazos con trazo, fueron los candentes destellos de lo que pudo ser, antes de colocar otra fulminante estocada, similar a la que tumbó a su primer toro, hecho que le valió el corte de otro apéndice que también fue protestado.
Durante la lidia del quinto, el joven banderillero Armando Ramírez clavó dos soberbios pares de banderillas que cautivaron al público, pues salió de la suerte andando despacio, con garbo y torería, algo que ya casi nadie hace. Ya sólo le falta pulir su técnica capotera, pues lidió sin acierto, para convertirse en una figura de la peonería.
Federico Pizarro toreó muy bien con el capote al que abrió plaza. Se le notó asentado y elegante, y cuando el público se estaba frotando las manos, el torero capitalino no le cogió el ritmo a un toro que llegó muy andarín a la muleta, con una embestida pastueña y noble, que nunca fue sometida. Así que la presión subió de tono y el público terminó cayéndole encima a Pizarro cuando falló con la espada.
Al cuarto lo recibió con dos gallardas largas cambiadas de rodillas en los medios, un gesto que le honra, en un sano afán de revertir la mala vibra que había en su contra. Y otra vez no pudo redondear una faena entre altibajos, en la que sólo destacaron un par de series con la mano derecha, en las que toreó con temple y reciedumbre antes de estar errático con la espada.
José Mari Manzanares sorteó el lote más desigual de hechuras y juego, compuesto por un primer toro que era muy armónico y otro anovillado que se paró a las primeras de cambio.
El alicantino se esforzó con determinación para enfrentar al encastado tercero, y le plantó cara en series de buen acabado. Se trataba de un toro que tenía mucho que torear, que le hizo pensar y sudar. La gente fue entrando en la faena pero sin llegar a romper del todo, y como no mató rápido escuchó un aviso.
El otro ejemplar, corrido en sexto lugar, no valía y el hijo del maestro abrevió sin miramientos. No había nada qué hacer ahí. Además, para entonces ya soplaba un viento muy molesto, que fue un factor negativo y complicado de sobrellevar para los toreros durante la corrida.
Ficha Domingo 1 de febrero de 2009. Unas 10 mil personas en tarde fresca, con intermitentes ráfagas de viento. 6 Toros de
Xajay, parejos de hechuras y buenos en líneas generales, salvo el 6º. Destacó el 2º por su bravura. El 1º fue premiado con arrastre lento. Pesos: 490, 485, 498, 495, 482 y 470 kilos.
Federico Pizarro (lila y oro): Pitos tras aviso y silencio.
Fernando Ochoa (negro y oro): Oreja con protestas en su lote.
José Mari Manzanares (azul turquesa y oro): Silencio y silencio tras aviso.
Armando Ramírez y
Alfredo Acosta saludaron en banderillas.