Con un gran ambiente la afición moreliana presenció la reaparición del maestro valenciano Enrique Ponce en México, que nuevamente dejó en claro su merecido sitio de primerísima figura del toreo, al realizar una extraordinaria faena a su primero, un trasteo lleno de inspiración ante un astado noble y con gran calidad, al que entendió a la perfección y corrió la mano a placer por el lado derecho hasta ser indultado.
Pero antes, con el que abrió plaza, Ponce ejecutó trazos largos, templados y despaciosos provocaron la entrega total del respetable porque fue una faena cadenciosa y bien estructurada, muestra fiel de lo que es saber entender a un toro. Y como mató de una estocada certera, cortó las primeras dos orejas de la tarde.
Y con su segundo se superó, como si superar lo hecho con el primero fuera fácil, pero en la tauromaquia de Ponce todo puede ocurrir, así que la faena a este cuarto de la tarde fue de alturas insospechadas, un magnífico toro y un extraordinario torero se amalgamaron y construyeron una de las faenas mas hermosas que se recuerden en este escenario.
De principio a fin el trasteo no tuvo desperdicio, pues el toro embestía como carretilla y el de Chiva sublimándose en un trasteo derechista. El toro iba a más y cada vez mejor, el público no paraba de aplaudir y el torero se le notaba evidentemente extasiado. Por su bravura y calidad el juez de plaza, Luis Cardiel, no dudó en perdonarle la vida al toro ante la petición mayoritaria del público. Al final, Enrique Ponce dio una aclamada vuelta al ruedo con los trofeos simbólicos.
Jerónimo salió a torear con la sensibilidad que lo caracteriza, con el segundo de la función, primero de su cuenta, se vio aseado y variado con el capote. En el último tercio estuvo realmente bien ante un buen ejemplar de Fernando Pérez Salazar, delante del cual realizó un trasteo lleno de arte y sentimiento, en el que dio muletazos con su personal sello. Con el acero dejó una entera ligeramente desprendida para recibir una oreja.
Con su segundo derrochó voluntad y pegó pases sin decir mucho, pero está vez no tuvo la transmisión al tendido, quizá el público aún no digería el éxtasis vivido anteriormente con el triunfo de Ponce y dejó pasar sin pena ni gloría la segunda actuación del poblano.
Por su parte, el michoacano Juan Chávez estuvo muy dispuesto con un toro pronto al cite que además tenía calidad y recorrido, consiguió hacerle fiesta por el derecho pero el astado merecía mejor suerte y el público así lo vio, de tal forma que le hizo saber su desaprobación al despedir el arrastre del ejemplar de Arroyo Zarco con gritos de "¡toro, toro!".
Con el que cerró plaza salió a por todas, y lanceó a gusto a la verónica y quitó por ceñidas gaoneras. En el tercio mortal lo vimos más asentado y relajado ante otro buen ejemplar de Arroyo Zarco, que era largo en su embestida que además tenía calidad, el llamado “Gallo de Lagunillas” supo aprovechar la largueza y emotividad del toro en derechazos interminables, repletos de temple y emoción. Con un público ya metido en su quehacer llegaron tres dosantinas y una estocada entera suficiente para recibir dos orejas que le avalan como un torero a tomar en cuenta.
Ficha Plaza Monumental. Corrida extraordinaria. Casi tres cuartos de entrada en tarde fresca. 6 toros de Arroyo Zarco, justos de presentación pero muy buenos en líneas generales. Sobresalió el 4o., que fue indultado, así como 3o. y 6o., premiados con arrastre lento. Pesos: 450, 480, 460, 454, 452 y 450 kilos. Enrique Ponce: Dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos. Jerónimo: Silencio y dos orejas. Juan Chávez: División y dos orejas. El toro indultado se llama "Azucarero", número 84. Al final del festejo los tres toreros salieron a hombros en compañía del ganadero Santiago Pérez Salazar.