Angelino de Arriaga fue el gran triunfador de la novillada celebrada este día en Apizaco, pues desorejó al sexto de la tarde y salió a hombros, mientras que Jaime Ruiz paseó una oreja y Lorenzo Garza Gaona fue ovacionado.

El novillero apizaquense, que hoy toreó su segundo festejo tras haber regresado de España, ha seguido preparándose y hoy dio muestras de ello con un berrendo que cerró plaza y fue a la postre el mejor. Si bien estuvo un tanto parco con el capote, se dio gusto con la muleta delante de este ejemplar que seguía el engaño por ambos lados con amplio recorrido; así vimos series de muletazos en las que los ayudados fueron los mejores, y los remates bellamente ejecutados, como los de trincherilla con la izquierda.

Hubo petición de indulto que el juez fugazmente concedió, entre ese desconcierto el torero se tiró a matar colocando una estocada de efectos rápidos; entonces fue premiado con dos orejas y el novillo con la vuelta al ruedo.

A su primero lo sujetó con el capote para recrearse al lancear por verónicas y chicuelinas; en el último tercio el novillo acortó las embestidas y solo el empeño del chamaco logró buenos pasajes; preparó y vendió bien la estocada cuyo efecto no fue suficiente,  teniendo que usar el descabello, le mandaron un aviso.

Una buena tarde tuvo Jaime Ruiz, al que vimos torear de capa con gusto en su lote; el cuarto novillo terminó distraído, sin embargo la persistencia de Jaime lo sacó a flote y le significó una oreja tras matar de estocada contraria.

Al que le correspondió en primer término lo recibió bien y lo puso al caballo mejor, en el quite por tafalleras las palmas se escucharon con fuerza, luego ejecutó muletazos muy tersos con la diestra y aunque intentó lo mismo por el lado izquierdo, el animal con la cabeza a media altura deslució los intentos; pudo haber tocado pelo escuchando en cambio un aviso al fallar con el acero, pero las palmas lo acompañaron a la barrera.

Garza Gaona lanceó entre protestas a su primero por haber salido con el pitón izquierdo flojo, pero le hizo una entendida faena, ya que en principio el novillo fue repetidor y luego se empezó a quedar; su labor gustó a la gente y hubo petición cuando lo hizo doblar al segundo viaje, pese a un aviso le llamaron al tercio a agradecer la ovación.

Con su segundo estuvo bullidor al torear de capa, el público nuevamente de su lado coreó con fuerza sus buenos momentos alcanzados sobre ambas manos, aunque dejó media ración de acero tardo en hacer efecto y se enfrió la gente que guardó silencio.