Gerardo Adame debía tocar pelo en Guadalajara para completar el idilio entre la afición tapatía y él. Un triunfo rotundo, que incluso pudo ser de mayor número de apéndices, pero lo cierto es que reafirmó el impacto de su presentación hace 15 días.

Gerardo tuvo como virtud entender a cabalidad un toro noble y con recorrido, pero el punto de emotividad que le faltó al de Celia Barbabosa, el torero aguascalentense se lo puso y en cotas altas.

Desde el capote ya se presagiaba algo, el público le coreó con fuerza las verónicas de recibo, pero donde reventó fue con la sarga. Los muletazos fueron largos y sentidos, aprovechando cada embestida. La faena tuvo la sabia virtud del temple y la distancia, estar bien colocado entre pase y pase y, sobre todo, hacer todo, absolutamente todo, con despaciosidad y ritmo.

Cada muletazo terminaba casi en redondo, haciendo una obra de arte que la gente paladeó de principio a fin. Había que rubricar la faena y lo logró, una estocada hasta la borla le abrió la puerta grande del "Nuevo Progreso", en un triunfo muy significativo.

Adame tuvo que lidiar dos toros más. El quinto, en lugar de Juan Camilo Alzate y el cierraplaza. Con ese quinto estuvo en plan valiente, pues se orientó desde salida, al propinarle un cornadón de caballo que le atravesó de lado a lado el muslo al espontaneo Ramón Lizardo, que apareció en el redondel en un novillo de Garza Gaona. Es el mismo que se le tiró a José Tomás en la polémica corrida del 18 de noviembre de 2007.

Desarrolló mucho peligro, se paraba en seco y protestaba con violencia, pese a ello estuvo con mucha cabeza para salir más que airoso del trance.

Con el sexto pudo haber cerrado con rotundidad el triunfo grande, armonioso con el capote, sentido y reposado con la muleta, pero la espada, esa espada que ya le ha privado de apéndices, le volvió a jugar una mala pasada. Al final una salida a hombros más que merecida.

Lorenzo Garza Gaona tuvo todo en contra, todo. Su presentación revestía una expectación grande; el público, apenas se asomó del túnel de cuadrillas ya le estaban protestando... el peso de los apellidos.

Fue absurdo el comportamiento de ese incómodo sector de sol. El novillero, en su primero tuvo momentos interesantes, pero no acabó de rematar, pero con los dos que tuvo que lidiar pasó las de Caín más que con los astados, con la gente que no dejó de molestarlo. Nada les pareció. Verdad es que también él no estuvo a fondo, con detalles y buenos momentos, pero sin rematar.

Alzate no pudo hacer nada. Las ansias de novillero mal encausadas cuestan caro. Recibió al segundo de la tarde a portagayola, que no obedeció el cite del torero colombiano y le propinó una fuerte paliza de la que no se repuso para continuar la lidia.

Al final, la sensación fue de una tarde rara: “El Chiquis”, banderillero que saldría con Alzate, en estado inconveniente, formó un lío y terminó “entorilado”; Luis Miguel Chávez fue desmontado en el paseíllo, Juan Camilo al hule, Lizardo con un tabaco de suma gravedad; cara y cruz para los toreros. Así es la Fiesta Brava.