La lluvia se alejó como por arte de magia y el día amaneció despejado, con un sol intenso, picante, de invierno; por la noche, la coqueta plaza de Provincia Juriquilla se llenó una vez más al conjuro del nombre de Pablo Hermoso de Mendoza.
El intenso frío que comenzó a sentirse conforme avanzaba la corrida, no desanimó al público, que se quedó con ganas de ver más, y quizá no comprendió por completo la primera faena de Zotoluco, que se la jugó ante un toro serio de Fernando de la Mora.
A diferencia de los toros de pelo berrendo que suelen salir tan buenos en esta casa, “Jefe” (en honor del histriónico "Jefe Diego", el senador Diego Fernández de Cevallos, que estaba en la plaza), vendió cara su vida y Lalo supo, desde el primer momento, que aquello era de cara o cruz.
Con más de novecientas corridas en el cuerpo, bien pudo Lalo haber tirado por la calle de en medio. Pero no. No quiso, sabedor, tal vez, de que ahí vienen torero jóvenes arreando muy fuerte. Así que le plantó cara con hombría y le hizo una faena de una gran calidad técnica.
Porque el toro acusó cierta flojedad, y entonces había que cuidarlo, pero lo difícil realmente era no derribarlo y llevarlo embebido en la muleta con fibra. De lo contrario, este “Jefe” se sentía el dueño del redondel y se venía a su aire.
Ahí radicó precisamente la importancia de una faena en la que hubo naturales largos, señeros, sometiendo al de Fernando de la Mora con pulso. Y claro, por el pitón derecho tenía su guasa, sabía muy bien lo que dejaba atrás.
En un descuido, el toro volvió sobre las manos y enganchó a Lalo, levantándolo de fea manera, y estrellándolo contra la arena violentamente. Ahora sí la gente rompió con el torero de Azcapotzalco cuando volvió a la cara del toro a seguir en ese mismo tenor, con la muleta en la derecha, por el mismo pitón.
Una estocada algo baja no impidió que le entregaran una oreja de esas que se ganan a pulso, porque esta fue una demostración de que Zotoluco sigue vigente, pésele a quien le pese.
El otro toro de su lote tampoco fue fácil. Y se lo había brindado a Octavio García "El Payo", que hacía su primera aparición pública. El público le ovacionó con cariño en el momento en que se fundió en un abrazo con Zotoluco.
Es verdad que el toro se movió mucho, pero sin franqueza; sin meter la cara al engaño. Al contrario, venía midiendo y mirando, afortunadamente con recorrido.
Así le fue más fácil a Eulalio desplazarlo con habilidad en una faena interesante que remató de otra estocada sin tino, pero en la que realizó la suerte con limpieza.
La segunda oreja concedida a lo largo del festejo le valió una salida a hombros más para sí mismo que para la gente, que tal vez no aquilató del todo la valerosa y madura actuación de Zotoluco.
Pablo anduvo a medio gas con el toro que abrió plaza, y posiblemente porque no valía demasiado. Su falta de transmisión impidió al navarro gustarse y cortó una oreja de esas que saben a poco. Lo más sobresaliente lo hizo montando a "Espartaco".
Sin embargo, el cuarto, un toro bien hecho, hondo y cornivuelto, fue una prueba interesante para este mago del espectáculo, que logró sus mejores momentos montando a "Ícaro", con el que aguantó tarascadas a la altura de la silla de montar, y metiendo siempre la cara en medio de los pitacos para encelar aquel toro reservón.
Porque con "Silveti" tardó en encontrar los terrenos idóneos para colocar las dos primeras banderillas, pues el toro se frenaba y le pedía entrar muy cruzado para provocar la arrancada en el momento de la batida.
Al final, la seguridad de "Pirata" encendió de nuevo los ánimos de la gente cuando Hermoso clavó banderillas cortas y un par a dos manos, exponiendo mucho. Lamentablemente, emborronó su labor con el rejón de muerte, al colocar un pinchazo previo a un rejón que tardó en hacer doblar al toro.
Fermín Spínola sorteó el lote más desigual del encierro, compuesto por un toro encastado, que terminó desfondándose, y otro muy deslucido. Al primero lo toreó con determinación en una faena variada y maciza, en la que, si acaso, le faltó romperse un poco más.
Su solvencia estoqueadora le granjeó una oreja que paseó contento, tras haber reaparecido luego de la fuerte paliza que le dio un toro de Campo Hermoso en León, similar en tipo y pinta (berrendo en cárdeno, alunarado) al que esta noche echó por los aires a Zotoluco.
El sexto no valía nada y Fermín porfió con escasos resultados. Cabe mencionar que no banderilleó a ninguno de sus dos ejemplares, en una noche en la que los toros de Fernando de la Mora les pidieron sus respectivos carnés a los toreros.
Viernes 5 de febrero de 2010. Segunda Corrida de la Constitución. Lleno en noche despejada y fría. 6 toros de Fernando de la Mora, bien presentados, de variado comportamiento, varios complicados. El 5o. fue premiado con arrastre lento. Pablo Hermoso de Mendoza: Oreja y ovación. Zotoluco: Oreja y oreja. Fermín Spínola: Oreja y palmas. Destacó en varas Luis Miguel González.