Hacía más de trece años que Manolo Mejia no conseguía un triunfo en la Plaza México de la magnitud del que logró este domingo, en la séptima corrida de la Temporada Grande. El diestro de Tacuba le tumbó las dos orejas al segundo de su lote, un gran toro de El Junco, luego de bordarlo en una faena muy templada y en la que dejó ver, además de su ya conocida maestría, una faceta artística que por largos años tuvo guardada en el baúl.
Tras no acomodarse del todo con el capote ante “Don Fer”, Manolo cubrió con facilidad y lucimiento el segundo tercio de la lidia. Inició su faena de muleta con algunos pases de tanteo, en los que se dio cuenta que el toro tenía un magnifico lado izquierdo, por lo que de inmediato comenzó a torear al natural, ligando cuatro series que le resultaron profundas y llenas de temple.
Con el público entregado, instrumentó una tanda con la derecha, lado por el que el toro no tenía la misma claridad. Aún así, Manolo consiguió un par de muletazos soberbios, para luego retomar su labor con la zurda y cuajar de nueva cuenta varios naturales largos, aprovechando el recorrido y la nobleza del de El Junco.
Ya entre gritos de “torero torero”, redondeó su faena con una serie de adornos muy artísticos, como un par de cambios de mano, trincherillas y hasta un desdén mirando a los tendidos. Tras matar de una estocada entera, ligeramente desprendida, el juez de plaza le otorgó merecidamente las dos orejas, mientras un sector del público solicitaba el rabo. Para el toro, el premio fue de arrastre lento ganado a ley.
Con su primero, un astado bravo pero áspero, Manolo no se acomodó del todo y prefirió abreviar. Al igual que con el ejemplar de el triunfo, sobresalió en banderillas, colocando tres pares con mucha exposición y en buen sitio.
Fermín Spínola se llevó un tremendo susto con el primero de su lote, pues fue prendido de fea manera al intentar colocar un par al quiebro. Afortunadamente, esta situación no pasó a mayores y se levantó para estructurar una faena en la que emocionó al público con algunos derechazos limpios y largos. Y aunque no logró redondear su labor con la muleta, ejecutó una gran estocada para que el público solicitara una oreja bien concedida por la autoridad.
Con el quinto de la tarde volvió a llevarse otra fuerte voltereta, ahora al ejecutar un quite por saltilleras. Fermín se levantó sin mirarse la ropa, mostrando una gran actitud, y logró ceñidas gaoneras. Sin embargo, el toro se fue para arriba en la faena de muleta y no atinó a quedarse quieto. Para su mala fortuna, se eternizó a la hora de matar y el toro regresó vivo al corral tras sonar los tres avisos.
Pedro Rubén confirmó la alternativa y dejó claro que aún está verde y que debe ponerse a entrenar muy fuerte si quiere comer de esto. Sorteó dos toros que tenían calidad en la embestida, pero no los entendió y terminó por naufragar en medio de un mar de dudas. Era de esperarse, pues apenas y ha toreado desde su alternativa.
Ficha Séptima corrida de la Temporada Grande. Unas 5 mil quinientas personas en tarde agradable. 6 toros de El Junco, bien presentados, bravos y que en términos generales se prestaron para el lucimiento. Sobresalió el 4o., premiado con arrastre lento. Pesos: 480, 526, 485, 513, 543 y 512. Manolo Mejia (burdeos y oro): Palmas y dos orejas. Fermín Spínola (verde botella y oro): Oreja y pitos tras tres avisos. Pedro Rubén (verde esmeralda y oro): silencio y pitos tras aviso. Manolo Mejia salió a hombros.