La pertinaz lluvia que cayó por la mañana en Zacatecas dejó entrever la posibilidad de suspender la primera corrida de Feria, sobre todo tratándose de un festejo de rejones, donde el buen estado del piso es fundamental para el desempeño de los caballistas.
Sin embargo, hacia las dos de la tarde el tiempo amainó y el personal de plaza trabajó arduamente para dejar el ruedo en condiciones.
Antes de la hora anunciada comenzó a lloviznar otra vez y tras romperse el paseíllo, los tres rejoneadores del cartel –Rodrigo Santos, Jorge Hernández Gárate y Pedro Louceiro III–, decidieron echar p’alante, aunque el piso no estaba del todo seguro.
El público agradeció el gesto y la casta de los toreros, pero nadie sospechaba que instantes más tarde, Rodrigo sería herido por el primer toro, cuando cayó con todo y "Mariscal" al salir de una pirueta, y después de haber clavado un par de rejones de castigo montando a "Lagartijo".
El boquete era notorio: llevaba el "tabaco" en la pierna izquierda. Lo condujeron a la enfermería de inmediato, y entonces comenzaron a conferenciar apoderados y toreros acerca del futuro de la corrida.
Hernández Gárate estaba muy impresionado y, por un momento, pensó en echar por tierra las ilusiones de Louceiro. Una voz a tiempo de su padre, que fue una respetada figura del rejoneo en su tiempo, sirvió para infundir confianza al chaval, que terminó por sacar la casta con arrojo.
Y de no haber fallado con el rejón de muerte pudo haber cosechado una oreja del segundo toro, al que toreó de menos a más hasta confiarse por completo. Tampoco estuvo fino con el rejón de muerte a la hora de finalizar la faena al cuarto, así que estos fallos le volvieron la espalda en una tarde donde era importante puntuar.
El que sí consiguió cortar una oreja, la primera del ciclo zacatecano, fue Louceiro, que ofreció una monta segura, y un toreo tan fluido y natural como su sonrisa.
Como brillante se puede calificar la actuación de Pedro, que nunca se arrugó y mostró la mejor cara de un toreo que sabe combinar lo clásico con la alegría que impregnó a sus dos faenas montando a "Samba".
Pero también clavó con verdad sobre los lomos de “Sinatra”, que se entonó en banderillas con exposición y templanza. La oreja que le tumbó al quinto fue un digno premio a una tarde cuesta arriba para todos.
Los Forcados de Mazatlán también pasaron fatigas y pegaron al segundo toro en dos viajes, siendo la pega del serio quinto, a cargo de Sergio Cruzado, de una gran emoción que levantó al público de sus asientos.
El forcado capitalino, que milita en el grupo del puerto del Pacífico, dio una sabrosa y merecida vuelta al ruedo en compañía de Louceiro. Y así fue como terminó una corrida repleta de adversidades, emoción y hombría.