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Crónica Reciente

Cuando el continente carece de contenido
Domingo, 19 Jul 2009 | Xalostoc, Estado de México
Fuente: Juan Antonio de Labra / Foto: Sergio Hidalgo
       

La última corrida de la Feria de Xalostoc tenía una cuota extra de interés por el imponente encierro de La Cardenilla que iba a jugarse: toros con cuajo, serios por delante y astifinos, cortos de manos y reunidos; una auténtica corrida de toros con armonioso trapío, digna de cualquier plaza de primera categoría.

Sin embargo, en el toro lo más importante debe ser la bravura; la capacidad de acometer y transmitir emoción al torero y respeto al público.

A veces la bravura proyecta más miedo que el aparato, caso contrario a lo que ocurrió esta tarde en la población vecina del Distrito Federal en la que el encierro tuvo mucho continente y escaso contenido.

Fue una verdadera pena que los toros de Pepe Moro no tuvieran la casta suficiente para brindar un gran espectáculo, pues si en trapío tenían diez de calificación, en comportamiento dejaron mucho que desear. Por eso es tan difícil eso de ser ganadero.

Como bien dijo este entusiasta aficionado antes de comenzar la corrida: “el toro debe salir con edad a la plaza para que el público vuelva a los tendidos”. Yo añadiría: “el toro... bravo”, pues en Xalostoc pasó lo contrario este domingo. Es decir, la plaza se llenó el lunes 6 de julio, con una corrida bien presentada de Jaral de Peñas –sobrada de trapío para este escenario–, que tuvo un alto grado de toreabilidad (según el término que ahora emplea en sus tarjetas de calificación el ganadero Juan Pedro Domecq), la terna cortó siete orejas y la gente salió feliz de la vida.

En cambio ahora, sólo Leonardo Benítez cortó un apéndice tras hacer un gran esfuerzo, lo mismo que Fabián Barba, que también sudó la ropa y no cosechó trofeo alguno por sus fallos a espadas. La gente estuvo pasiva, con calma viendo el festejo, pero sin emocionarse lo que debía, si consideramos el espectacular trapío de los toros de La Cardenilla. ¿Y esto cómo se explica, eh? Claro, el continente debe estar lleno de contenido. Es el idel de cualquier ganadero.

Al analizar el desempeño de ambos espadas del cartel, habría que exigirle un poco más a Víctor Mora que, teniendo en las manos el lote más potable del encierro, no lo vio claro y se fue de vacío en una tarde de esas que obligan al examen de conciencia, pues aquí, como había dicho muy bien Barba en una entrevista durante la semana, “el toro es la medida de todo” y lo mismo da la jerarquía de la plaza cuando de verdad un torero tiene la convicción de triunfo ante ejemplares de tal catadura.

Y vaya si Fabián se puso delante de su lote con determinación y claridad de ideas, un hecho que le habrá dejado tranquilo al finalizar la corrida, ya que seguramente se marchó a casa con el deber cumplido.

En ambas faenas, Barba se colocó en el sitio y lo intentó todo con entereza, primero delante de un toro que llegó sin un pase a la muleta, y después con otro que lo cogió de forma alarmante en el comienzo de la faena cuando lo pasaba de muleta estando de rodillas.

Cualquier otro torero se hubiera puesto blanco del susto, pues lo alacranado del toro, y astifino, era como para pensarla dos veces, sobre todo cuando comenzó a quedarse cortó y a desarrollar sentido. Pero nada de eso ocurrió porque Fabián nos recordó que tiene hambre de triunfo y una vocación que le nace en lo más profundo de su alma. Fue una pena que no estuviera fino con la espada, pues a este pájaro le tenía cortada la oreja.

Benítez banderilleó con gran soltura a los dos toros de su lote, conocedor de los terrenos. La gente disfrutó su actitud, y tras estar breve delante del que abrió plaza, un ejemplar incierto que duró poco, al colorado que se corrió en cuarto lugar le dio unas recias verónicas y lo toreó con variedad antes de banderillearlo por ambos pitones de forma estupenda.

La gente ya estaba frotándose las manos con la actuación del venezolano, que se tuvo que conformar con una faena concisa, pues el de La Cardenilla se apagó casi después de la cuarta serie. Mató de una estocada un tanto baja, de efecto fulminante, y obtuvo un apéndice de un juez que se hizo el remolón. ¿Acaso no valoró el esfuerzo del torero que tenía seis meses sin torear vestido de luces?

La enseñanza final del festejo es que la gente se fija poco en la catadura de los toros; su trapío o pitones íntegros. Lo que quiere es divertirse, ver faenas largas y ligadas; quiere que los toros tengan más contenido que continente y que los toreros salgan a hombros después de brindar espectáculo.

Ficha

Tercer festejo y último de feria. Dos tercios de entrada en tarde soleada y calurosa. 6 toros de La Cardenilla, de impecable presentación y astifinos, pero descastados en su conjunto, de los que sobresalió el 3o. por su transmisión y el 6o. por su docilidad. Pesos: 510, 500, 545, 535, 520 y 550 kilos. Leonardo Benítez (rosa y oro), que sustituía a Humberto Flores: Silencio y oreja. Fabián Barba (sangre de toros y oro): Palmas y palmas tras aviso. Víctor Mora (azul celeste y oro): Pitos tras dos avisos y silencio tras aviso. Destacó en varas César Morales, que picó muy bien al 2o. Al finalizar la lidia del 4o., Benítez fue atendido de un corte en la palma de la mano derecha, donde le colocaron tres puntos de sutura.

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