Una oreja cortada con base en toreo de buen gusto e imaginación con la capa -a más de una certera estocada, aunque rinconerita- le valieron al alumno de la Academia Municipal Taurina de Guadalajara, Carlos Casanueva montarse en el carro que le llevará a disputar la final del certamen “Descubriendo un torero” que se efectuará en fecha próxima en la Plaza México.

Desde que llevó a su novillo al caballo con un quite por los adentros –creación de Pepe Ortiz– (como gaoneras al paso) el público se le entregó y, cuando hubo de sacar al toro del caballo, con mucha torería, lo sacó de la suerte con el mismo procedimiento para llevarse una carretada grande de aplausos.

“Úchale” llegó al tercio de muerte con la fuerza justa, pero Casanueva, con pausa e inteligencia le dio al novillo el tiempo que requirió, de forma tal que pudo aprovechar la noble acometida de su enemigo, para realizar series de amplio trazo por ambas manos –acompañadas por la música en las alturas- que le fueron jaleadas con alegría por los tendidos tapatíos.

Cuando el carmelita hizo amagos de rajarse, el torero supo que había llegado el final de una faena larga; entonces realizó toreo por la cara con detalles pintureros y abrochar su actuación con bernardinas ceñidas a la barriga. Tanto que el toro le alzó las zapatillas de la arena de muy fea forma. Por fortuna, sólo fue un batacazo de pronóstico. Se puso de pie, echó la mano a la cara y metió la espada hasta las cintas, un pelín rinconera, para que doblara el noble ejemplar y el torero se llevara un apéndice a la espuerta.

Al primero de su lote pudo haberlo desorejado por una buena faena por ambos lados, pero sus fallos con la toledana le hicieron escuchar un aviso.

El defeño Mirafuentes de Anda no tuvo una buena tarde. Gusta del toreo de calidad, pero no se entendió plenamente con ninguno del par de astados que le correspondió en suerte.

Vino de Aguascalientes ilusionado Manuel Gutiérrez, pero su verdor fue un enemigo invencible esta tarde. Al primero de su lote, “Patriota”, de Torrecilla, le adelantó los engaños y el novillo se enteró dónde encontrarlo.

Y su segundo, un ejemplar de bandera -que a mí en lo personal, me pareció que fue el mejor de la tarde, tanto por su presentación, como por su gran juego- no le supo dar la distancia, ni colocarse en el sitio. “Novillero” de Mimiahuapam iba a donde lo llevaran, se colocaba donde lo dejaban, pero -repito- el verdor del aguascalentense, le jugó una mala pasada. Dos avisos.