El capitalino Luis Miguel Cuéllar regaló algunos destellos de toreo templado la tarde de este domingo en la Plaza México, los momentos más coreados de la tarde ante un estupendo novillo de la ganadería de Guanamé, que a la postre fue premiado con arrastre lento.

Y aunque la faena no fue redondeada y el triunfo no apareció, hubo muletazos que calaron entre la escasa afición que se dio cita, instantes que denotan la calidad que tiene un chaval que debe seguir poniéndose en forma pues, aunque ha bajado de peso, debe perder todavía varios kilos.

Cuéllar supo tomarle el ritmo a las nobles embestidas del ejemplar de Guanamé y primero por derecha comenzó a ligar trazos con temple, así como en una posterior tanda por naturales. Sin embargo, el torero pareció cansarse y acortó la faena, mientras el toro creemos se quedaba con un par de tandas adentro. Al final pinchó y todo quedó en ovación desde el tercio.

El colombiano Sebastián Caqueza debutó en esta plaza y saludó una ovación luego de tener petición de oreja, producto de una buena estocada. El suramericano se encontró con el novillo que, si bien es cierto no tenía un gran estilo, era obediente y acudía con prestancia, y ante el que regaló buenos momentos, aunque aislados.

Abrió plaza Xavier Gallardo, que se nota centrado y maduro. Con solera ejecutó el quite de oro y, ya con la sarga, estructuró un trasteo en el que no forzó al de San Antonio de Triana, pues éste tendía a protestarle. Con suavidad endilgó muletazos de bello acabado, pero sin que la faena lograra despegar por completo. Merecida ovación desde el tercio tras liquidar de un espadazo con algún defectillo.

El novillo de Edgar Badillo, de San Antonio de Triana, fue protestado por sus feas hechuras y escaso trapío. El zacatecano hizo el esfuerzo, aunque sin lograr que su faena remontara; el novillo se tornó peligroso, pues se quedaba cortito e incluso llegó a empitonar el torero, que se levantó con valor para seguir adelante y dejó algunos buenos derechazos, con sabor. A la postre cosechó aplausos y agradeció en el tercio.

Diego Emilio enfrentó a un cornivuelto novillo de Guanamé que presentó muchas dificultades, pero ante el que dejó el sello de su clase. Emotivo el quite por gaoneras y en su faena de muleta logró derechazos impregnados de reciedumbre, para luego pasarse al novillo toreramente por la cara y doblarse con él, no sin antes recibir un susto. También cosechó salida al tercio.

El tapatío Christian Verdín sorteó un astado nada fácil, ya que requería mucho pulso y llevarlo muy bien toreado, pues se quedaba corto y, si veía un poquito de luz, no dudaba en irse hacia los muslos. Verdín anduvo desconfiado y dubitativo, y solamente cuando se enraizó logró momentos interesantes pues, clase, la tiene.

En términos generales, y salvo los detalles ya mencionados, la tarde de hoy fue fría y con grandes lapsos de tedio ante una afición que, aunque discreta en número, estuvo muy dispuesta y entusiasta.