Los dos matadores michoacacanos, Fernando Ochoa y Juan Chávez, cosecharon una oreja por coleta en el mano a mano que sostuvieron esta tarde en la Monumental de Morelia, ante un manejable encierro de Rosas Viejas. 

El diestro de casa, Fernando Ochoa, le tumbó una oreja al tercero de la función luego de una labor destacada en la que sobresalieron las suaves y tersas verónicas de inicio, en las que se dio gusto desparramando su arte capotero.

Su faena de muleta fue de menos a más y cien por ciento derechista, ya que era el mejor lado del toro y por donde se acopló el moreliano, quien consiguió pases de gran calado estético. Tras terminar de estocada desprendida, paseó el trofeo.

Con el quinto, Fernando volvió a entonarse y supo darle la lidia adecuada a un toro que se quedaba corto, para instrumentar detalles muy toreros. De no haber pinchado, pudo haber cortado el apéndice.

Su primero, el toro que abrió el festejo, fue complicado  y no permitió mayor lucimiento, por lo que Ochoa sólo pudo escuchar palmas tras haber dado su mayor esfuerzo.

Juan Chávez ejecutó un vistoso quite por fregolinas en el sexto de la tarde, con el que logró emocionar al público al ligar dos dosantinas que fueron lo más destacado de una faena derechista que derivó en el corte de un aoreja tras matar al segundo intento.

Con su primero, el michoacano no logró encontrar la distancia justa y, aunque tuvo algunos momentos buenos, a la faena le faltó redondear.

Su segundo fue un toro de 640 kilos, con el que estuvo muy valiente y pisando terrenos comprometidos. Al astado le pesaron un poco los kilos y no se desplazaba con prontitud, pese a su voluntad para embestir.

Por su parte, Michelito Lagravere enfrentó a un eral bastante cuajado, podríamos decir casi casi un novillo, con el que estuvo decoroso y mostrando su buena técnica. Sin embargo, tardó a la hora de matar por la altura del burel y le tocaron dos avisos antes de poder quitárselo de encima con entereza y esuchó palmas.

Vamos, un astado muy grande para Michelito, sin duda de los más cuajados que ha matado, algo que puede ayudarle a seguirse curtiendo en esta difícil profesión.