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Cuando los toreros salen a jugársela (video)

Domingo, 10 Feb 2013    Guadalajara, Jal.    Juan Antonio de Labra | Foto: Sierra            
Fermín Spínola cortó una oreja con fuerza y le pidieron la segunda
No cabe duda de que la seriedad del toro que se lidia en Guadalajara confiere a esta plaza un talante especial, sobre todo porque todo cuanto acontece en el redondel cobra una mayor importancia. Y ya sea a caballo o a pie, como en esta ocasión, se vivieron momentos de una gran vibración gracias a la entrega de los tres toreros del cartel, que sortearon cada uno dos toros de Los Encinos muy distintos en comportamiento y se vieron obligados a sobreponerse cuando las cosas no eran favorables.

Ese fue el caso, por ejemplo, de Pablo Hermoso de Mendoza, que primero tuvo que apechugar con un toro violento, que embestía por oleadas, y con el que expuso una barbaridad para poder solventar la papeleta. Inclusive, hubo un instante en el que el toro le dio un fuerte golpe en el pecho de uno de sus caballos, sin llegar a herirlo sólo porque el ejemplar era cornipaso. Sin embargo, el trance fue preocupante, pues no es frecuente ver a este figurón del toreo en situaciones tan comprometidas.

Y en vez que Pablo tirara por la calle de en medio, afrontó su actuación con mucha responsabilidad y siguió en la misma línea de fuego, exponiendo las cabalgaduras y dando ventajas al toro, como si quisiera demostrarse a sí mismo –a estas alturas de su brillante carrera– que todavía le quedan arrestos para echar el resto y sacar adelante una lidia tan complicada.

La gente, un tanto fría al principio, terminó rompiendo ante los alardes de valentía y excelente doma del navarro, que siguió aguantando los fuertes derrotes del toro en las batidas, las piruetas y los adornos, como si de un rejoneador practicantes se tratara, y con una raza indomable.

A la hora de rematar la faena colocó un rejonazo trasero y un tanto contrario que no agradó a la gente porque el toro se vació por el hocico, y esta mácula le hizo perder una oreja de peso, de esas que dan tanta moral a los toreros. Al margen de esta circunstancia, Pablo se quedó satisfecho porque supo muy bien lo que había conseguido: desengañar al toro con temple y torería en una faena de muchos arrestos y un oficio digno de alabanza.

A diferencia del toro que abrió plaza, el cuarto fue un toro más bajo y reunido, que embistió de salida con una gran transmisión, queriéndose comer las colas de “Churrumaiz”, este caballo con nombre de botana, que tiene una gran elasticidad y se dobla graciosamente con los toros, metiéndose ágilmente en le costillar. Y lo mismo los corre con soltura, y hasta cierto valemadrismo, sobre todo cuando parece que lo van a alcanzar y ni siquiera le da importancia.

Así que después de este magistral recibo, Pablo aprovechó la condició del toro para realizar una faena templada y artística en la que lució mucho montando a “Disparate” y a “Dalí”, otros dos caballos muy expresivos con los que colocó banderillas en distintos terrenos.

Y la cereza en el pastel vino aparejada del galope seguro y toreo de “Pirata”, el caballo azteca que utiliza para matar desde hace varias temporadas. Los adornos finales de la lidia tuvieron una efusiva repercusión en el tendido y aunque mató en buen sitio (hay que advertir que a caballo, por necesidad, no se puede matar en la cruz por los rejones y banderillas que hay colocadas), sólo le concedieron una oreja, misma que paseó sonriente en la vuelta al ruedo luego de marcharse con el deber cumplido, como todo un profesional.

El maestro navarro había puesto al muestra a los dos espadas de a pie: Fermín Spínola y El Payo, que también salieron a hacer sus cosas cada uno con su estilo.

Fermín lidió en primer término a un toro deslucido y flojo que no valía nada, motivo por el que tan sólo pudo estar aseado y discreto en una faena medida que finalizó de una estocada entera y caída.

Pero en el quinto, un toro de una sublime calidad, hizo un trasteo de menos a más, y poco a poco metió a la gente en su labor, situación que le costó cierto trabajo porque no se le notaba demasiado centrado con la clase de “Poco Pelo”, como se llamó el de Los Encinos.

Fue en una larga dosantina y varios redondos de vuelta entera cuando consiguió encender la llama de la emoción y a partir de entonces comprendió que debía seguir por el mismo sendero, y fue de esta manera como logró compenetrarse más con el toro y el público.

En el instante de tirarse a matar se fue derecho detrás del acero y colocó una estocada sincera, dando el pecho con hombría, de la que el toro salió muerto de la mano. Inexplicablemente, el juez de plaza no concedió la segundo oreja que pidió el público, ni tampoco la segunda oreja que, atendiendo a la vibración de la faena y a la ejecución de la suerte suprema, además de la fuerte petición mayoritaria, merecía haber premiado con más justicia.

El Payo tampoco se quedó atrás, ni mucho menos, porque al primer toro de su lote, bajo y reunido, el menos ofensivo del encierro, lo toreó con mucha garra en una faena recia y mandona en la que lució con la mano derecha. A base de pisarle el terreno, concentrado en lo que hacía, le sacó muletazos meritorios que abrochó son largos pases de pecho. Y ni siquiera el pinchazo en todo lo alto que antecedió a una buena estocada impidió que le dieran una oreja de ley.

Consciente de la trascendencia de redondear el triunfo, en el sexto, un toro armonioso y muy astifino, buscó agradar desde que se abrió de capa. Hubo un momento, a mitad de la faena, en que se acopló muy bien con la mano derecha, y fue ahí cuando dio los muletazos más toreros de su sólida actuación, pasándose las embestidas cerca y con mucha verdad.

A partir de que probó al toro por el otro pitón, éste cambio de lidia y ya no le regaló al queretano ninguna embestida. Y fue su afán de triunfo y de estar porfiando, cuando a la salida de un pase tropezó en la cara y el toro lo zarandeó de fea manera, afortunadamente sin herirlo. A partir de entonces el toro desarrolló sentido y El Payo se pudo pesado con la espada hasta escuchar un aviso.

Ficha
Guadalajara, Jal.- Plaza “Nuevo Progreso”. Octava corrida de la temporada 2012-2013. Tres cuartos de entrada en tarde soleada y calurosa. Seis toros de Los Encinos, muy bien presentados, desiguales en hechuras y juego, de los que destacaron el 4o. por su bravura y el 5o. por su calidad. Pesos: 520, 535, 520, 510, 530 y 500 kilos. Pablo Hermoso de Mendoza: Ovación y oreja. Fermín Spínola (berenjena y oro): Silencio y oreja con fuerte petición. Octavio García “El Payo” (negro y oro): Oreja y palmas tras aviso. Incidencias: Al finalizar el paseíllo se tributó un minuto de silencio a la memoria del picador Israel Vázquez, fallecido recientemente. El Payo sufrió dos extensos varetazos en el muslo derecho durante la lidia del 6o


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