El toricantano Salvador López dejó los detalles más sobresalientes de una tediosa primera corrida de la Feria de Texcoco, en la que el poco juego de los toros de La Muralla pusieron la tarde cuesta arriba para los tres espadas, que se mostraron siempre esforzados.

Tras la ceremonia de alternativa, en la que Leopoldo Casasola le cedió los trastos en presencia de Fermín Rivera, Salvador fue entendiendo poco a poco las condiciones del primero de la tarde, un precioso cárdeno que tenía clase, aunque poca fuerza, y terminaron por pesarle esos 530 kilos.

Y así, dándole su aire y toreándolo a media altura, el diestro capitalino se fue confiando hasta ligar algunos derechazos con empaque, gustándose mucho y mostrando su buena planta de torero. También hubo trazos al natural que tuvieron un bello acabado, pese a que la faena jamás terminó de romper por completo debido a la escasa fuerza del burel.

Cuando se pensaba en la posibilidad de una oreja, falló el repetidas ocasiones con el acero y todo quedó en una ovación desde el tercio, coronando así lo que fueron quizá los mejores momentos de la tarde que abrió esta feria mexiquense.

El sexto de la tarde no tuvo malas ideas, como algunos de sus hermanos, pero tampoco se empleaba del todo en sus embestidas y terminó por refugiarse cerca de tablas. Insistente estuvo Salvador, pero solamente pudo regalar algunos destellos interesantes.

Leopoldo Casasola tuvo una tarde de entrega y ha dejado un buen sabor de boca. El primero de su lote salió como un huracán de los toriles y se partió el pitón izquierdo tras rematar con fuerza en un burladero, por lo que el juez de plaza, Gilberto Ruiz Torres, ordenó que fuera sustituido.

El sobrero parecía tener buena condición, pero muy pronto se fue quedando y embestía desacompasado, sobre todo por el izquierdo; pese a ello, el torero de la tierra cuajó trazos con la diestra y otros con la siniestra que calaron en el tendido por su reciedumbre, aunque no coronó con el acero.

Interesante esfuerzo el de Polo, que se mostró firme y valiente, tal y como lo dejó patente ante su segundo, un toro feo de hechuras que se defendió desde el capote y llegó a la muleta tirando derrotes, quedándose muy corto y siempre con genio.

El texcocano se jugó la voltereta con alegría, demostrado pundonor y que sabe plantarle cara a este tipo del toros tan complicados, terminando con una lidia de pitón a pitón que el público reconoció con aplausos mientras se retiraba a la barrera.

El potosino Fermín Rivera enfrentó un lote que tampoco le ofreció posibilidades de triunfo. Aunque su primero acudía a la muleta, lo hacía con sosería y nula transmisión, siempre con la cabeza a media altura. Esforzado, aunque notándose un tanto frío, Fermín plantó cara y lo intentó, aunque el trasteo no tomó vuelo.

Delante del quinto volvió a hacer el esfuerzo, pero el de La Muralla tampoco fue materia propicia, ya que no completaba el recorrido y terminó tirando derrotes, complicando siempre la labor del potosino, que resolvió la papeleta mostrando un oficio interesante.