Muchos triunfos fueron conseguidos en el festival taurino celebrado este domingo en Apizaco, que marcó la despedida del picador Víctor Ortega, quien solamente pudo ejecutar la suerte de varas en uno de los novillos, pues sus lesiones no le permitieron hacerlo con los ocho.

Fue Alberto Ortega el primero en desorejar a uno de Torrecilla, que no estaba sobrado de casta y además tenía peligro; lo recibió jugando los brazos en buenas verónicas para después llevándolo bien, hacerse de él con aplomo y recursos, siendo a nuestro parecer la faena con mayor contenido; terminó de estocada caída para ser premiado con las orejas.

Molestado por el viento al lancear, Rafael Ortega poco se vio con la capa, escuchó palmas con las banderillas por complacer al respetable en clavarlas; el de El Vergel sin mucha trasmisión tuvo por el pitón derecho más recorrido, y así el diestro ligó algunas series de buenos ayudados; como es habitual en él, ejecutó bien la suerte suprema para que el burel  doblara y le entregaran los auriculares.

Uno de Vicencio, por momentos repetido,r se llevó Rodrigo Muñoz "Gitanillo de Tlalpan"; poco se dejó ver con la capa sin embargo alcanzó buenos momentos con la muleta en la mano izquierda, y hacia el final del trasteo dejó pinceladas de calidad, con habilidad lo despachó recibiendo una oreja.

Antonio Romero enfrentó al de Huichapan, siendo en este ejemplar cuando se despidió Víctor Ortega, picando arriba y aguantando la reunión para escuchar fuerte ovación; el zacatecano le brindó y se pasó cerca al toro por ambos lados, recibiendo también una oreja tras dejar un espadazo trasero.

El sábado durante un programa radiofónico, El Pana dejó entrever que sorprendería con su vestimenta, y fue así cuando apareció por la puerta de cuadrillas portando un atuendo de ferrocarrilero, evocando tiempos idos de esta ciudad rielera. Ya frente al de Torrecilla, que abrió plaza, dibujó un remate con el capote soltando una punta; tras brindar a Víctor, realizó ahora una faena de conocimiento más que de sentimiento pudiendo haber tocado pelo de no ser por la toledana, escuchó una ovación que se tornó en media vuelta al recoger la gorra del brindis.

Con el de Gómez Valle, Rubén Ortega estuvo afanoso luciéndose con los rehiletes en un gran par; brindó a su parentela de matadores y piqueros siete u ocho ahí presentes, tuvo algunos momentos destacados en el tercio final por lo que recorrió el anillo.

La influencia panista se manifestó en Alfonso Mateos, que recibió al de De Haro con una veleta un tanto embarullada a causa del viento, mejorando en las agitanadas verónicas; emotivo el toro fue con celo a la muleta de Mateos para que trazara con la zurda series de naturales con mucho sabor y repercución en el tendido; pero algo urgente tiene que hacer este torero para redondear las faenas, pues teniendo un triunfo se le fue por la espada escuchando un aviso seguido de palmas.

Cuando calaba más el frío salió el que cerró plaza un novillo de Arroyo Zarco descastado; ante él, Michelito Lagravere se mostró tesonero, con avances e incluso con menos peso; sacó muletazos que al parecer no tenía este animal, acertó con la espada y también lo premiaron con dos orejas.