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Crónica Reciente

Sebastián Castella quiso quedar bien y lo logró
Domingo, 22 Feb 2009 | Guadalajara, Jalisco
Fuente: Fernando Barrera / Corresponsal
      

Las dos orejas que Sebastián Castella cortó a un sobrero de La Venta del Refugio, fueron el colofón de una tarde entregada. Si bien es cierto que con el séptimo tocó pelo, el Castella reposado y con parsimonia se pudo ver en el tercero, al que le hizo una faena por demás interesante, estructurada de principio a fin y sobre todo con mucha inteligencia.

Después del lío que armó un espontáneo, el mismo que se le aventó a José Tomás hace 15 meses, el de Beziers esperó pacientemente a que concluyera el sainete y con despaciosidad toreó a la verónica, presagio de que algo grande podría venir. Y llegó. Comprendió que el toro poseía nobleza y clase, aunque resultó flojito, aprovechando las condiciones para hacer un trasteo con mucha miga, llevando despacito al de Bernaldo de Quirós.

Momentos de gran valía llegaron por el pitón derecho, el de mejor estilo, lo que permitió que Sebastián se relajara y acompañara el viaje con la cintura. Pero lo bien toreado no pudo ser bien rematado, quedando todo en una fortísima ovación, con petición de vuelta, que el propio torero decidió guardarse.

Con el sexto, poco pudo hacer. Ante la insistencia de un público ávido de triunfo, decidió regalar un sobrero, que para fortuna del cónclave, tuvo la movilidad y emotividad necesarias para que Sebastián pudiera hacer una faena vibrante, que mostró a un Castella dispuesto a darle al público una faena emotiva, exprimiendo hasta el último muletazo, pero sin la profundidad que le ha caracterizado.

Estuvo eficaz con el acero y la gente insistió con fuerza la concesión del rabo, que no se concedió. Fue tal la efervescencia del triunfo galo, que la gente, como pocas veces se ve en esta plaza, se volcó con el torero en una clamorosa salida a hombros.

La memoria colectiva estuvo ausente. Se olvidó pronto el gesto que Ignacio Garibay hiciera en la primera de la temporada, cuando cortó una oreja, llevándose sendas cornadas. Además de tener que lidiar con un público veleidoso, que a veces le aplaudía y luego le protestaba, tuvo que aguantar a cabalidad a su primero, un toro que tenía su guasa y permitió a Garibay mostrar madurez e ímpetu de triunfo sobe todo la determinación de no dejarse ganar la pelea. Fue una faena a cuenta gotas, pero con profundidad y si no llegó el triunfo fue por los fallos con el estoque, aún así saludó en el tercio.

Con el quinto, un toro precioso de hechuras, tuvo que hacer un esfuerzo doble por meter al público en la canasta y al toro en la sarga, pero sus esfuerzos no fructificaron y al final un sector de la plaza le recriminó injustamente la poca suerte.

Si a Garibay ese sector de sol le molestó en algunos pasajes, a Zotoluco le cayeron encima desde que salió del patio de cuadrillas, más por sistema que por conciencia. Las dos intervenciones de Eulalio tuvieron por un lado, sapiencia; y por otro, un diálogo abierto con el público, en especial con “El 7 Tapatío” como le llaman algunos.

El torero de Azcapotzalco tuvo que sacar cuanto recurso ha forjado para demostrar que venía a Guadalajara después un año a hacer valer  su condición de figura, y aunque estuvo en plan de poderío, poco le fue reconocido.

A tanto llegó el agravio que Zotoluco tuvo que ponerse en la línea de fuego, ofrecerle, metido en los pitones, la muleta a sus detractores y después correr la mano mirando al tendido. Mientras saludaba en el segundo entre palmas y pitos, alguien por ahí refiriéndose a los de sol jocosamente sentenció “son bipolares estos cuates”.

Ficha

Ante poco menos de media plaza en tarde agradable se lidiaron 6 toros de Bernaldo de Quirós, de impecable presencia, aunque de juego desigual, destacando el 3o. por su clase, y un sobrero de La Venta del Refugio, bien presentado, que resultó emotivo. Pesos: 525, 525, 540, 560, 550, 540 y 505 kilos. Zotoluco (azul rey y oro): División tras aviso y división al saludar tras dos avisos. Ignacio Garibay (carmesí y oro): Ovación y palmas. Sebastián Castella (salmón y oro): Ovación, palmas y dos orejas con el de regalo. Saludaron en el 2º Lupillo, tras un valeroso par y Raúl Bacélis, tras un oportuno quite. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Conchita Cintrón y del ganadero de Santacilia.


 

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