Fernando Ochoa fue el triunfador del tercer festejo de feria en Autlán, luego de cortarle las dos orejas al segundo de su lote, en una tarde de muchas emociones que desafortunadamente no contó con más triunfos debido a que la espada traicionó a los alternantes.

El diestro de Morelia no logró acomodarse de capa con el cuarto, “Guitarrista” de nombre, pues de salida el burel fue un tanto incierto. Sin embargo, el puyazo, en el que por cierto provocó un tumbo,  lo descongestionó y cambió de lidia, convirtiéndose en un toro boyante y con recorrido.

La faena de muleta fue sensacional, pues Ochoa dio una demostración de toreo vertical, y así, sin despatarrarse, estructuró templadas tandas con ambos lados, sobresaliendo su toreo en redondo que puso al público en pie.

Tras terminar de gran estocada, le fueron concedidas las dos orejas, con las que recorrió en ruedo de Autlán, acompañado de uno de los hijos del ganadero de San Lucas, pues el toro se prestó para el lucimiento.

Con el primero de la tarde, Ochoa cuajó una faena igualmente importante, sobretodo por el pitón derecho, tersa y llena de entrega. Desafortunadamente falló con el acero y todo quedó en una salida al tercio.

Arturo Macías convirtió el coso en una auténtica caldera con el segundo de la tarde, al que recibió con una serie de faroles rodillas en tierra, para posteriormente ejecutar verónicas con la mano baja y un quitazo por mayestáticas gaoneras.

Su faena de muleta fue igualmente vibrante, iniciada con un péndulo en el centro del ruedo y continuando con largas tandas, tanto por derecha como por izquierda. Desafortunadamente pinchó hasta en seis ocasiones y, tras un aviso, salió al tercio, mientras que el toro fue llevado al destazadero en arrastre lento.

El quinto de la tarde se lo brindó a nuestro compañero Óskar Ruizesparza y, al inicio de su faena, se llevó una fuerte voltereta, afortunadamente sin consecuencias. Aún noqueado, le plantó cara al astado y se pegó un arrimón, aunque el triunfo no llegó por sus fallas con el estoque.

Aldo Orozco conectó muy rápido con el público en su primero, al que le cuajó una gran faena en la que su mayor virtud fue la trasmisión y la alegría al momento de llevar bien toreada la embestida. Tandas ligadas y momentos artísticos fueron las características de su labor.

Cuando tenía ganadas las orejas, encontró hueso a la hora de a suerte suprema y el premio quedó en una salida al tercio.

Con el sexto, el lunar del encierro, Aldo estuvo decoroso y lo intentó, poniendo el corazón por delante. Sin embargo las complicaciones del burel no hicieron posible que el tapatío pudiera obtener el triunfo.