Tanto Salvador López como Antonio Galindo y Karla de los Ángeles, cortaron una oreja en la novillada de feria celebrada la noche de este viernes en Huamantla, Tlaxcala, un entretenido festejo en el que se vivieron detalles de mucha torería.

Poca fortuna había tenido Salvador López con el que abrió plaza y cuando apareció su segundo, corniveleto y de presencia poco agradable, no imaginábamos que a la postre sería el mejor; el novillero por su parte se dio cuenta de sus buenas condiciones y desde el quite se vio a gusto pues el de El Vergel fue a más, así pudimos ver faena de muletazos largos por ambos pitones con ligazón, abrochada con dosantinas y manoletinas; un pinchazo parecía derrumbar todo, sin embargo en el segundo viaje dejó estocada bien colocada para recibir la oreja.
 
El primero dio pelea con los montados provocando un tumbo, posteriormente cambió de lidia pues después de tres tandas empezó a salir suelto y Salvador a tratar de sujetarlo lo que apenas consiguió por el lado derecho, dos medias estocadas no tuvieron el efecto deseado, tardó en descabellar escuchando dos avisos.
 
Antonio Galindo dio muestras de sus avances, pues entendió al débil castaño corrido en séptimo lugar, que por su misma falta de fuerza no pasaba completo, fue cogido lo que no mermó su decisisón por el contrario, buscó sacar pases que el novillo no tenía; con media ración de acero lo envió al destazadero, para cortar una oreja que dejó cuando algunos la protestaron.
 
Desde la salida, el tercero dejó ver su poca casta, rehuyendo luego la pelea en varas lo que ameritaba su devolución; esto no sucedió y cambiado el tercio, los picadores se empeñaban en castigarlo. La labor de muleta tuvo que desarrollarse en tablas, a base de insistir hubo muletazos buenos sin continuidad; con facilidad hundió el acero pero teniendo que descabellar se retiró en silencio.
 
La poblana Karla de los Ángeles se vio sin asentamiento en los lances al cuarto; ya con la muleta se confió más toreando sobre ambas manos aunque sin gran lucimiento, acertó con la espada dejándola delantera haciendo doblar al novillo con prontitud, por lo que le concedieron un apéndice.
 
En el último de la velada, cuando se acercaba la medianoche, buscó lucimiento lográndolo en naturales aislados; tras pinchar repetidamente y fallar con el descabello le sonaron un aviso.   
 
Poco hizo con el capote frente al segundo el ecuatoriano Rafael Rodríguez y el novillo descastado como otros se aquerenció en los tableros; ahí se empeñó en hacerlo pasar con toreo circular cuando lo indicado era otra cosa. Consiguió la estocada al tercer viaje y hubo silencio.
 
Se llevó el otro de El Vergel que hizo sexto y también fue bueno; Rodríguez lo toreó bien por ambos lados sin estar a la altura del novillo. Sus intentos por agradar no fructificaron, el espadazo defectuoso seguramente ocasionó también que el respetable guardara silencio.