Triunfal resultó el festival taurino celebrado esta tarde en Huamantla, Tlaxcala, donde el aficionado práctico Luis Niño de Rivera se alzó con el corte de dos orejas y salida a hombros, mientras que Mario del Olmo y Saúl Acevedo pasearon un trofeo.

Conservando su esbelta figura como deportista que fue de nivel internacional, y la calidad de torero que lució cuando vistió de luces, Luis nos hizo recordar hoy sus actuaciones de novillero, bien manejando el capote con soltura y elegancia, o trazando artísticos muletazos.
 
Tras brindarle al matador Arturo Macías, que estaba en el callejón, construyó una faena con conocimiento de causa que emocionó al público, pues a su bravo novillo le aguantó ligando series con dimensión y ritmo. La gente entusiasmada agitó los pañuelos en demanda de las dos orejas que le concedieron luego de un pinchazo y estocada efectiva.   
 
Mario del Olmo, actuando en segundo lugar, nos regaló con buen toreo de capa; su faena empezó en los medios después de llevarse al novillo con tres muletazos; vinieron los ayudados entre la gran respuesta de la gente, aunque pinchó antes de la certera estocada recibió en premio una oreja.
 
Raúl Ponce de León se llevó un novillo con bravura, recibiéndolo con lances a pies juntos y abriendo el compás; como en sus mejores tiempos corrió la mano y con valentía se pasó cerca al de El Vergel en manoletinas; desafortunadamente la espada le echó a perder su labor pero dio una vuelta que disfrutó enormemente.
 
Hasta seis verónicas ligó Saúl Acevedo al cuarto, luego midiendo estupendamente las embestidas lo llevó por tapatías al caballo; luego Empezó toreando por el lado derecho y cuando intentaba por el izquierdo, el novillo se le quedó abajo alcanzándolo y rasgándole la ropa, lo que no mermó su ánimo por agradar, todavía ejecutó manoletinas valerosas antes de torear por la cara para tirarse a matar, tras un pinchazo dejó la estocada y le otorgaron la oreja.
 
El público alentó en todo momento a su paisano Juan Antonio Hernández; se gustó al lancear y luego tuvo un buen detalle; pidió tres pares de banderillas para invitar a El Zapata, José Luis Angelino y Angelino de Arriaga, que se encontraban en el tendido. El más lucido fue el par monumental a cargo de Uriel, aunque el público ovacionó con fuerza a los tres.

El novillo hasta aquí había aguantado bien y de pronto se apagó por el castigo recibido en demasía, esto poco ayudó para que Juan Antonio luciera con la muleta y aunque falló con el acero, el respetable le tributó cariñosas palmas.