La resaca de emociones del día siguiente de la reaparición de José Tomás en Valencia todavía estaba muy reciente en el AVE Valencia-Madrid de las 11:10 de la mañana, donde todo mundo comentaba el hecho y leía –sobre todo esto último– los diarios de tiraje nacional de España y los de Valencia, donde se refería la noticia con lujo de detalles.
Porque la cobertura mediática fue apabullante, y eso es fundamental para que la Fiesta, un espectáculo de tanta fuerza interior, trascienda las fronteras de la información taurina y sacuda el ánimo del ciudadano de a pie, como esos domingueros de bermudas que esta mañana estaban mirando una tele en un andén del metro, donde se pasaba una nota de la actuación de José Tomás del día anterior.
Más de 150 medios acreditados estuvieron en la plaza, representados por unos 400 periodistas. Asimismo, resultó un éxito la transmisión en vivo que pudimos hacer a varias estaciones de radio de México, y también la de Radio Punto, en cadena nacional en España, en la que José Miguel Arroyo "Joselito" fungió como comentarista de auténtica categoría.
Y es que en España ya no están acostumbrados a la magia de las transmisiones de radio en vivo, como sí en México, donde todavía este medio de comunicación mantiene ese halo de romanticismo alrededor de la Fiesta que va muy bien de la mano de la forma de ser de José Tomás, al que le gusta que el público vaya a verlo en directo, y no en la frialdad de una pantalla de televisión.
En el AVE de las 11:10 venía Joaquín Sabina absorto en la lectura de un periódico, escondido debajo de un sombrerito de tela y sin su sempiterno cigarrillo en la mano, pues ahí adentro ya no lo dejan fumar.
También viajaba el filósofo Albert Boadella, que tenía una pila de periódicos sobre la mesita de servicio. Rosario Domecq, la esposa de Julián López "El Juli", que muy pronto será mamá, o el escritor Fernando Sánchez Dragó.
Pero al margen de estas personas conocidas, el AVE rezumaba taurinismo de tantos y tantos aficionados con diversos acentos, que se congratulaban de haber asistido a esta corrida histórica de Valencia. Recordé entonces como un día después de aquella otra de Barcelona, en junio de 2007, cuando José Tomás reapareció de su retiro voluntario, pude observar en el metro de París a un joven que empuñaba el tubito de cartón color dorado donde venía el cartel del festejo.
Así de grande es la Fiesta, que genera una derrama económica impresionante, quizá más importante de lo que casi no imaginan los políticos que, a veces, en aras de dar gusto a los antitaurinos, no se detienen a pensar que el espectáculo tiene un halo democrático de primer orden, y la plaza es un escenario único donde coinciden personas de la más variada condición social, económica y cultural.
De todo este despliegue mediático que todavía hoy debe sentirse muy orgulloso José Tomás, tiene un peso específico enorme la declaración que hizo a los micrófonos de Punto Radio al final de la corrida:
"Me acuerdo de todos los compañeros que han sufrido algún percance y no están o están convalecientes. Y de los incapacitados. Ahora he sentido un poco más de cerca lo que ellos pueden sentir. Les admiro y les animo a que sigan con esta entereza y que sigan dándonos ejemplo".
Si acaso, la única mácula periodística fue que no aparece ninguna foto a hombros de Arturo Saldívar, que, sin ser el eje de la noticia, ni mucho menos, sí que fue el triunfador numérico de la tarde tras ofrecer una actuación plagada de ambición y arrebato.
Aunque al final no importa mucho, quizá porque su nombre ya suena entre los profesionales, y el boca a boca de este importantísimo triunfo repercutirá, indudablemente, en el resto de una temporada en la que el nombre de México sigue en pie de guerra a través de sus toreros buenos, como Arturo Saldívar.