Tarde de esfuerzos pasados por agua (fotos)
Domingo, 06 Mar 2011
México, D.F.
Juan Antonio de Labra | Foto: Sergio Hidalgo
Alberto Espinoza saludó dos ovaciones en el tercio
Un cartel un tanto desabrido no invitó a la gente a acudir a los tendidos como en tardes anteriores, y si bien es cierto que cada uno de los espadas tenía algo que decir, vista así, en conjunto, aquella combinación carecía de alma. Más bien parecía una corrida de trámite hacia la recta final de la Temporada Grande, a la espera de la corrida de las féminas, como suele decirse.
Así que si a ello sumamos el escaso juego de los toros de los herederos de Luis Felipe Ordaz –de excelente presentación, por cierto–, y el chubasco que caló hasta los huesos a los valientes que se quedaron en sus localidades, el festejo no tuvo el relieve esperado.
Cabe destacar el esfuerzo de los toreros y cada cual, con su estilo, intentó resolver la papeletea de la mejor manera. El que más conectó con el público y saludó las dos únicas ovaciones de la tarde fue Alberto Espinoza tras una actuación entonada, con pasajes de valentía y otros de temple, en los que se quedó quieto una y otra vez, y llegó a correr la mano con tersura con la muleta en la zurda.
Las dos faenas fueron diferentes: más pausada la primera; de mayor arrebato la segunda, pues los dos toros de su lote presentaron condiciones distintas. Y si el de Luis Felipe Ordaz que hizo segundo fue uno de los pocos toros potables del encierro, el imponente quinto, sobrero de Villa Carmela que sustituyó a uno del hierro titular que se partió un pitón que ya venía flojo al estrellarse en el peto, éste duró poco y terminó parándose. Porque eso fue lo que se echó en falta el día de hoy: que los toros hubiesen tenido más fondo de bravura y duración.
El hermano gemelo de El Cuate Espinoza enseñó esa voluntad de triunfo, y quizá de haber estado fino con la espada hubiera cortado sendas orejas, pues, como decía, la gente estuvo con él y lo apoyó en todo momento. Su valor, aguante, y algunos detalles sueltos de mucho aplomo, cautivaron a la escasa concurrencia en una tarde que debe valerle para repetir en este gran escenario el año que viene, pero en mejores circunstancias.
Fermín Rivera también demostró avances y buen gusto al torear con el capote y la muleta. El nieto del maestro potosino estuvo centrado durante sus dos intervenciones y dejó chispazos de buen toreo. La faena a su primer toro se dispersó a la par que la lluvia obligaba a la gente a correr escaleras arriba buscando el refugio de palcos y lumbreras; y el trasteo al sexto tampoco alcanzó a tomar el vuelo que se esperaba, quizá porque el toro llegó punteando mucho al engaño y era muy difícil de templar.
No obstante, el espigado Fermín, que se doctoró en esta plaza hace ya varios años, sigue siendo un torero joven a tomar en cuenta. Es cuestión de tiempo y que le ayuden un poquito más los toros. ¡Ah! olvidaba apuntar que estuvo certero con la espada, y aunque a los dos ejemplares de su lote los mató de estocadas traseras, pero ejecutó la suerte de matar con una técnica depurada, esa que seguramente aprendió en casa por parte de la dinastía Rivera, y también de su tío, el famoso matador vasco Martín Agüero, famoso por su forma de emplear el acero.
Juan Bautista, al igual que sus compañeros, buscó el triunfo y trató de hacer bien las cosas en dos trasteos empeñosos en los que se mostró solvente. Sin embargo, no hubo redondez que le valiera trascender y todo el esfuerzo se quedó en detalles sueltos con ambos toros, a los que despenó de medias estocadas tendenciosas.
El francés no consiguió entusiasmar mayormente, como sí lo había hecho la tarde anterior, y ese buen ambiente se difuminó un poco a la par de la tarde, gris y lluviosa en una época en que, se supone, no debe llevar uno paraguas a la plaza. Pero el tiempo sí que está loco.
Ficha México, D.F.- Plaza México. Decimonovena corrida de la Temporada Grande. Unas cuatro mil personas en tarde lluviosa. Cinco toros de
Luis Felipe Ordaz, bien presentados, hondos, y con cara, pero de escaso juego en su conjunto. Y un sobrero sustituto de
Villa Carmela (5o.), muy bien presentado, agresivo de cornamenta y deslucido. Pesos: 520, 480, 512, 495, 530 y 542 kilos.
Juan Bautista (tabaco y oro): Palmas en su lote.
Alberto Espinoza (verde esperanza y oro): Ovación tras dos avisos y ovación.
Fermín Rivera (azul pavo y oro): Palmas en su lote. Destacó en varas
Eduardo Reyna, y en banderillas
Alfredo Acosta, que saludó, así como
Diego Bricio y
Javier Escalante, que estuvieron entonados con los palos.
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