Cuando parecía que la actividad taurina había terminado en este año en la tierra de la gente buena, la centenaria plaza "San Marcos" ha sido el escenario de un bonito festival a beneficio del novillero retirado Manolo Ayala que, lamentablemente, sufrió un accidente automovilístico hace algunos meses.

Y como suele ocurrir en estos casos, los toreros actuaron desinteresadamente para echar una mano, así como los ganaderos de la región enviaron sus reses y también contribuyeron a la noble causa.

Que emotiva resultó la actuación del maestro Luis Fernando Sánchez que demostró que sigue atesorando un toreo de sentimiento. El mentor de nuevos toreros lanceó a la verónica de marera muy lenta, quitó por ajustadas chicuelinas, y todo cuanto hizo con el capote tuvo donaire.

Tras brindar a su familia, instrumentó una interesante faena por ambos pitones, y aprovechó las buenas condiciones del novillo de Santa Barbara que le tocó en suerte. Realizó la suerte suprema con mucho aseo logrando media estocada que fue suficiente para cortar dos orejas que le llenaron de felicidad. Siempre es agradable reencontrarse con la profesión que tanto quiere.

El segundo espada fue José María Luevano, que también volvió a toparse con muchas caras conocidas hoy en la "San Marcos", recordando sus tardes de triunfo como novillero en este mismo escenario, e hizo una faena muy a su estilo, corriendo la mano y despatarrándose con sabrosura.

Su actuación fue muy valorada por el público, y después de un pinchazo mat de media estocada para recibir como premio los dos apéndices de un ejemplar de Guadiana que se movió pero son calidad.

Fernando Ochoa cortó una oreja tras una labor tesonera y variada. La gente reconoció la voluntad del torero michoacano en todo momento, delante de un novillo de San Isidro que tuvo clase pero se agarró pronto a la arena.

Israel Téllez no quiso quedar al margen de esta tarde de triunfos y con una actuación entonada desorejó a su enemigo, perteneciente a la ganadería de Rosas Viejas que fue complicado.

Fabián Barba cortó un apéndice gracias a su buen desempeño con capote y muleta, y desgranó pasajes de calidad ante un ejemplar deslucido de Marrón.

Delgadillo, un ejemplar de Corlomé que fue bravo, logró muletazos largos y con mucha entrega. A la hora de matar se fue en banda y después colocó una estocada eficaz. Le pidierón dos orejas con fuerza y sólo le entregaron una, hecho que motivó una fuerte bronca contra el juez de plaza.

Un total de diez orejas fueron concedidas, que quizás en este caso sean lo de menos, pues sin duda lo más importante fue el gesto de cooperación que mostraron los toreros de la tierra y otros, como Ochoa o Téllez que, siendo de Morelia y Uriangato, respectivamente, hace muchos años viven entre nosotros y los sentimos como paisanos.