Cuando parecía que
Juan José Padilla se iría en blanco de esta plaza, una certera estocada le abrió las puertas del triunfo. Espoleado porque no se le tomó en cuenta lo hecho con el segundo, que fue protestado, con el quinto, el jerezano se afanó en conseguir el triunfo y lo logró a base de esfuerzo y expresión.
Y si "El Ciclón” se prestó, triunfó y se fue a torear a Venezuela, la actuación de
Aldo Orozco supuso una gratísima revelación, ya que hizo lo más torero de la tarde y sus fallos a espadas tercero, le arrebataron la puerta grande.
Padilla recibió al quinto con mucha variedad capotera: dos largas cambiadas de rodillas, un par de lances y chicuelinas. Cubrió el segundo tercio con facultades y clavó un último par al violín de mucha precisión.
Después, comenzó la faena de rodillas al hilo de las tablas, y se percató de las cualidades del toro, al que pesaban un poco los kilos, pero tenía un buen pitón izquierdo. Aquel inicio tan arrebatado, dio paso a una faena asentada en la que el jerezano hilvanó pases con la zurda en los que hubo trazo y acompañamiento de cintura que calentaron al público. A la hora de matar se volcó sobre el morrillo del buen toro de
Los Encinos, y cobró un magnífico volapié que le sirvió para cortar una oreja meritoria.
Aldo está en el camino de convertirse en un torero importante. La migración que hizo hace un par de años a ganarse el pan en Estados Unidos, le sirvió para renovarse en muchos sentidos, sobre todo en el espiritual, y dista mucho de ser aquel que tomará una insípida alternativa en Ciudad Juárez.
Y este positivo cambio en su actitud, le hizo disfrutar cada momento, y conectó fácilmente con el tendido. Aprovechó a cabalidad las claras embestidas del noble tercero, para torera con profundidad y entrega, mediante toques de muleta tan sutiles como su toreo. Entregados torero y toro, surgieron instantes de gran inspiración por el empaque y la verdad que afloró sobre la arena.
Y de no haber sido por su precipitación en el momento de perfilarse a matar, hubiera cortado dos orejas de peso. Al margen de este hecho, demostró que no hay que perderlo de vista.
Con el que cerró plaza estuvo afanoso, buscando resolver las complicaciones del toro, pero sin perder la compostura ni tampoco la sonrisa que le acompañó hasta el final del festejo, del que salió muy reconfortado.
Óscar Sanromán tuvo momentos de mucho regusto, con fondo técnico, pero no llegó a romper del todo. El queretano bosquejó una faena interesante al cuarto, al que le dio varios redondos con temple, enroscándose las embestidas en la faja, muletazos que constituyeron la parte más interesante de una labor cuesta arriba.
Al toro que abrió plaza le plantó cara con entrega. En ambos ejemplares dejó en claro que tiene una buena técnica estoqueadora, pues mató de sendas estocadas en las que entró a herir dando el pecho con hombría.
Ficha Tercera de la temporada. Un cuarto de entrada en tarde espléndida. 6 toros de
Los Encinos, bien presentados, salvo el segundo, que fue protestado, y buenos en términos generales. Pesos: 480, 465, 475, 485, 540 y 510 Kg.
Óscar San Román (verde botella y oro): Palmas y ovación.
Juan José Padilla (naranja y plata con remates negros): Pitos y oreja.
Aldo Orozco (blanco y oro): Vuelta tras fuerte petición y ovación tras aviso.