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Los marcados contrastes de la Fiesta (fotos)

Miércoles, 16 Sep 2009    Zacatecas, Zac.    Juan Antonio de Labra / Foto: Landín-Miranda           
Joselito y Ortega, a hombros

El espléndido clima que prevalecía desde por la mañana presagiaba una tarde de toros de lujo, y la gente acudió gustosa a presenciar el espectáculo y llenó la plaza, que se veía preciosa después de tantas tardes de lluvia y la arena convertida en un barrizal.

Toda aquella buen vibra el principio se cortó de tajo cuando el caballo de Gastón Santos perdió el paso y cayó estrepitosamente, cuando ya llevaba cosida a la cola las embestidas del toro de Reyes Huerta que abría la función.

El golpe fue impactante porque el caballo, y también el toro, le pasaron por encima al rejoneador potosino, que se sintió herido de inmediato al sufrir la fractura de la pierna izquierda.

Los momentos de incertidumbre fueron eternos mientras lo conducían a la enfermería, dolido del cuerpo, dolido del alma, en una tarde donde había venido feliz a torear ya que se había quedado sin poder hacerlo el pasado martes 8 debido a las malas condiciones del ruedo.

Y miren por dónde que los dos Santos –primero Rodrigo, y ahora Gastón– se fueron inéditos y salieron lastimados de una feria que no querrán recordar, sobre todo éste último, porque las fracturas y las lesiones de rodillas son lo peor que le puede pasar a los toreros.

Pero como la Fiesta es esto, y también lo otro, ya que está dotada de marcados contrastes, habrá mucho público que sí recordara esta corrida con agrado, pues se vio, ante todo, una gran entrega por parte de la terna que desembocó en un justificable triunfalismo.

Un total de ocho orejas se repartieron nueve orejas se repartieron Gastón, al que le entregaron la que, por derecho propio merecía el sobresaliente Antonio Romero, que estuvo muy entonado, Zotoluco, Rafael Ortega y Joselito Adame.

Zotoluco pechó con un primero toro que no fue fácil porque embestía rebrincado y sabía lo que se dejaba atrás. El de Azcapotzalco trató de someterlo pero sin bueno resultados y la faena fue intermitente.

En cambio, el quinto fue el mejor del encierro, un toro con el hierro del tío Chafik -al fin y al cabo, dicen por ahí, todo queda en familia- que embistió humillado en "C3" como luego suelen calificar en algunas ganaderías esta condición tan asombrosa cuando un toro lleva el morro por la arena.

Es preciso que Lalo ordenó un castigo muy medido en varas, y dejó crudito al encastado "Así soy yo", que no se cansó de embestir, aunque en cada uno de los pases exigió una gran verdad por parte del torero, que se plantó delante con decisión e hizo una faena ligada en un palmo y emocionante, de la que destacaron los sentidos naturales. Y Zotoluco se dejó en la punta de la espada un triunfo legítimo.

El alternante que más apéndices cosechó fue Ortega, fiel a un toreo tan dinámico como espectacular que caló hondamente entre el público.

Porque hay que decir que Rafael sale a hacer lo suyo, y vende su “mercancía” a manos llenas, gracias a esa forma de torear que le hace conectar de inmediato con la gente.

Y así fueron las dos lidias que realizó, primero ante un toro que rebañaba y embestía con temperamento, y más tarde frente a otro que se partió un pitón por la cepa y terminó resintiendo el golpazo y embistiendo con un punto de violencia.

En ambos casos, Rafael se prodigó con capote, banderillas y muleta, entre la algarabía popular y como es un cañón con la espada –colocó dos estocadas en “en el rincón”; las dos fulminantes– se llevó cuatro orejas a la espuerta.

Si la gente había hecho erupción con Rafael, tardó en entrar en la primera faena de Joselito ante un toro reservón, incierto, que metió la cara en contadas embestidas.

Lo mejor vino a la hora de matar, pues el hidrocálido implementó un nuevo tranquillo para matar, perfilándose a la manera de Enrique Ponce, con la punta del acero apuntando hacia arriba y vaciando con eficacia y emoción en el momento del embroque. Una oreja pocos solicitada, que fue a traer del desolladero el banderillero Fermín Quiróz, no duró mucho en su mano porque prefirió dar la vuelta al ruedo con capote y montera.

En el sexto, ya cuando el público había sentido la calidez de la entrega y estaba dispuesta a tener un final de corrida muy emotivo, sobrevinieron instantes de interés.

Joselito toreó bien a la verónica, con los pies juntos, jugando los brazos con naturalidad. Después realizó un quite por zapopinas y banderilleó alegremente.

La faena no tuvo mucha duración porque el toro vino a menos y sólo le regaló contadas embestidas, mismas que aprovechó para torear muy asentado y con buen trazo, en series de buen acabado que abrochó con largos pases de pecho.

Una vez más se perfiló con seguridad y colocó una estocada de magnífica ejecución que le granjeó las dos orejas, y poner la cereza al pastel de la euforia colectiva que, a esas horas de la tarde, se percibía en toda la plaza.

Y este colofón de la corrida fue una especie de premio, merecidísimo, al valor de un público que aguantó las inclemencias de la lluvia durante varios festejos.

Ficha

Sexto festejo de feria. Lleno en tarde soleada al principio, y lloviznó un poco hacia el final. 1 toro de Reyes Huerta para rejones, noble, y seis de Julián Hamdan, bien presentados, de juego desigual, de los que destacó el 5o. por su trasmisión. Pesos: 470, 503, 490, 480, 501, 520 y 505 kilos. El rejoneador Gastón Santos: Lesionado. El sobresaliente Antonio Romero: Oreja tras aviso, misma que le llevaron a Gastón a la enfermería de la plaza. Zotoluco (azul añil y oro): Palmas y ovación. Rafael Ortega (grana y oro): Dos orejas y dos orejas. Joselito Adame (verde bandera y oro): Oreja con algunas protestas y dos orejas. Destacó en varas Isabel Prado. Al finalizar el paseíllo se tributó un minuto de aplausos a la memoria del ganadero Francisco Suárez del Real, fallecido en días pasados.


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