El comentario de Juan Antonio de Labra (audio)
Jueves, 28 Jul 2016
Ciudad de México
Juan Antonio de Labra | Opinión
Sobre las diversas reflexiones que nos deja el debate con antitaurinos
El debate del viernes pasado ante los antitaurinos nos deja diversas reflexiones. Entre ellas, y quizá la más importante, es que tenemos argumentos sólidos para defender a la Fiesta, pero también, que los aficionados estamos unidos y dispuestos a emprender una cruzada a favor de los toros.
El mayor logro de este encuentro fue que éramos mayoría, cuando casi siempre suele ser al revés. Este hecho, en sí mismo, fue determinante en el devenir de los acontecimientos de un evento del que la Fiesta salió fortalecida de cara a los diputados de Morena, que terminaron haciendo la "graciosa huida".
Y al final fue muy significativo saber que el partido se desmarcó de este foro antitaurino, y que aún no ha fijado una postura sobre la Fiesta Brava, enviando un mensaje de prudencia política del que no podemos confiarnos.
Porque está claro que, llegado el momento, Morena, el PRD y el Partido Verde, podrían inclinar la balanza en contra de los toros dentro la Cámara de Diputados, y eso sí que sería algo irremediable para el futuro inmediato de la Fiesta.
Al margen de este debate, que sólo sirvió para demostrar que no vamos a detenernos, lo más relevante es dar continuidad al cabildeo político para persuadir a los asambleístas del grave atropello que pretenden hacer a las garantías individuales de una minoría cuya voluntad debe ser respetada.
Para este fin se requiere el apoyo moral de aquellas personas que no están en contra de la Fiesta; es decir, los indiferentes que, sin ningún tipo de apasionamiento, deben ejercer presión social para que los legisladores no voten leyes que contravengan nuestros derechos.
En el aspecto doctrinal, el asunto medular es rebatir lo que los antitaurinos denominan "maltrato animal" y el que ataña al supuesto "sufrimiento" del toro. Es preciso esgrimir ante los políticos argumentos científicos que permitan rebatir este tema que tanto les perturba a los animalistas, no obstante que el instinto del toro de lidia cumple con su ciclo vital cuando muere en la plaza.
También deben pesar los argumentos ecológicos que gravitan en torno a la crianza del toro, pues el campo, su hábitat, es una reserva de fauna y flora que brinda equilibrio a todo un ecosistema. Y esto es muy evidente.
En este sentido, la defensa jurídica de nuestra causa es procurar que en todas leyes a favor de los animales, se excluya al toro de lidia en virtud de que esta especie está protegida por los ganaderos que la crían, y gracias a su pervivencia, la corrida se traduce no sólo en un hecho histórico cargado de tradición e identidad cultural, sino parte indisoluble de un sector industrial que genera una gran derrama económica.
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