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Espectro taurino: Lejos de la verdad

Sábado, 23 Jul 2016    Ciudad de México    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
La columna de todos los sábados
La verdad, como aprendimos desde las primeras lecciones de filosofía, es la adecuación del intelecto con la realidad, y cuando una persona se encuentra en la mentira es imposible que pueda argumentar con claridad y termina desinformando a los demás.

Si algo nos quedó claro después del sesgado "debate" con fracciones antitaurinas, celebrado el día de ayer en uno de los salones de la Asamblea Legislativa, es que desafortunadamente la gente opuesta a la Fiesta sigue repitiendo, como disco rayado, los mismos argumentos falaces.

Cuando leímos las biografías y grados académicos de los panelistas que defenderían su postura contra la tauromaquia, sinceramente esperábamos un mayor nivel en sus respectivas exposiciones. Salvo algunas excepciones, la mayoría se dedicó a exponer una serie de mentiras.

Desde el clásico "disfrute con el dolor" por parte de los aficionados, hasta la increíblemente absurda comparación del toreo con una guerra entre naciones, los argumentos antitaurinos se movieron en el terreno de los sofismas, como dirían los pensadores griegos a aquellos postulados con apariencia de verdad... pero esencialmente falsos o equivocados.

Por supuesto que todos tenemos derecho de tener una opinión y pensar de la forma en la que nos venga en gana. Sin embargo, inventar mentiras para justificar un punto de vista es insultante, por decir lo menos, y habla de una escasa capacidad intelectual para comprender el entorno que nos rodea.

Si basándonos en la verdad no te gustan los toros, adelante. Pero si estás en contra teniendo por base una mentira de la esencia del toreo, lo menos que podrías hacer es informarte mejor para contar con un punto de vista más sólido, ya que querer terminar con algo que no comprendes es, lo menos, una estupidez, como también lo es intentar prohibir.

También nos hemos dado cuenta que muchos antitaurinos declarados, o bien como parte de tendencias actuales, colocan al animal al mismo nivel o incluso por encima de los seres humanos. Ahí ya se carece de terreno común para un "debate" y el intercambio de ideas es imposible.

Humanizar al animal es animalizar al hombre, y en este sentido creemos que sacar a un animal de su contexto o esencia es, en realidad, la verdadera crueldad. El ser humano es un animal, pero a la vez es más que un animal gracias a su naturaleza basada en la inteligencia y la conciencia, así como un animal es más que un vegetal debido a su desarrollo.

Pero si de tratar a los animales se trata, respetándolos como parte de un ecosistema, los antitaurinos no se dan cuenta que al terminar con las corridas se termina con una especie. Por "defender" a un toro eliminarían al otro 94 por ciento de las reses que no van a una plaza y que sostienen la cabaña brava... y el negocio del sector taurino que genera una gran derrama económica.

Por defender a un toro se iría una especie. Y como un día nos explicó un gran filósofo que nos dio clases, en los animales no trasciende en sí el individuo, sino la especie, y la gran diferencia con el hombre es que, en éste, la dignidad del individuo cuenta con un carácter esencial.

En otro sentido, nos dio mucho gusto ver la unidad de muchos de los grupos taurinos por el objetivo común de defender nuestra Fiesta. Ayer quedó claro que, realmente juntos, tenemos la capacidad de defender algo que consideramos muy nuestro, que más que una pasión es una forma de sentir y de vivir.

En fin, que ayer fue un día de muchas enseñanzas y en los que se renueva la motivación para seguir luchando por la libertad en cualquiera de sus manifestaciones.


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