Como en democracia cualquier debate que ataña a la salud social de la ciudadanía es enteramente válido, saludo con regocijo la iniciativa de discutir en la instancia que honrosamente representan sobre la conveniencia o no de suprimir las corridas de toros en la ciudad cuyo gobierno les hemos confiado. No les extrañará, sin embargo, que los aficionados a la tauromaquia nos sintamos aludidos y justamente preocupados ante su iniciativa, acostumbrados como estamos a padecer la ligereza con que últimamente se cuestiona la fiesta de toros desde posiciones ferozmente radicalizadas, emparentadas muchas de ellas con intereses más políticos que ideológicos, por mucho que cierto tinte progresista las salpique.
En principio, nada que temer, puesto que el arte –ningún arte– puede estar sujeto a conveniencias de partido ni a presuntas "causas" abrazadas por redistas sociales afectos –cuando no viciosamente adictos– a la omnipresencia cibernética que nos ahoga. Pero como el rechazo de la tauromaquia, dentro y fuera del país, ha sido predominantemente visceral y en absoluto argumentado ni razonado como corresponde, y como sabemos de qué manera se las gastan ciertos políticos nuestros cuando, impotentes para reconocer, afrontar y resolver problemas sociales acuciantes, desvían su atención y la nuestra hacia cuestiones falsamente problemáticas, me parece oportuno solicitar de ustedes la serena imparcialidad indispensable para que dicho debate se dé en términos realmente democráticos, es decir, respetuosos de todas las voces y todas las posturas, y encaminado a conocer a fondo el tema que se discute como condición para alcanzar una resolución objetiva y no discriminatoria.
Creemos con firmeza que la adopción de un pensamiento único, el que sostienen e impulsan los autores y beneficiarios principales de la llamada globalización, es un error que atenta contra la diversidad cultural en general, y la riquísima cultura de nuestro país en particular. Ojalá que, en este caso, su poderosa influencia no implique que nuestros representantes populares adopten sin más la moda neoliberal, a espaldas de nuestras tradiciones y nuestra cultura, ya sea por insensibilidad, por oportunismo político o por ignorancia simple y llana.
Como no pretendo hacer una apología de la fiesta de los toros, prefiero que sean otros, personajes con un gran peso y significación en el mundo del pensamiento, la ciencia y las artes, quienes tomen la palabra. Sólo les pido leer con atención sus puntos de vista respecto de la tauromaquia antes de decidir si realmente sería una medida libre, inteligente y democrática suprimir las corridas de toros, con todo lo que han significado como una pieza singularísima del patrimonio cultural mexicano a través de los siglos.
Lord Tristan Garel-Jones (Exministro de Gran Bretaña, diplomático y miembro de la Real Sociedad Protectora de Aves): La defensa de los toros ha de ser la punta de lanza del contraataque contra la cultura global homogénea de habla inglesa… hacia la que en el siglo XXI estamos caminando casi como sonámbulos… permitirlo implicaría el triunfo de unos valores anglo-norteamericanos cuyo rechazo a la Fiesta es tan visceral como equivocado.
Alberto Sánchez Piñol (Antropólogo catalán). Lo que nos solivianta y escandaliza realmente es que los toros expongan a la luz pública la realidad de la muerte en una sociedad hedonista y farisea como la que padecemos… Está emergiendo un neopuritanismo falaz que se infiltra porque lleva la etiqueta de izquierdas. En ese caso... ¿Somos víctimas de un Comité de Salud Pública resuelto a imponernos la virtud manu militari?
Juan Carlos Illera del Portal (Biólogo e investigador, no aficionado a los toros): El dolor que siente un toro bravo es muy inferior al que sentiría otro animal, ya que libera un número muy alto de hormonas como serotonina, dopamina y testosterona… También se ha demostrado que tiene un nivel muy bajo de estrés durante la lidia. Cuando más se estresa el toro bravo es cuando sale a la plaza, no cuando le clavan las puyas y banderillas… Considero muy superior el grado de estrés que experimenta el torero (Conclusiones de una investigación científica que se verificó utilizando microchips insertados en el cuerpo de toros de lidia).
Mario Vargas Llosa (Escritor peruano, Premio Nobel de literatura 2010): Para quien goza con una extraordinaria faena, los toros representan una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de Vallejo… el torero, con sus precarias armas materiales… y sabiduría y coraje… armonía y elegancia… va creando unas escenas que impregnan la memoria de los espectadores y pasan a formar parte de sus vidas… Para saber que esto es cierto no es indispensable asistir a una corrida (ningún aficionado obligaría a nadie que no lo deseara a ir a la plaza). Basta con leer los poemas y los textos que los toros y los toreros han inspirado a grandes poetas, como García Lorca y Alberti, y ver los cuadros en que pintores como Goya o Picasso han inmortalizado el arte del toreo… para muchas, muchísimas personas, la fiesta de los toros es algo más complejo y sutil que un deporte, un espectáculo que tiene algo de danza y de pintura, de teatro y poesía, en el que la valentía, la destreza, la intuición, la gracia, la elegancia y la cercanía de la muerte se combinan para representar la condición humana.
Fernando Savater (Filósofo humanista contemporáneo): No es que desde el punto de vista ético haya que defender a los toros, es que no hay argumento ético para condenarlos. Prohibir la Fiesta es ir contra la libertad humana… quienes lo hacen sólo desean imponer su cosmovisión unilateralmente… y son ellos los que incurren en barbarie en el sentido literal del término, porque desde los tiempos antiguos, el bárbaro era el que no distinguía entre el animal y el hombre.
Francis Wolff (Catedrático de filosofía de la Universidad de París): Cualesquiera que sean los deberes que tengamos hacia los "otros animales", son siempre relativos, o sea subordinados a los que debemos hacia los otros hombres, que, ésos sí, son deberes absolutos, porque son deberes de reciprocidad, de justicia y de comunidad… La ética de la corrida es la aplicación perfecta de esta tesis: respetar al toro, velar por la equidad del duelo… Esto es lo contrario de la barbarie porque se sitúa a equidistancia de dos fuerzas opuestas. Si el combate fuese igualitario, su práctica seria innoble para el hombre puesto que el valor de la vida humana se vería reducido al del animal –como en la formas de barbarie antigua que eran los juegos del circo romano. Si el combate fuese desleal, su práctica sería innoble para el toro, puesto que el valor de la vida animal se vería reducido al de una cosa –como en la barbarie moderna que suponen las formas usuales de ganadería industrial.
Octavio Paz (Poeta y ensayista mexicano, Premio Nobel de literatura 1990): ¿El toreo? Para mí es poesía en movimiento.
Federico García Lorca (Poeta español, asesinado en 1936 durante la Guerra Civil): No hay en el mundo fiesta más culta que la Fiesta de toros.
Carlos Fuentes (Escritor mexicano): Mi primera experiencia taurina me despertó un universo de emociones artísticas. La fiesta de los toros representa el conflicto entre la naturaleza y la voluntad humana en el que la muerte siempre es vida... y en el que en el fondo, al final, el que de verdad perece es el torero, el toro siempre sobrevive.
Charles Chaplin (Emblemático histrión y cineasta inglés): En las corridas de toros se reúne todo: color, alegría, tragedia, valentía, ingenio, brutalidad, energía y fuerza, gracia y emoción… Todo. Es el espectáculo más completo que he conocido.
Antonio Caballero (Escritor y diplomático colombiano): Bueno, sí, la barbarie: sangre y arena, sol y moscas, vocerío... Pero nadie que haya visto a Rafael de Paula torear a la verónica, o a Antoñete dejar parado a un toro en la esquina de una media… puede olvidarlo nunca. Y al contrario, el recuerdo se estira y se despereza en la memoria, y lo que fue un fogonazo se patina de lentitud y nostalgia… La fuerza –y también la violencia: una violencia mágica, armoniosa, musical– forma parte de esa belleza fugaz y duradera del toreo, que es lo más bello del mundo.
José Ortega y Gasset (Filósofo, el más importante de España en la primera mitad del s. XX): Quien quiera conocer la historia de España tendría que conocer la historia de las corridas de toros.
Camilo José Cela (Escritor español, Premio Nobel de literatura 1989): La Fiesta de toros es un arte único y exclusivo, una expresión de nuestra sensibilidad colectiva. Y podrá ser cruenta pero nunca cruel, en el sentido psicológico y ético del término.
J. M. Coetzee (Escritor sudafricano, Premio Nobel de Literatura 2003): Matemos a la bestia, sí… pero hagamos de ello una contienda, un ritual, y honremos a nuestro antagonista por su fuerza y su bravura… Mirémosle a los ojos antes de matarlo, y démosle luego las gracias. Cantemos canciones sobre él… al toro no lo matamos de forma abyecta después de haberle obligado a llevar una vida abyecta, sino que lo honramos antes de matarlo y después de haberle permitido vivir gozosamente y morir noblemente, peleando… (en su biografía sobre Elizabeth Costello).
Albert Boadella (Actor y dramaturgo catalán, fundador del célebre grupo Els Joglars): Los cómicos de la farándula siempre soñamos con la aparición de Mefistófeles poniéndose a nuestra disposición como lo hizo con Fausto. Pero yo no pediría jamás la ridiculez del retorno a la juventud… le pediría poder escoger mi forma de muerte, que sería transformarme en toro, y morir en la plaza a manos de un gran diestro como José Tomás.
Fernando Botero (Pintor y escultor colombiano): Me parece absurdo y doloroso que priven a tanta gente de una pasión como esta gran tradición cultural: pintaron la corrida Manet, Goya, Picasso, Bacon... No hay un gran arte inspirado en el fútbol. Se vive un mal momento para la tauromaquia, para el arte... para todo.
Javier Cercas (Escritor y ensayista catalán) Yo no sé si el toreo es un arte, pero basta ver a José Tomás, solo e inmóvil en el centro del ruedo mientras lleva y trae a su antojo a un animal salvaje de 500 kilos con la única ayuda de su capa, para comprender que si no es un arte, se parece tanto al arte que es muy difícil distinguirlo de él; también para admitir que quizá es un arte demasiado serio para nuestro tiempo… un tiempo que propende al arte intrascendente, al arte como diversión y entretenimiento, a un arte lúdico que desprecia o no entiende un juego artístico en el que uno se lo juega todo, porque en él están en juego la vida y la muerte.
Rafael Gómez "El Gallo" (Matador de toros): Torear es tener un misterio que decir… y decirlo.
Lisa Loft (Miembro del Dansk Toro Club de Copenhague): Para nosotros, la fiesta de toros es un homenaje a la inteligencia, al valor y al arte humanos; es, en el fondo, un homenaje al hombre.
Nuria Amat (Escritora catalana): El buen amante del arte del toreo se comporta como el lector o escritor que escribe o lee para encontrar el instante de la frase sublime, perfecta, que le haga saltar las lágrimas. Porque el estilo de la página y el arte de torear son la misma cosa. Salvo que el escritor no se juega la vida al buscar una metáfora.
Jean Cau (Escritor y periodista francés, premio Goncourt 1961; fue secretario de Jean Paul Sartre): El día de corrida, el aficionado a los toros tiene una cita con Papá Noel.
Víctor Gómez Pin (Filósofo): La tauromaquia no peca respecto a las demás artes por defecto (de sutileza o de rigor), sino por exceso (de radicalidad y ambición)... Lejos de que el torero deba apuntar a ser fundamentalmente artista, fértil sería para el artista intentar reencontrarse a sí mismo tomando modelo en la siempre frágil figura del torero.
Ramón del Valle-Inclán (Novelista, dramaturgo y poeta modernista): Si nuestro teatro tuviese el temblor de la fiesta de toros sería magnífico. Si hubiese sabido transportar esa violencia estética, sería tan heroico como La Ilíada. Una corrida de toros es algo espiritualmente muy hermoso.
Ramón Pérez de Ayala (Escritor y periodista español): Los toros no son un arte universal porque ganaderías de bravo sólo hay en España y unos cuantos países más, pero sí lo son en el sentido en que lo es todo arte. Son al mismo tiempo arte y drama vivo. Los toros no pueden morir. Moriría una parte de España. (Y de México, podríamos agregar nosotros.).
Michel Leiris (Escritor y etnólogo francés, cofundador del Collége de Sociologie en 1937, y posteriormente director del Centre national de la recherche scientifique): En toda corrida sucede algo cuya gravedad no halla paralelo en ningún otro atrevido intento de burlar a la muerte… es el lado esencialmente trágico de la hazaña del torero lo que le confiere ese valor singular: todas sus acciones son preparativos técnicos y al mismo tiempo ceremoniales para la muerte pública del héroe, que no es otro que ese semidios bestial: el toro… El matador: un Damocles que cogió su destino por los cuernos, con su espada en la mano.
Javier Marías (Novelista español): Si las corridas se prohibieran, en nada cambiarían mi vida ni mis costumbres, luego carezco de todo interés personal o laboral en su permanencia. Pero tampoco tengo nada en contra de ellas… (además) el mantenimiento de no pocas dehesas (parques auténticamente naturales, donde un animal criado por el hombre goza de condiciones para realizar su naturaleza específica) sería inviable sin la fiesta de los toros… me temo que, en este caso, los autonombrados defensores de los animales son su mayor amenaza y sus mayores enemigos".
Marina Abramovic (Artista serbia del performance): Amo las corridas de toros, he ido a muchas, he leído a Hemingway… Las corridas simbolizan la oscuridad y la luz. Y me entristece que en Barcelona las hayan prohibido. Es muy estúpido prohibir una tradición así, que viene del alma y a ella va dirigida.
Juan Belmonte (matador de toros): El toreo es una fuerza del espíritu.
Enrique Tierno Galván (Filósofo y alcalde socialista de Madrid en los años 80 del siglo XX): El toreo es escuela de valores democráticos.
Cierro con una anécdota. Hacia años, el guionista Peter Viertel le preguntó a Orson Welles (cineasta neoyorquino, realizador, entre otras, de la revolucionaria película "El ciudadano Kane") quién era el anciano norteamericano enamorado del toreo, si Hemingway (Ernest, Premio Nobel de literatura 1954) o él mismo. "Ambos" respondió Welles. Y después guardó silencio.