Otra vez la lluvia estaba haciendo de las suyas minutos antes de que se abriera la puerta de cuadrillas, y los toreros tomaron la decisión de echar p’alante y que se diera la corrida, pues la autoridad no estaba convencida de que así sucediera.
Y como al final, sólo ellos, y nadie más, son los que le ponen la barriga a los toros, no quedó más remedio que complacer al público, que hacía una buena entrada.
Nueva ovación merece esta gente tan noble, y aguantadora, ya que en todas las corridas se ha calado hasta los huesos sin rechistar; por el contrario, ha preservado su buen ambiente y alentado en todo momento a los toreros. De tal suerte que éstos, como en otras tardes, también correspondieron a esa entrega del público.
La corrida tuvo un toque de alarma cuando José Mauricio fue volteado feamente por el tercero. En un descuido, sumado a su exceso de confianza, el de Malpaso se lo echó a los lomos como un muñeco de trapo, y éste cayó de mala manera, quedando inerme sobre la arena.
Los momentos de angustia que se vivieron fueron dramáticos, pues Mauricio yacía tendido sin movimiento alguno, mientras las cuadrillas intentaban llevarse el toro a otro lado, y Garibay tiraba de un brazo a su compañero para alejarlo del peligro con rapidez.
Después se supo que los médicos le recomendaron no salir a matar al sexto, porque presentaba un fuerte golpe en el brazo derecho y un puntazo en el escroto, del que fue atendido en la enfermería de la plaza.
Así que la corrida quedó en un inesperado mano a mano entre Rafael Ortega e Ignacio Garibay, que rivalizaron con entrega. Y la suerte favoreció a éste último, que sorteó un buen lote compuesto por un primer toro precioso de hechuras, descolgado y bajo, que tuvo gran calidad pero repitió poco las embestidas.
Nacho le dio tiempo, pausa y pulso, hasta sacarle varios naturales de extraordinaria factura, y con la inspiración que, como artista, le imprime a sus trasteos en la actualidad. Pero no estuvo fino con la espada y dejó escapar el corte de una oreja.
Cuando saltó a la arena el quinto, un toro con dos pitones, muy en el tipo de un San Mateo de los treintas, Garibay sabía que aquello tenía importancia y como el toro embestía con mucha transmisión, en las primeras de cambio se acopló para hacerle una faena recia y emocionante, que remató de una estocada baja.
Sin embargo, no fue impedimento para que le concedieran dos valiosos apéndices en medio de la algarabía colectiva. Había que recompensar tanto aguante por parte de la gente, que se había metido con el juez de plaza cuando no permitió que la banda tocara la “Marcha de Zacatecas” en el toro anterior.
Y es que delante del cuarto, Ortega sacó a relucir su popularidad y deleitó al público con dos buenos pares de banderillas y más tarde se mostró más que entusiasta, intentando ligar una faena ante un toro que terminó rajándose demasiado pronto y al que cortó una oreja pedida con mucha insistencia.
Al toro que abrió el festejo le hizo otro trasteo alegre, del que destaco su voluntad de ligar los pases debajo de una llovizna que tenía el piso de la plaza hecho un barrizal.
Cuando saltó a la arena el sexto se suscitó una confusión entre el público, pues la gente creyó que ese toro correspondía a Ortega. Pero no. Era para Garibay ya que Rafael había estoqueado el que hirió a Mauricio y también los dos toros de su lote.
Esta circunstancia, además de que el toro tenía una cornada en los testículos, que le impedía desplazarse con soltura, no dejó que la lidia discurriera con interés, y Garibay se vio obligado a abreviar.
Cuarta corrida de feria. Más de media plaza en tarde lluviosa que obligó a aplazar 12 minutos el comienzo del festejo. 6 toros de Malpaso, de impecable presencia, varios armoniosos de hechuras, de los que sobresalieron el 2o. por su calidad y el 5o. por su bravura. Pesos: 528, 542, 546, 476, 454 y 483 kilos. Rafael Ortega (azul turquesa y oro): Ovación tras petición, silencio en el que mató por José Mauricio y Oreja. Ignacio Garibay (carmesí y oro): Palmas y dos orejas. José Mauricio: Herido. Sufrió una conmoción cerebral, puntazo en el escroto y así un fuerte golpe en el hombro derecho. Destacó en varas Paco Salinas, que fue ovacionado.