En busca del tiempo perdido (video)
Domingo, 31 Ene 2016
México, D.F.
Juan Antonio de Labra | Foto: Sergio Hidalgo
Joselito Adame cortó dos orejas y salió a hombros de La México
No resulta fácil hacer una reflexión ecuánime de lo que ocurrió en la Plaza México, quizá porque la esencia de la fiesta de los toros está tocada de una complejidad que va más allá del análisis, y más aún tratándose de un torero tan especial como José Tomás.
Y si el resultado final de la corrida no fue lo que esperaban sus miles de legionarios, por lo menos les quedará la satisfacción de ver triunfar a un pujante Joselito Adame, en la plenitud de su madurez, que salió a demostrar porque es el torero más importante de un país ávido de ídolos populares.
Pero la historia de la corrida era precisamente otra: el reencuentro con José Tomás, el mito viviente; la vuelta a "casa" de un hombre que ha adoptado un forma de ser tan alejada de toda norma; que ha sido coherente con su filosofía de vida; que hay llevado su mística a alimentar una personalidad auténtica, a veces desgarradora, otras soñada y etérea, que hoy no brilló delante de aquellas 42 mil almas reunidas en el coso de Insurgentes.
Porque no era sólo el dominio escénico al que ya no está acostumbrado José Tomás, por su falta de actividad continuada, sino que esta tarde parecía que andaba en busca del tiempo perdido -evocando el título de la magistral novela de Marcel Proust-, porque los años pasan, el ímpetu se marchita, y la sangre derramada deja una amarga estela de recuerdos imborrables.
Así que ante el reservón primero fue evidente que José Tomás expuso con entrega, pero también con cierta torpeza, hasta que el de Los Encinos lo cogió en dos ocasiones y estuvo a punto de darle una grave cornada en el cuello. Verlo entre los pitones de esa manera fue angustioso, porque lo de Aguascalientes no se olvida.
Sus mejores destellos fueron con el tercero, al que dio varios naturales y redondos de acusada cadencia y lentitud, la de sus mejores faenas, tratando de hacer el toreo con pureza, pero sin el sitio y la redondez que requiere una profesión tan exigente, que a las figuras de su talla siempre les reclama estar a tope, no sólo delante del toro sino también del público.
Y por más toros que mate a puerta cerrada en la soledad del campo, la plaza siempre será otra cosa, ahí donde el monstruo de las mil cabezas se enerva sin explicación alguna, como pasó en el quinto, al que protestaron por su aparente carencia de trapío, que no era eso sino el desánimo colectivo de ver que la tarde se iba sin una faena contundente de José Tomás.
Tampoco fue capaz de armar una bronca de época, que hubiera sido lo suyo: caer al pozo del desencanto y provocar en la gente otro tipo de sentimiento tan recio y trascendente como el de la ira. Y fue ahí, mientras lidiaba por la cara al sobrero de Xajay, en medio del a desilusión colectiva, cuando el madrileño evidenció este cansancio de tratar de ser diferente.
Con todo a favor, Joseilto Adame se impuso en el sexto, al que hizo un luminoso quite por zapopinas y después una faena valiente, metido entre los pitones, seguro de sí mismo y del camino que se ha trazado. El público valoró su actitud, como lo había hecho también en la lidia del segundo, al que toreó con algunas ventajas.
Y el recurso de la espada, aquella que da nombre a la honrosa profesión de matador de toros, fue lo que le valió cortar dos orejas tras ejecutar una estocada a un tiempo que sorprendió a todos por su destreza para salir a hombros.
José Tomás atravesó el redondel de La México cabizbajo, meditabundo, tal vez tratando de encontrar una rápida respuesta a este inesperado fracaso, que deber abrir nuevos horizontes en su proyecto de vida, ahora que ya tiene 40 años a cuestas, y más de dos décadas cargadas de intenso dramatismo y de leyenda.
Ficha México, D.F.- Decimosexta corrida de la Temporada Grande. Lleno de "Agotado el boletaje" en tarde espléndida. Tres toros de
Los Encinos (1o., 4o. y 6o.) dos de
Fernando de la Mora (2o. y 3o.) y uno de
Xajay (5o., sobrero sustituto de uno de
Fernando de la Mora devuelto por su aparente falta de trapío), de escaso juego en su conjunto, de los que sobresalió el 2o. por su nobleza y el 6o. por su buen pitón izquierdo. Pesos: 522, 518, 488, 500, 502 y 597 kilos.
José Tomás (rosa y oro): Oreja con protestas, que no paseó, ovación tras aviso y silencio tras aviso. Joselito Adame (azul noche y oro): Silencio tras aviso, silencio y dos orejas. Incidencias: Al finalizar el paseíllo se tributó una ovación en el tercio al taurino Gonzalo Martínez, y se hizo un reconocimiento púbico al doctor Rafael Vázquez Bayod y su equipo médico por la atención brindada al banderillero Mauricio Martínez Kingston, gravemente herido el pasado 17 de diciembre. Destacaron en banderillas Cristhian Sánchez, Héctor García y Héctor Rojas, que saludaron.
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