Todo apuntaba un buen presagio. Desde el clima: cielo azul, termómetro templaíto, ausencia de viento (no aire, que es lo que respiramos); el cartel con los chavales más destacados de la temporada; los tendidos, no muy poblados; pero estuvimos los cabales. Y de muy buen talante. Pero los toros, excepción hecha del ejemplar abreplaza, de Celia Barbabosa, nos echaron a perder la función.

Con el primero de la tarde, "Ingeniero" de nombre, fino de hechuras, cárdeno, delantero de cuerna trotó de salida, el tapatío Carlos Casanueva llevó al astado al caballo por “tapatías” y luego se despachó un quite por faroles tapatíos de hinojos y remató con un recorte de zapopinas pleno de voluntad. Con la muleta pasó las de Caín para encontrarle el ritmo a un novillo muy justo de fuerza, pero de gran calidad en su embestida.

Cuando acertó a acortar los terrenos, echar atrás la muletita y acompañar los muletazos con todo el cuerpo, el público le jaleó fuerte –pues cómo no– los acompasados pases por ambas manos. Remató su faena con bernardinas que, de tan ceñidas acabó empitonado y con un cate de dos trayectorias que hasta que estuvo en el callejón al término de la lidia comenzó a sentir los efectos (en párrafo aparte se consigna el parte médico). Se puso pesado con los aceros; escuchó un aviso del palco y en silencio los aplausos para el novillo. El segundo de su lote lo despachó Diego Sánchez.

El de Aguascalientes no vino a ver si podía, sino porque podía vino. Se apretó los machos –nada extraño en él– y sacó agua de la piedra del primero de su lote; un ejemplar de Campo Grande, negro, astifino hasta decir basta, el que por inri, su capote se lo hizo dos al cortar la tela a la mitad, como con bisturí al rematar un quite de sabrosas y ovacionadas chicuelinas. Antes nos regaló un serie de verónicas de mucho sabor, ritmo, temple y manos bajas (ojo Juan pablo) que remató con una media bien toreada, que mucho se le aplaudió. Faltaba lo mejor. Ahora, no crea usted que el novillo era una perita en dulce.

Hubo de tragársele mucho; aguantarle parones, sacárselo del sobaco sin hacer ni gestos. Vaya, que el muchacho tiene el valor de a de veras: ese de serenidad; sin aspavientos, ni actitudes de espadachín al concluir las series ni de triunfalismos de futbolista. No. De torero que se sabe, que se siente… que se es torero (ojo Juan pablo). Toreo por bajo con una rodilla flexionada para enseñar el camino, para centrarse y entender qué armas porta el ejemplar que tiene enfrente. Ya entrado en  gastos, Diego Sánchez construyó una faena sólida, sin miriñaques ni chulerías. Con aroma al cloroformo que sólo perciben los que chanelan.

Oiga, pero además, de buen gusto, con desplantes de torería, oportunos y con finura. ¡Ay! Si fuera más vertical ¡Ay! Si matara los toros. Hoy se llevó un aviso, una sonora ovación en el tercio y el trofeo "Manuel Capetillo" en disputa, que señala al triunfador de la temporada novilleril. Ni más ni menos, que de Guadalajara. Sus otros dos ejemplares, uno el propio y el otro que lidió en lugar del lesionado Casanueva, ni pa’ que insistir en la herida.

El tlaxcalteca Gerardo Rivera, hoy se fue de vacío. No por falta de ánimo, ni de voluntad, ni de toreo. Es que los regalitos que le correspondieron en –mala– suerte, nos la hicieron ver también a todos en la plaza. Vaya, que ni en banderillas pudo lucir. "Seda Gris", de Campo Grande, capacho de encornadura, le echó encima a la parroquia y ni el brindis popular, a manera de reconciliación, ni la voluntad a tope, le re-granjeó la atención del respetable. Menos, el imposible Abuelo, del hierro de Montserrat le permitió lucimiento alguno. Aunque habremos de consignar y destacar una clásica, ortodoxa y bella estocada al volapié que ahí quedó como ejemplo de cómo se matan los toros (ojo Diego).

La empresa anuncia para el próximo domingo 15, al hispano Daniel Luque, quien cortara un rabo en su última comparecencia en esta temporada 2014-2015, mano a mano con el queretano Octavio García "El Payo" con toros guanajuatenses de Begoña.