Entre el duende y la maestría (fotos)
Sábado, 01 Nov 2014
Mérida, Yuc.
Jorge Raúl Nacif | Enviado
Nacho cortó la primera oreja en este funcional coso
Ignacio Garibay llegó por la vía de la sustitución a la inauguración del Coliseo Yucatán, en Mérida, y brindó una faena donde los duendes aparecieron por momentos, mientras que Joselito Adame tuvo una actuación plena de maestría e importancia, pese a no tocar pelo.
Entre los matices interesantes de esta tarde inaugural brilló con luz propia el sentimiento de Garibay, que actuó en lugar de Juan Pablo Sánchez, herido anoche en Juriquilla. No cabe duda que, cuando Nacho anda de vena y se acopla con un toro, brota su profunda inspiración.
Así es la Fiesta; ni duda cabe. Un torero que 24 horas antes ni siquiera imaginaba estar en Mérida, brindó los momentos de mayor calado artístico, como una pinturera larga cordobesa en la que llevó toreado a su segundo ejemplar acompañando elegantemente con la cintura. ¡Todo el cuerpo torea!
A este astado, que fue el mejor de la corrida pues tuvo nobleza y un alto grado de toreabilidad, Nacho le estructuró una faena medida y derechista,aprovechando el mejor perfil de su colaborador y corriendo la mano con un gran ritmo y cada vez con mayor lentitud.
Cuando lo vio claro,se tiró a matar y aunque el espadazo no quedó en el mejor de los sitios, el público exigió la oreja, trofeo que paseó con una sonrisa plena de satisfacción.
Ante el que abrió plaza, Ignacio Garibay se mostró insistente y con tesón, pero el astado carecía de fuelle; aunque hizo lo posible por cuidarlo y no forzarlo, la situación no logró cobrar mayor vuelo.
Bien decíamos que la tarde de José fue relevante. Importan poco las orejas cuando se es capaz de entender a los toros de la manera en la que este hidrocálido lo hace, con maestría y una solvencia que admira e impresiona a los aficionados.
La faena ante su primero fue de una estupenda claridad de ideas,aprovechando la movilidad del cárdeno para ir de menos a más, templando con pulso, elemento que fue clave para sacarle partido a este burel,que terminó entregado ante una muleta que tiene ya poderío.
Sobradamente merecía la oreja y el público así lo entendió, a pesar de tener que hacer uso del descabello y acertar en el primer intento al amorcillarse el de La Estancia. Lástima que el juez Zapata no lo viera así, pero el público se le entregó al torero y materialmente lo obligó a dar la vuelta.
Su segundo parecía no tener mayores elementos para pensar en el triunfo. Sin embargo, Adame lo fue "sobando" y, con paciencia y maestría, fue limando sus defectos para que la faena terminara en punto de ebullición. Y cuando tenía ganada una oreja de mérito, falló con el acero y todo quedó en palmas.
Diego Silveti y Michelito Lagravere no tuvieron suerte y cosecharon con lotes poco potables. Saliéndole siempre pa ´lante, Diego logró algunos buenos muletazos ante su primero, entre los que destacaron los pases del desdén, a pies juntos y desmayando en engaño. El toro fue noble, pero no terminaba por emplearse en la sarga.
El segundo de su lote no tenía un gran recorrido y comenzó a regatear las embestidas, lo que complicó el panorama. Diego volvió a hacer el esfuerzo, como correspondía, y dejó patentes algunos detalles, enmarcados en el carisma que manifiesta en los ruedos.
Con base en firmeza, cuajó Michelito derechazos con reciedumbre a su primer burel, pero el toro vino a menos y no permitió mayor lucimiento para el torero de la tierra, que anduvo esforzado y con matices de interés, mostrando su proyección y buena cabeza.
Con el octavo "cantó la gallina" y el toro pronto buscó querencia en tablas, doblando contrario en alguna ocasión. Escasas opciones brindó el ejemplar, a pesar del tesón por parte de este joven matador de toros, que demostró entrega al igual que sus compañeros de este interesante cartel.
Así pues y tras una corrida que alcanzó prácticamente cuatro horas de duración, se puso en marcha la actividad en este moderno y funcional escenario.
Ficha Mérida, Yuc.- Inauguración del Coliseo Yucatán. Media entrada en tarde agradable. Ocho toros de La Estancia, de impecable presencia y de juego desigual -algunos complicados y descastados-, entre los que destacó el 5o., por su nobleza. Pesos: 478,470, 510, 472, 511, 516, 479 y 486 kilos. Ignacio Garibay (caña y oro): Palmas y oreja. Joselito Adame (azul rey y oro): Vuelta tras dos avisos y palmas tras aviso. Diego Silveti (espuma de mar y oro): Palmas y silencio. Michelito Lagravere (corinto y oro): Palmas en su lote. Incidencias: Tras el paseíllo se rindió un minuto de aplausos a la memoria del maestro José Mari Manzanares.
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