Ambiente de tarde grande en la plaza. Ilusión a tope de afición y toreros. Pero el encierro no correspondió a las expectativas. Aquí se aplica la frase: los toros no tienen palabra… y los criadores agregan "pero el ganadero sí". Excepción hecha del primero de la tarde, que desentonó por mucho con el resto de sus hermanos, la corrida tuvo edad evidente, fue muy seria; impecable de crianza; con romana; astifinos y muy armados.
Sólo el segundo de la tarde ofreció una lidia digna de tan insigne hierro. Aunque –eso sí– le permitió al aficionado que sí tuvo ojos, que sí tuvo oídos justipreciar la entrega y decisión de los toreros.
Créame, esto no se va a poder dirimir en una tarde. Hoy, Joselito Adame fue el triunfador de una competencia, que si bien con grandes augurios, apenas comenzó a dirimirse.
Con el segundo de la tarde, primero de su lote, el torero de Aguascalientes recibió al mimiahuapense con sentidas verónicas con remate pinturero al soltar una punta del capote. Colocó de largo al toro frente al penco de Mauro Prado, quien aguantó una embestida que alzó a su cabalgadura en cuatro patas.
La ovación fue de aquellas que sueñan los toreros. Le siguió el quite por chicuelinas rematado con media y revolera. Con la muleta, Adame se llevó al toro, como lo hacen los toreros buenos… andando hasta los medios con mucha torería. Remató con el de la firma y lo ligó con el de pecho sin una solución de separación. La algarabía de la afición fue mayúscula.
Cuando se echó la muleta a la mano zurda, como no se prestó “Reformador”, Adame volvió a la mano diestra, para pegar otro par de series muy jaleadas. Cuando perdió fuerza, Joselito se metió a los aficionados a la bolsa toreando con la derecha y fue que le aguantó horrores. Manoletinas de frente con el compás abierto. Estocada entera; fortísima petición y oreja al calce.
Con el segundo de su lote, cuarto en el orden, las cosas se pusieron color de hormiga: “Optimista” se quedaba corto en el viaje, pero Joselito estaba en plan grande. El toro acudió un par de veces al caballo, pero sin emplearse para nada, al que el de aguascalentense, le tragó parones y remató la lidia con manoletinas de frente con el compás abierto para escuchar una ovación.
A “Financiero” un -regalito- cornipaso salinero le arrancó la otra oreja de la tarde, por una faena pletórica de entrega y disposición. Un quite por zapopinas que le salieron pintadas con un remate de los oles más estruendosos en lo que va de la temporada. Aquí fue cuando le autorizó un quite a Guillermo Martínez que fue por faroles tapatíos, inspiración de su tío Miguel Ángel y le salió bordado. Además respetuoso el torero… un par, el remate y con discreción recibió los nutridos aplausos.
Brindis sentido a Eulalio López para luego sentarse en el estribo y aguantar que el toro se terciara feamente dejándolo entablerado (nos hizo recordar a Joselito Huerta con “Pablito”) pero Adame no se inmutó. Ya de pie, un trincherazo que le salió pintado. Le extrajo muletazos por el lado izquierdo, con temple y dimensión. Se arrodilló, pero pronto corrigió para lograr los mejores muletazos de la faena. Ayudados por alto para culminar la faena y… una estocada recibiendo que le valió el segundo apéndice.
Un sector del público fue notoriamente injusto, ciego e intransigente, con la labor de Eulalio López “El Zotoluco”, con quien se metieron toda la tarde sin tomar lo más mínimo en cuenta las dificultades –insalvables por momentos– de los astados que le correspondieron en –mala– suerte.
Con todo y eso, a “Morgan”, primero de su lote, que tuvo como casi única virtud el ser pronto y obediente a los engaños, el diestro chintololo pudo cuajarle un par de series con mucho mando y poderío con la sarga en la derecha, que hasta esos chuflas de sol tuvieron que reconocer. Un pinchazo y una estocada baja despacharon al toro.
A “Petrolero”, un toro cárdeno, serio hasta decir basta por donde se le mire, el torero capitalino lo recibió con un par de faroles de hinojos en el que al segundo, el toro le puso de muy fea manera los pitones en el cuello. Eulalio López no se amedrentó; vamos, que fue una demostración de cómo un señor se comporta ante el joven que va por su sitio. Toda una lección.
Encima de las complicaciones de un toro al que hubo de marcarle mucho los toques con voz y muleta y que no fue entregado en ningún momento, a más de que sabía lo que se dejaba atrás, un sector injustamente hostil. Por fortuna, otro sector –la mayoría– de los tendidos mostró su respeto y reconocimiento al de la capital. Faltaba aún otro “regalito”… un pájaro salinero que arrolló por todo el ruedo y que ni el duro castigo en varas logró matizar. Zotoluco abrevió, con la esperanza que el regalo que ofrecía le diera mejores posibilidades.
Pero no. “Nafto”, que así bautizaron a este toro cárdeno, veleto, serio, muy serio y con 555 kilos en los lomos que se revolvía como si pesara cuarenta kilos. Zotoluco intentó todo, pero fue imposible. Quizá le faltó más castigo, pero la cosa estaba tan trabajosa, que decidió abreviar el diestro el castigo en varas. Total que hemos visto a Eulalio López “El Zotoluco”, a pesar de la difícil tarde que tuvo, con mucha entrega, con mucha mentalidad y dispuesto a dar la pelea.