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Joselito enseñorea su dimensión de figura (video)

Domingo, 19 Oct 2014    Pachuca, Hgo.    Juan Antonio de Labra | Foto: Hidalgo            
El hidrocálido cortó cinco orejas y salió a hombros
Primero por la gran entrada, y después por el despliegue de entrega y torería, Joselito Adame dio una dimensión de figura del toreo en su encerrona de Pachuca durante su reaparición en los ruedos tras la cornada sufrida en Logroño el pasado 21 de septiembre.

Y si esa tarde en La Rivera cayó herido y se vio obligado a cortar de tajo su brillante temporada europea, aquí en México retomó el paso triunfal del mejor año de su carrera taurina con la salida a hombros de la plaza "Vicente Segura". Así es la Fiesta, que está plagada de contrastes.

De esta manera, el matador hidrocálido sigue escribiendo su historia; una historia plagada de esfuerzo, de enfermedades, cornadas y lesiones; de sinsabores y triunfos. En suma, de estar siempre luchando a contracorriente, tratando de erigirse en esa figura del toreo que clama a gritos la afición mexicana después de tantos años.

Y este paso adelante que supuso la encerrona de Pachuca, marca una pauta muy interesante en su porvenir, porque demostró que se siente torero; que vibra y goza con la profesión que eligió, y también con este camino, el más difícil, ahora que intenta hacer valer el caché ganado en la dureza de sus temporadas europeas, en esas plazas grandes donde ha cosechado triunfos muy significativos.

Quizá lo más bonito de la encerrona de hoy en Pachuca fue ver al público identificado con el torero, y la compenetración que éste apareció por la puerta de cuadrillas. A partir de ahí fluyó su tauromaquia de una manera muy natural, plagada de variedad y buen gusto, tanto con el capote como con la muleta. Y con la espada, salvo en dos toros, en los otros cuatro fue un auténtico cañón, pues colocó cuatro estocadas formidables, por deletreadas y contundentes.

Si el balance final de cinco orejas no refleja quizá todo cuando ocurrió en la corrida, lo que ha representado este acontecimiento –histórico por ser la primera encerrona de su carrera, y también la primera en este coso– tan significativo con el que sigue manteniendo el título de “capitán general” de la nueva generación de toreros mexicanos.

Cabe añadir que su administración, en conjunto con la empresa, que organizó esta encerrona con sumo cuidado, eligió toros bien presentados, de distintas hechuras y encastes, que dieron buen juego en su conjunto, siendo el de Montecristo el mejor por la clase y profundidad de sus embestidas, mientras que el de Xajay, el más hondo y serio de todos, mantuvo un amplio nivel de transmisión que permitió a Adame cortar las dos orejas con las que abrochó su triunfo.

Otros ejemplares, como el de Marrón o el de Torreón de Cañas, lidiados en primero y cuarto lugares, respectivamente, fueron toreables y permitieron el lucimiento, y salvo el de Fernando de la Mora, que le faltó fuerza y casta, en términos generales Joselito tuvo sobre la arena material para lucirse.

La faena de más emoción fue la que hizo al toro de Xajay, ya con el público volcado con su toreo, pues ejecutó un vistoso quite por chicuelinas antiguas, girando a favor del viaje del ejemplar con mucha armonía en las puntas de las zapatillas. Y luego vino el comienzo de faena sentado en el estribo, por alto y por abajo, sometiendo las embestidas de un toro de mucho respeto que tenía una bravura seca y exigía una colocación muy precisa.

Pero no se quedó a la zaga en el tercio de banderillas del cuarto de la tarde, un toro reunido, de hermosos hechuras, perteneciente al hierro de Torreón de Cañas con el que puso un gran par de poder a poder, él último, para levantar al público de sus asientos en medio de gritos de "torero, torero". Fue una lástima que el toro viniera a menos porque apuntó un armonioso tranco en los dos primeros tercios de su lidia.

Cuando Joselito entró a matar a este toro, un inoportuno grito de un gracioso lo sacó de balance y señaló un pinchazo caído, al que siguió otro antes de darle muerte. En el entreacto de la corrida, en que los niños de varias escuelas taurinas del país y el gobernador de Hidalgo le entregaron reconocimientos, la gente obligó a que el chufla que había gritado fuera sacado de la plaza, en otro detalle que habla del respeto que hubo durante toda la corrida.

Las tres primeras orejas las cortó a los toros de Marrón, Montecristo y Jaral de Peñas, en buena medida por la estructura de las tres lidias en las que brilló con el capote al realizar diversos quites, siendo el de zapopinas al de Jaral el que más encendió la chispa de la emoción, o ese otro por tapatías que también calentó el cotarro.

De estas tres faenas, la del primero fue un dechado de temple y suavidad, con el de Marrón, que le dio una preocupante voltereta; la otra, la del Montecristo la marcaron unos naturales tersos, largos que remató con sentidos pases de pecho ante un ejemplar que había sido mal lidiado por las cuadrillas y mal picado, que además se dio una fuerte vuelta de campana que diezmó sus magníficas condiciones.

Y la del toro de Jaral fue de poder ante un toro que se defendía un poco y tendía a embestir con la cara alta. A estos tres ejemplares los tumbó de esas estocadas deletreadas que ya se apuntaban líneas arriba.

Hay quienes inclusive le veían capaz físicamente de enfrentar un toro de regalo, pues la faena al sexto, de Fernando de la Mora, fue la que tuvo menos brillantez ya que el toro se paró demasiado pronto. En este toro tuvo los arrestos de irse a la puerta de toriles a darle una larga cambiada de rodillas, y luego otras más pegado a tablas. A estas alturas de la tarde, el mensaje ya estaba dado, en vivo y en directo, a través de dos estaciones de radio con amplia repercusión, y también con las cámaras de televisión de por medio.

Joselito salió a hombros, con una sonrisa amplia en los labios, consciente de su triunfo, con su misma humildad a cuestas, satisfecho de haber llegado a la cumbre de una montaña muy alta, la que él mismo eligió para ver su nombre colgado, en solitario, del cartel de la primera encerrona de su vida.

Ficha
Pachuca, Hgo.-  Plaza "Vicente Segura". Tercera corrida de feria. Casi lleno, en tarde nublada, fría y con ligera llovizna. Seis toros de varias ganaderías, en este orden: Marrón, Montecristo, Jaral de Peñas, Torreón de Cañas, Xajay y Fernando de la Mora, bien presentados en su conjunto, entre los que destacaron 2o., por su gran clase, y 5o., por su bravura. Joselito Adame (negro y oro), en solitario: Oreja, oreja, oreja, silencio, dos orejas y ovación. Incidencias: Destacaron en varas Curro Campos, que templó la embestida al 4o. y Luis Miguel González, que picó con arrojo al 5o., y en la brega, Fernando García. Tras la muerte del 3o. niños toreros de diferentes escuelas del país, entregaron un reconocimiento a Joselito, acompañados por el gobernador de Hidalgo, José Francisco Olvera. Este acto duró unos 15 minutos, lo que dio tiempo al matador a tomar un breve descanso. Salió como sobresaliente el matador César Ibelles.


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