José Zavala resultó triunfador en la semifinal del certamen "Descubriendo un Torero" celebrada esta tarde en la plaza "San Marcos", de Aguascalientes. Al igual que sus compañeros de cartel, Edgar Badillo y Javier Gallardo, los tres novilleros se fueron de vacío por sus fallos con la espada; sin embargo, a juicio del jurado calificador, lo mejor de la tarde fue realizado por Zavala, por lo que mereció el puesto de finalista.

Javier Gallardo, originario de Hidalgo, enfundado en un terno añil y oro, como primer espada hizo los honores a “Distinguido” de la ganadería de San José y a “Consentido” de Arroyo Zarco, ejemplar que a la postre fue declarado el mejor del encierro. Dos novillos de distinto comportamiento y con los cuales Gallardo ha dejado constancia de su buen paso y los avances que va teniendo en su carrera.

A su primero, muy complicado y con poca fuerza, le plantó cara con cabeza serena y buscando hacer las cosas correctamente, a su segundo le toreó con más gusto y de no haber fallado con la espada pudo haber paseado un apéndice de cada uno de sus ejemplares. Sin embargo, queda la constancia de sus buenas maneras.

El zacatecano Edgar Badillo de obispo y oro, y que resultara triunfador en la monumental de su tierra, hizo de segundo espada. Enfrentó en primer término a “Palermillo” de Manuel Castorena con el que se mostró solvente. En su segundo turno despachó a “Peluquín”, marcado con el hierro de Los Encinos, este segundo ejemplar le ofreció las mejores posibilidades de triunfo, desafortunadamente el de Zacatecas se perdió en el uso de los aceros, fallos que dieron al traste con sus propósitos de refrendar triunfo.

Como tercero en el cartel, desde Puebla llegó regiamente vestido de noche y oro José Zavala, quien se presentó por primera vez en el albero de las calles de Democracia. En su primero se mostró un tanto nervioso y poco pudo hacer con un buen novillo de Mimiahuapam, el ejemplar más hecho del encierro. Lo saludó con verónicas de buena factura, pero pronto se vino a menos la faena, sin embargo reveló clase en su quehacer.

Con el  cierraplaza, se exhibió como un torero asentado, haciendo las cosas con reposo, buen gusto, mucha clase y profundidad. Ligando las tandas de derechazos y naturales largos, templados, ajustándose al novillo y echándoselo detrás de la cadera, consintiendo al novillo que no tenía fuerza pero si voluntad de embestir y mucha transmisión y calidad. Zavala en este novillo emocionó a los aficionados por la calidad de su trasteo y el valor sereno al aguantar los parones. Esta faena determinó su triunfo a pesar de sus fallos con la toledana.