Joselito convence... ¡menos al juez! (video)
Miércoles, 14 May 2014
Madrid, España
Juan Antonio de Labra | Foto: Emilio Mendez
La gente le pidió una oreja con fuerza y no se la concedieron
Por esos caprichos que de pronto asaltan las decisiones que se toman en el palco de la presidencia de Las Ventas de Madrid, Joselito se quedó sin la satisfacción de cortar una oreja hoy en la plaza de la calle de Alcalá, y de incrementar su cartel en el coso madrileño. Pero así es Madrid, y hay que tragar. Ni modo.
Al margen de esta circunstancia adversa, el matador mexicano demostró que mantiene ese nivel de buen toreo y madurez que hizo patente en la Feria de Aguascalientes, y también que la afición madrileña lo mira con buenos ojos, porque no cabe duda que Joselito tiene carisma y la proyecta con facilidad.
La tarde había ido dando tumbos con los dos primeros toros del ahijado –Manuel Escribano– y el padrino –Juan José Padilla–, pues su falta de casta y fuerza obligó faenas breves, buenos pares de banderillas, con sobrados recursos por parte de ambos espadas, y cabreo generalizado del público.
Así que cuando el saltó a la arena el tercero y comenzó a moverse en el capote de Joselito Adame, la gente se involucró en la lidia. La suavidad de las verónicas marcó el posterior ritmo de la faena, que fue recia, estructurada, en los mismos medios, ante un sobrero de Torrealta que se venía punteando y echando el pecho por delante, desplazando con cierta torpeza los 597 kilos que cargada sobre los lomos.
Y así de firme, sembrado en el redondel, Joselito lo obligó a atemperarse sin dejar que le enganchara la muleta, hasta que consiguió meterlo en vereda e hilvanó varias series de muy macizo acabado, con la gente a favor, coreándole cada trazo, y más aún los sentidos pases de pecho con los que abrochaba las series.
Cuando se perfiló para entrar a matar se antojaba difícil que pudiera meter el brazo con facilidad, debido a la corpulencia del toro, que nunca terminó de humillar, pero como se tiró por derecho y vació la suerte con precisión, colocó una estocada de estupenda ejecución que hizo rodar al toro sin puntilla en cuestión de segundos.
Los pañuelos empezaron a blanquear en los tenidos, y parecía que la petición se iba a convertir en un nuevo triunfo para el hidrocálido en este coso, pero el juez de plaza dijo “¡Nanay!”. Al término de la corrida, hay quien comentaba que a Joselito le pasó factura el hecho de que la víspera se concedió una oreja un tanto benévola a Iván Fandiño, y que ese detalle había incidido en la rigurosidad con la que el palco trató al mexicano. Puede ser, ya que esta actitud no es infrecuente en Madrid.
Pero bueno, lo más significativo es que dio una vuelta al ruedo –el premio más democrático que hay en el toreo– y sintió el cariño de un público que, seguramente, volverá a verlo con agrado en la siguiente comparecencia que está programada el viernes 30 de mayo.
Fue una lástima, eso sí, que la solvente faena al sexto, un toro de La Palmosilla que se paró pronto y con el que intentó arrancarle algunos muletazos de mérito antes de estar mal con la espada, lo que le hizo escuchar dos avisos. Al final, cuando se retiraba, la gente volvió a ovacionarlo al cruzar el amplio redondel.
Juan José Padilla apenas y tuvo opción con el primero, al que clavó banderillas con mucha entrega. Este toro se lo brindó a Alfonso Suárez, el hijo del artífice de la transición, político del mismo nombre y gran envergadura, cuya muerte, hace apenas unas semanas, causó una honda pena en la sociedad española.
El cuarto, un sobrero de la ganadería andaluza de González Sánchez-Dalp, de encaste Núñez, muy en tipo –astifino a decir basta–, no acabó de confiarse, y aunque le buscó las vueltas en el terreno de los medios, la faena resultó tan intermitente como deslucida.
A esas alturas de la corrida, y a pesar de la disposición de Escribano con el quinto, ahí no había pasado nada digno de encomio, del tal forma que el único pasaje interesante del festejo –la faena de Joselito al tercero– había sido el escaso balance de una tarde larga y con momentos de tedio, que hubiese tenido un resultado más halagüeño si el juez de plaza le hubiera concedido la oreja al mexicano.
Ficha Madrid, España.- Plaza de "Las Ventas". Sexto festejo de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de entrada en tarde soleada y calurosa. Tres toros de
La Palmosilla, bien presentados y deslucidos en su conjunto; uno de
Torrealta (3o. sobrero sustituto ), manejable, que duró poco; otro de
González Sánchez-Dalp (4o., sobrero sustituto), manejable, y uno más (5º sustituto) de
La Rosaleda, deslucido por tardo. Pesos: 531, 530, 597, 522, 535 y 514 kilos.
Juan José Padilla (azul celeste y oro): Silencio en su lote.
Manuel Escribano (sangre de toro y oro), que confirmó alternativa: Silencio en su lote.
Joselito Adame (ciruela y oro): Vuelta tras fuerte petición y aviso, y silencio tras dos avisos. Escribano confirmó con el toro "Diligente", número 10, negro, con 530 kilos. La Infanta
Elena de Borbón presenció la corrida desde una barrera del tendido 2, y tanto
Padilla como
Adame le brindaron sendos toros.
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