Arturo Macías y el maestro Julián López "El Juli" brindaron una gran tarde de toros en la Monumental de Playas, en Tijuana, y compartieron la salida en volandas luego de pasear cuatro orejas por coleta, mientras que El Payo se fue de vacío.
Si tuviéramos que definir la actuación de El Juli en Tijuana, la definiría como maestría, temple, emoción y gusto por torear. Sin duda alguna demostró que es un figurón del toreo que tiene la suficiente torería para hacerle faena a cualquier toro que salga por la puerta de toriles.
Con su primero, el madrileño lo lanceó con temple al jugarle los brazos y ejecutar sendas verónicas por ambos pitones provocando así las primeras palmas de la tarde. La emoción vino cuando inició su faena de muleta, flexionando la pierna quedándose en el mismo sitio en hasta en seis ocasiones para rematar con un forzado de pecho; luego a torear por lado derecho, gustándose, quebrando la cintura y acompañando al compas de la embestida del de Xajay, el cual acudía con emotividad y nobleza.
También se dio gusto toreando con la mano de cobrar al ejecutar sendos naturales, largos y templados para rematar barriéndole los lomos al enemigo. Julián calentó los tendidos de inmediato y aunque lidiaba al primer toro de la tarde la gente respondió con prontitud y entrega, coreó los oles y ovacionó al madrileño que mató de un estoconazo e hizo rodar al toro sin puntilla. Se le concedieron las dos orejas y un merecido arrastre lento al toro.
Con su segundo, El Juli dio una cátedra de temple y buen gusto torero. De salida el toro fue suelto, lo lidió bien con el capote al bregarlo y luego sujetarlo; después se colocó en los tercios y empezó a jugarle los brazos con lentitud, soltura, mando y un temple como pocas veces se ve al torear de capa. Con la muleta se acopló a la embestida del toro, la cual era lenta y suave.
Poco a poco fue tomándole la distancia al de la vacada de Marrón, mismo que el madrileño entendió y le hizo lo que quiso dándose gusto al torear por ambos pitones; ahí quedaron los naturales que ejecutó con una lentitud que por momentos hizo detener el tiempo en la Plaza Monumental. Mató de una entera en buen sitio y que se le concedieron las dos orejas.
El de hidrocálido Arturo Macías dio la pelea al madrileño a base de su toreo vistoso y de algarabía. Le tumbó las dos orejas al corrido en segundo lugar, un toro alto, hondo y con demasía en kilos que de salida arrancó la puerta de toriles y parte del ruedo de la Monumental. El Cejas lanceó con más ganas que buenos resultados por la poca emoción que transmitía el toro. Con la muleta intentó torear por bajo pero el toro era un poco tardo, tenía buen estilo pero más que embestir solo pasaba y no trasmitía emoción al tendido.
El hidrocálido entendió que había que ponerle la emoción él y que era el momento de hacer su toreo vistoso y de desplantes que mucho gusta en Tijuana, así lo hizo y le dio resultados; mató de una entera en buen sitio y el público concedió las dos orejas.
Con su segundo, intentó e hizo nuevamente de todo, fue una faena a base de ponerse muy cerca del toro, de desplantes y de mucho toreo de forma, dejando muy lejos el toreo de fondo. Mató de un pinchazo y estocada y la autoridad le concedió las dos orejas y arrastre lento para el de Xajay. El ganadero Javier Sordo Magdaleno acompañó Macías al dar la vuelta al ruedo.
El Payo desafortunadamente pechó con lo malo del encierro. Para su desgracia, su primerosalida se partió un pitón al estrellarse en el burladero de matadores; se corrió el turno y salió el que aparecería el sexto lugar; ese toro fue el peor del encierro, un toro con peligro y que desarrollo sentido; sin embargo, Octavio le echó valor y se planto en los terrenos del toro. Mató rápido y se fue en silencio ya que pocos aficionados verdaderamente lo vieron y apreciaron su labor.
Con el que cerró plaza y con ello la temporada taurina en esta frontera, El Payo se intentó agradar pero el toro era débil de manos y cuando el queretano le bajaba la mano el toro rodaba por la arena. Con mucha afición y deseos de triunfo el torero se puso en el sitio y a base de sobarlo y llevarlo a media altura logró buenos muletazos y tandas muy completas por el pitón derecho; en un descuido el toro le echó mano y todo quedo en susto. Pinchó y mató de dos descabellos y todos quedo en fuerte ovación.