Juan Chávez confirmó la alternativa y triunfó en la quinta corrida de la Temporada Grande, gracias a la entrega desplegada y a una fuerte voltereta sufrida cuando realizaba un quite por gaoneras. No pasó a la enfermería y regresó del callejón para ejecutar un quite por chicuelinas que encendió el entusiasmo del público.
El mérito del torero de Lagunillas estribó que delante tenía un toro con trapío, bien armado y con edad, al que realizó una faena pundonorosa y valiente en la que el astado le avisó hasta en cinco ocasiones por el lado izquierdo.
Comenzó su labor doblándose bien, e intentó torear por naturales pero por ese pitón el de San Marcos se colaba constantemente. Logró aprovechar la lenta embestida al torear por el lado derecho y cuajó tandas con mérito y pulcritud, que fueron bien rematadas con pases de pecho. Estuvo valiente y con cabeza de torero ante el peligroso comportamiento del burel, y como finalizó el trasteo con adornos y se tiró a matar por derecho para cobrar una estocada casi entera, en muy buen sitio, que le ayudó a cortar la oreja mencionada.
Con el sexto abrevió ya que el toro fue el peor del encierro y no le permitió sino estar voluntarioso.
Guillermo Capetillo pasó fatigas con el capote. Con la muleta y ante un toro enrazado se mostró con dudas y no le pudo al toro, lo que generó la ya acostumbrada hostilidad de parte del público que se mete con él cada vez que torea en la México. Mató de media estocada contraria y siete golpes de descabello, llevándose un aviso y sonoro abucheo.
En su segundo, el mejor del encierro, toreó a la verónica logrando dos de ellas muy reunidas y templadas que fueron una belleza, entrelazadas con otras en los que no paraba los pies. Con la muleta tuvo detalles de arte puro en los trincherazos y uno que otro pase con la izquierda que ejecutó con mucha naturalidad y cadencia. La faena fue de más a menos pero por momentos tuvo a la gente emocionada. Alargando el brazo dejó una estocada casi entera, algo tendida y contraria por lo que tardó en doblar el toro y tuvo que descabellar tres veces antes de recibir una ovación en el tercio. El toro fue aplaudido en el arrastre.
Fernando Ochoa toreó muy bien a la verónica rematando la serie de recibo con una media a pies juntos que fue templada, reunida, con estética y con clase. Realizó un quite por las afueras, hacia los adentros, de muy buena factura.
Y con la muleta mostró mucho sitio ante una embestida un tanto sosa pero clara, en la que siempre estuvo por encima de las condiciones del toro, ligando templadas tandas con la derecha y algunos naturales de calidad. No fue una labor fácil, ya que había que llevar al toro a los terrenos adecuados y tuvo que sacarle algunas tandas con mucho empeño y entendimiento de las condiciones de lidia que presentaba el burel. Lo vimos asentado y maduro en su expresión y técnica. Mató de tres cuartos de estocada en buen sitio que hizo doblar pronto a la res, por lo que desde ese momento salieron los pañuelos en el tendido para pedir la oreja. Pero el puntillero levantó hasta en dos ocasiones al de San Marcos por lo que todo quedó en una fuerte ovación recogida en el tercio.
En su segundo no se acomodó con la capa ante un toro enrazado y de mucha movilidad. Con la muleta tuvo mucho empeño y ligó varias tandas, pero ninguna de ellas con el temple requerido, por lo que su labor resultó, larga y hasta un tanto brusca, como la embestida, pero el público le aplaudió el notorio empeño con el que trató de agradar.
Ficha Quinta corrida de la Temporada Grande. Unas cinco mil personas en tarde agradable. 6 toros de San Marcos, bien presentados en su conjunto, salvo 2º y 6º, y complicados en general. Destacó el 4º. Guillermo Capetillo (verde botella y azabache): Abucheos tras aviso y ovación. Fernando Ochoa (nazareno y oro): Ovación tras aviso y silencio tras dos avisos. Juan Chávez (azul marino y oro): Oreja y palmas. Sobresalieron en banderillas Christian Sánchez, Rubén Ávila y Armando Ramírez.