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Crónica Reciente

Zotoluco ofrece le mejor faceta de su toreo
Domingo, 31 May 2009 | Teziultán, Puebla
Fuente: Juan Antonio de Labra / Enviado
       

A una figura siempre hay que exigirle. Sobre todo si tiene más de mil corridas toreadas y sobrada capacidad de cuajar un toro. Si a ello sumamos que sorteó dos magníficos ejemplares de Montecristo, entonces, más que nunca, tiene que estar a la altura de su experiencia y demostrar su valía.

Así fue la actuación de Zotoluco en Teziultán delante del quinto toro, un ejemplar bajo, corto de manos, reunido, de preciosas hechuras, que tuvo una gran calidad.

Es preciso apuntar que “Mulato”, como se llamaba ese “tacazo” de toro, carecía de fuerza, y fue esta condición adversa la que hizo pensar al torero que debía acariciar la bravura con un temple exquisito, darle pausa, tiempo y ritmo. Y eso hizo Zotoluco desde los primeros compases de una gran faena, de una faena de plaza grande.

El toro comenzó un tanto andarín, y el torero le dejaba venir perdiéndole muchos pasos hasta que se paró. Entonces, se puso en el sitio, le echó la muleta hasta el hocico con extrema suavidad y toreó con sobriedad y sentimiento.

Así construyó series de naturales de planta relajada y una muñeca de privilegio, rota, cadenciosa, para soltar las embestidas suavemente y dejar al toro su respiro entre pase y pase. Por nota, vamos. Como debe cuajar una figura a un toro que no lo podía dejar embestir a su aire, y que tampoco podía someterlo demasiado. Esa era pues el hilar fino de la faena.

Y cuando el circurret alivió todavía más aquellas acompasadas embestidas, la gente comenzó a pedir del indulto de un toro puro, de acusada nobleza, que terminó embistiendo ochenta veces con la misma calidad. Eso es bravura.

Zotoluco miró al juez de plaza y éste le dijo que entrara a matar. Se perfiló y señaló un pinchazo hondo que no bastó. El toro se refugió en tablas y Eulalio tomó la determinación de entrar otra vez a matar y colocó una estocada entera en buen sitio. La gente se entregó al torero  le concedieron dos orejas que paseó con orgullo en la vuelta al ruedo y más tarde entregó a su mozo de espadas, Jesús Martínez, seguramente con la ilusión de mandarlas disecar. Una faena de esta categoría bien merece la pena ser recordada de muchas maneras.

No fue lo mismo la lidia del primer toro de la lidia ordinaria, pues Eulalio toreó a ritmos distintos a otro magnífico ejemplar de Germán Mercado Lamm. Y es que no se puede comenzar una faena de rodillas a tambor batiente, cuando no hacía falta arrear, pues nadie había cortado nada, y más tarde pretender entonarse con suavidad para volver a estar rapidito.

Quizá por eso las dos orejas concedidas en este toro no tuvieron el mismo calado. Afortunadamente, y las figuras lo saben, es importante remontar y marcharse a casa con el espíritu lleno de buen toreo, más aún cuando un toro como “Mulato” regala tanta clase en sus embestidas.

Fermín Spínola se esforzó por agradar en dos faenas distintas, ante ejemplares de distinta condición, ya que el primero fue distraído y terminó como acabo, desentendiéndose de las telas, mientras que el sexto fue otro toro de nota alta.

Las hechuras de este ejemplar tampoco mentían, pues estaba clavado en el tipo de San Mateo viejo, por cornivuelto y largo, un poquito alto de manos, que en el entorilamiento entró como un tren, embistiendo con fuerza y entrega.

Y llegó a la muleta con un gran fondo de bravura, que se fue atemperando hasta embestir descolgado y rematando las embestidas desde atrás porque sí metía los riñones.

Fermín
aprovechó la transmisión del toro y estuvo variado con el capote –hizo un quite por fregolinas– y cubrió el tercio de banderillas de forma espectacular.

Más tarde, la faena tuvo sus momentos buenos cuando toreó con la mano derecha templadamente en tandas bien abrochadas mediante largos pases de pecho. Y si al primer de su lote le metió la espada hasta la bola –aunque, inexplicablemente, no dobló–, a este sexto lo pinchó en varias ocasiones lo que le impidió triunfar.

Rodrigo Santos estuvo muy bien montando a “Mariscal”, un tordillo de fina estampa que galopó de costado con exquisito temple durante una faena emotiva que no pudo rematar con el rejón de muerte. Ese toro que abrió plaza también tuvo son en las embestidas y dejó andar a gusto al potosino, que conectó, fiel a su costumbre, rápidamente con el público.

Ante el cuarto se afanó en cosechar el triunfo y la faena retomó el vuelo cuando sacó “Lagartijo” para clavar cortas y largas a dos manos con mucha exposición, y como mató con eficacia le entregaron un apéncide.

En los dos toros de rejones intervinieron los Forcados de Teziutlán que, no obstante su verdor, mostraron una valentía a prueba de fuego y realizaron cuatro pegas riesgosas y accidentadas, de las que salieron lesionados Mario Selím y Daniel Coxca. La pega de mayor calado la consiguió el cabo del grupo, Diego Calderón.

La tarde deparó emociones y buen toreo, con la garantía que provoca el toro cuando tiene edad y trapío, como lo tuvo esta interesante corrida de Montecristo, una ganadería de primer nivel, manejada con profesionalismo y auténtica vocación.

Ficha

Domingo 31 de mayo de 2009. Corrida extraordinaria con motivo de la Feria del Caballo. Dos tercios de entrada. 6 Toros de Montecristo, muy bien presentados, armoniosos de hechuras y de buen juego en general, de los que destacaron los corridos en 1o., 5o., al que se pidió el indulto y recibió la vuelta al ruedo, y 6o. por su calidad. Pesos: 490, 505, 535, 520, 530 y 525. El rejoneador Rodrigo Santos: Ovación y oreja. Zotoluco (verde botella y oro): Dos orejas y dos orejas. Fermín Spínola (verde botella y oro): División tras aviso y ovación. Zotoluco salió a hombros. Los Forcados de Teziultán fueron ovacionados y dieron una vuelta el 4o., con Santos.

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