Sólo detalles sueltos se vivieron la tarde de este domingo en la Plaza México, en lo que fue la sexta novillada de la Temporada Chica, donde el triunfo no llegó para los alternantes que tomaron parte en este festejo de selección y en el que se lidió un muy interesante encierro de Arturo Gilio, ganadería debutante en este coso.

Quizá la faena con mayor estructura de la tarde la firmó el primer espada, Cristian Hernández, que enfrentó a un cárdeno que tuvo clase en sus embestidas aunque llegó un poco parado a la muleta. El queretano le supo ser paciente y, con cabeza clara, delineó un trasteo en el que destacaron dos tandas por derecha y una más al natural, siempre dándole su tiempo al ejemplar y pulseando sus buenas embestidas, aunque no terminó por romperse. Una pena que se dio a pinchar y escuchó dos avisos, cambiando por división de opiniones lo que pudieron ser ovaciones.

A pesar de estar mucho muy verde, lo que no le permitió mantener el nivel de su actuación, el debutante Rodrigo Ochoa dejó buenas sensaciones entre la afición, tanto por su actitud como por demostrar que sabe correr la mano con sabor y torería, como lo hizo en contados pasajes toreando con la diestra al sexto de la función, un novillo que requería una distancia muy precisa, pero que cuando se le llevaba bien toreado metía la cabeza con calidad y se empleaba muy bien. Al final, el público le reconoció con sus aplausos a pesar de no estar del todo fino con la toledana.

Una dura voltereta sufrió Efrén Rosales al torear por gaoneras y ya con la muleta volvió a llevarse un susto. Así, maltrecho, el hidrocálido le plantó cara a un ejemplar que pronto desarrolló sentido y que no le puso fácil las cosas, de tal forma que no logró confiarse. Visto lo visto, toreó por la cara y abrevió, retirándose entre algunas palmas que le premiaron por el esfuerzo desplegado en el redondel capitalino.

El colombiano David Martínez recibió a su enemigo con bonitos lances a la verónica y remató con torería, para luego cubrir de forma variada el segundo tercio. Ya con la sarga, en ocasiones hubo acoplamiento  y en otras no, pero el joven espada pudo dejar algunos detalles del temple que atesora, fundamentalmente toreando por el pitón derecho. Interesante labor del torero suramericano, que no remató del todo bien con el acero.

Coreado resultó el quite por gaoneras que ejecutó el poblano David Aguilar, en lo que fue uno de los momentos más atractivos de su actuación, así como el emocionante par al violín con el que cerró el segundo tercio. Ya con la muleta, la faena resultó irregular y entre altibajos, de tal suerte que no cobró vuelo e, incluso, se alargó en demasía hasta escuchar un aviso antes de tirarse a matar a un novillo que, aunque no tuvo la clase de algunos de sus hermanos y en ocasiones deslucía, tenía recorrido y era ciertamente manejable.

El potosino Carlos Rodríguez mostró destellos de la clase con la que impregna su tauromaquia, pero todo quedó solamente en eso ya que su actuación no logró levantar y se desarrolló en medio de ciertas desigualdades, quizá debido a lo poco que torea. El novillo tuvo mucha calidad y, aunque en ocasiones tardeaba, dio un juego positivo y mostró bravura. Al final, algunos pitos acompañaron a Carlos tras ponerse muy pesado con la espada.