Una tarde que en el parecer de algunos aficionados era de que "no habría mucho", en la que ha sido la segunda corrida de la feria de Pachuca, a la postre fue una tarde de mucho interés, de emociones y de contrastes, desde el triunfo hasta el dolor del percance e incluso de la polémica.
Una corrida concurso de ganaderías que por segundo año se verifica y en la que ha hecho historia "Buen Amigo", de Cerro Viejo, pues nunca en los 34 años de vida de la monumental "Vicente Segura", se había visto algo parecido, siendo al final el toro triunfador de este certamen.
De los toreros, un entregado, variado y con buen gusto Juan Luis Silis, se ha llevado el trofeo en disputa que consistía en un automóvil, al cortar dos merecidas orejas, a un encastado astado de Caparica. Lo toreó bien con el percal de salida, lo llevó al caballo donde el astado, aunque tardo, arrancó con emotividad a recibir dos puyazos, para luego hacerle un vibrante quite por gaoneras que le han coreado con fuerza.
Con la muleta aprovechó cada embestida de la res, que metió así de bien la cara, con largueza y emotividad. Ayudados templados y largos que pusieron de acuerdo a la asistencia. Hubo también naturales con buen concepto y casi al final del trasteo, en la que el animal quiso rajarse y buscar las tablas, intercaló adornos, siempre gustándose y sintiendo lo que hizo. Lo mató bien y con fuerza se pidieron los dos trofeos, y ovación en el arrastre al animal.
Abrió plaza Israel Téllez, que en cuanto a disposición y gusto no paró. Veroniqueó bien a un toro de El Vergel que de salida se empleó y que cumplió bien en dos encuentros con el picador. Banderilleó haciéndose aplaudir y con la muleta intentó en todo momento lucir, en una labor empeñosa porque la res fue apagándose, terminando por refugiarse en la zona de tablas donde ya sólo se defendió. Pinchó antes de cobrar una certera estocada, para ser aplaudido.
Cristian Ortega se fue a porta gayola a recibir al burel de La Concepción, siendo violentamente arropado, pensándose lo peor, se paró sin verse la ropa y lo fue a torear de bien de capa. El toro se pasó con un puyazo y quitó por chicuelinas, para luego banderillear de manera espectacular y entregada, haciéndose ovacionar con fuerza.
Con la muleta le puso corazón, entrega y voluntad, y aunque el toro tuvo cierta clase y fijeza, no duró mucho. Hubo momentos buenos por el lado derecho, bien rematados con los de pecho, así como adornos bien logrados. Pinchó antes de dejar una estocada mortal y quedó en palmas su labor.
Por su parte, el local Pablo Samperio cumplió bien al torear con el percal a un "Murube" de Zacatepec, cinqueño, que también cumplió en su pelea en varas. Quitó bien por chicuelinas rematando con una revolera, siendo aplaudido por sus paisanos. Realizó su trasteo pegado en tablas ya que el aire sopló de manera incómoda toda la tarde, así que si lo sacaba a los medios se le dificultaría más ejecutar los muletazos.
Los hubo con temple por el pitón derecho, pero fueron mejor logrados los que trazó por el izquierdo, a un toro noble y obediente pero con justa fuerza que al final se apagó aunque nunca abriera el hocico. Lo mató de estocada apenas desprendida y salió al tercio.
El colombiano Ricardo Rivera se enfrentó a un astado que llegó mermado a la plaza por el viaje, pero que cuando salió al ruedo fue un himno de bravura. El colombiano saludó a "Buen Amigo", de Cerro Viejo, con una larga de rodillas en tablas, lo toreó a la verónica y en el picador se arrancó de largo sin pensárselo, en el primer puyazo, algo que nunca, hay que resaltarlo, había sucedido en la historia de este coso. Hubo uno segundo en el que tampoco fue menos el toro, por el contrario, y en ambos puyazos el Güero de la Capilla ha picado de manera magistral, lo que hizo que el público le ovacionara larga y cálidamente.
Con la muleta, cierto que hubo muchos pases, cierto que los hubo con temple, pero también, al final, al torero le faltó estructura y entender mejor a un toro con una gran embestida, que repetía incansable, con clase, poder, emotividad, en todos los terrenos y sin nunca abrir el hocico. Cuando se tiró a matar dio la impresión de que el toro se quedaba todavía con media faena adentro, por lo que hubo un sector del público que se metió con él y con gritos de “¡toro toro!”. Lo despachó en el primer viaje y hubo una oreja protestada, con arrastre lento a la res, que quizá debió ser para una vuelta.
Lupita López no las tuvo consigo al enfrentarse a un animal de San Judas Tadeo que no se entregó, que cumplió en varas y que en la muleta se defendió, y así las cosas, ni una tanda pudo pegarle. Sufrió una maroma sin consecuencias por fortuna, porque la res era astifina, terminando por despacharlo de certero golpe con el descabello, para ser aplaudida.
Cerró plaza Lorenzo Garza Gaona que se enfrentó a un espectacular castaño girón lucero de Torreón de Cañas, al que toreó bien con capote. Este toro también arrancó de largo y emotivo al caballo, donde recibió dos puyazos.
Con la muleta, desde el primer muletazo, quizá porque estaba un poco mal colocado y que adelantó un poco el engaño, bastó para que el burel lo mandara a los aires de muy mala manera por lo que al caer se fracturó la clavícula izquierda. Aún así regresó a torear a un astado que tuvo clase y que se desplazó con fijeza, pero que tampoco se pudo ver bien del todo por lo mermado que estaba el torero. Le costó trabajo tirarse a matar y por fortuna dobló al tercer viaje, siendo ovacionado