La gran dimensión torera de Juan Pablo (video)
Sábado, 22 Sep 2012
Zacatecas, Zac.
Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda
El hidrocálido hizo vibrar al público con su temple y reciedumbre
La sexta corrida de la Feria de Zacatecas tuvo dos protagonistas bien diferenciados: Enrique Ponce y Juan Pablo Sánchez, quienes deleitaron al público con dos estilos diferentes y hasta complementarios. Por una parte, la naturalidad y cadencia del valenciano, que cuajó una magnífica faena al toro que abrió plaza. Por otra, la muleta poderosa y templada del hidrocálido, que toreó con dimensión y entrega al tercer ejemplar de la corrida.
Y en medio de ambas historias, Macías ofreció una actuación desigual, con dos faenas contrastantes; una por su solvencia y serenidad; la otra, marcada por un arrebato que no encontró eco en los tendidos.
Lamentablemente, el encierro de Bernaldo de Quirós no tuvo fondo de bravura, y sólo un toro, precisamente el tercero, acabó embistiendo con transmisión, así que Juan Pablo no desaprovechó la oportunidad de pisar la arena con autoridad para recetarle una faena muy interesante, en la que brilló su pulso, una colocación precisa, y ese sólido valor que le permite torear con largueza y temple, muy en la cuerda capetillista de otra época.
Porque aquello que decía el inolvidable Manuel era verdad: "de aquí hasta allá", que prodigaba en series de muletazos largos y señeros, como los que ejecutó Juan Pablo, y que hicieron explotar de júbilo a la gente que rugió en cada muletazo.
La sabrosura de aquel sentimiento con sello mexicano, dotado de una solvencia muletera con evocaciones de Castilla, fue la clave de esta faena basada en ambas manos, en la que intercaló un par de dosantinas eternas, metido ya en tablas, cuando "Artesano" se había refugiado en ese terreno, tal vez un poco asustado de la reciedumbre del torero y el impacto que éste había causado en el público.
Y a diferencia de otras tardes, como le ocurrió aquí mismo en su primera comparecencia, ahora sí cobró una estocada entera, un tanto trasera, que le valió el corte de dos merecidas orejas que paseó con una amplia sonrisa en los labios.
Tiene sello este espigado torero hidrocálido; no cabe duda. Pero también raza, pues al sexto, que desarrolló peligro sordo, le plantó cara con hombría en un trasteo valiente en el que se mascaba la voltereta, sobre todo por el pitón izquierdo, cuando el toro rebañaba con peligro al perder de vista el engaño en los remates.
No se afligió Juan Pablo delante de este ejemplar, sabedor de que su obligación era redondear la tarde y más aún cuando sus compañeros de cartel se iban a marchar de la plaza con las manos vacías. Y así bosquejó otros muletazos de buena factura en los que volvió a brillar ese temple de oro, un don que sólo tienen concedido unos cuantos elegidos.
La frescura juvenil de Sánchez fue el reverso de la moneda de la faena de Enrique Ponce con el primer toro de su lote, un ejemplar noble y con mucha clase que carecía de transmisión y bravura, pero si un ritmo muy agradable a la hora de embestir.
Y el valenciano lo percibió desde el saludo capotero, que fue de terciopelo en aquellos soberbios delantales, suaves, sedosos, de un temple magistral. La virtud del trasteo fue no derribar al toro e incitarlo a seguir los vuelo de lo engaño a una velocidad lenta, pasmosa, que permitió una faena de un alto contenido estético, de la que sobresalieron los despaciosos naturales.
La estocada caída que colocó el maestro de Chiva al final de esta obra de bello acabado, le impidió cortar dos orejas de ley. Sin embargo, el público lo llamó a saludar una cariñosa ovación en el tercio, después de este recital en el que deletreo el toreo.
En el cuarto, un toro que iba rebrincado, quizá porque tenía lastimada la mano derecha, Enrique volvió a desplegar su sapiencia en una faena de corte distinto, ya que el de Bernaldo de Quirós tenía voluntad de acudir a las telas aunque un tanto rebrincado, lo que no desesperó al torero porque atacó un poco más hasta conseguir meter en vereda al toro, ligando los pase en un palmo de terreno.
El momento de más conexión con la gente fue cuando puso en escena las "poncinas", que le resultaron muy ligadas y con esa habilidad de saber expresar, hecho que se tradujo en un punto de inflexión dentro del trasteo, que culminó de una estocada entera y tendida, antecedida de un pinchazo, que todavía al final, requirió de un certero golpe de descabello.
La actitud de Ponce caló en la gente, que agradeció su entrega y ganas de querer mostrarse en esta tierra, donde antes sólo había toreado vestido de corto en el Festival Teletón celebrado en enero del año 2002, por lo que hoy hizo el paseíllo desmonterado, todo un acontecimiento si consideramos que a lo largo de su brillante trayectoria nunca antes había toreado en esta Monumental vestido de luces, y tras siete largos años desde su última corrida en la vecina Aguascalientes.
Arturo Macías había estado francamente bien delante el segundo, un toro con cara, deslucido y flojo, con el que toreó con ritmo a lo largo de una faena estructurada, en la que intercaló muletazos templados, con diversos adornos y oportunos desplantes que ni siquiera dos pinchazos pudieron emborronar.
Presionado por triunfar, en el quinto, un toro colorado al que faltaba remate, se entregó a rabiar desde el quite por gaoneras. Y aunque más tarde puso todo de su parte para complacer al público, las embestidas reservonas del de Bernaldo de Quirós, terminaron por embarullarlo en unos procedimientos que no tuvieron la limpieza y cabeza necesaria.
Ficha Zacatecas, Zac.- Sexta corrida de feria. Tres cuartos de entrada en tarde soleada, con ligeras ráfagas de viento. 6 toros de
Bernaldo de Quirós (el 6o., sobrero sustituto), correctos de presentación, salvo el 5o., que estaba terciado, de escaso juego en su conjunto, con excepción del 3o., que tuvo transmisión y calidad y fue premiado con arrastre lento. Pesos: 505, 488, 489, 515, 476 y 518 kilos.
Enrique Ponce (azul celeste y oro): Ovación tras leve petición y vuelta.
Arturo Macías (azul noche y oro): Silencio y silencio tras aviso.
Juan Pablo Sánchez (negro y oro): Dos orejas y silencio. Destacó en banderillas
Gustavo Campos, que saludó en el 3o., y
Alejandro Prado bregó con temple.
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