El juego que dieron los novillos de Fuente Ymbro, y un sobrero del hierro del maestro Espartaco lidiado en cuarto lugar, fueron una durísima prueba para la terna que actuó hoy en Madrid, donde brilló el férreo valor de Sergio Flores, que aprobó con nota alta su comparecencia en la Feria de San Isidro.

Y así como en ocasiones anteriores se le ha negado el triunfo en este escenario –a veces por fallar a espadas y otras, incomprensiblemente porque no lo premian los jueces de plaza– hoy estuvo a un tris de tumbarle una oreja a cualquiera de los novillos de su lote.

Al margen de esta circunstancia normal en una plaza como Las Ventas, la actitud del novillero tlaxcalteca fue más que encomiable, pues afrontó el compromiso con absoluta seriedad, consciente de que podía resultar herido, lo que estuvo a punto de suceder cuando el sobrero de Espartaco se lo echó a los lomos de manera espeluznante. Afortunadamente, no ocurrió así.

Desde que apareció en la arena el primer novillo del festejo, Sergio se dio cuenta de que tenía que aplicarse, ya que el de Fuente Ymbro desarrolló violencia y sabía muy bien lo que dejaba atrás. Y aunque a lo largo del trasteo hubo ciertos altibajos, el torero terminó centrándose con hombría para robarle pases de mucho mérito, ante un público que comenzó frío y fue vibrando con el toreo de Flores.

La falta de contundencia con la espada, que provocó una larga agonía, restó brillantez al final de una labor esforzada, en la que se mascó la voltereta a cada instante.

Una vez devuelto el flojo cuarto, y con el fuerte novillo de Espartaco sobre la arena, Sergio toreó a la verónica jugando los brazos con acusado sentido de la colocación y el temple, abrochando la serie con una artística media verónica.

El ambiente se caldeó con la actitud del mexicano, que empezó a darse cuenta de la condición adversa del novillo, que embestía con la cara alta, arrollando sin ninguna fijeza, y mirando de continuo. Y así le dio pases por ambos pitones, jugándosela, aguatando con valentía en muletazos de mucha reciedumbre hasta que sobrevino la aparatosa voltereta.

El novillo cogió a Flores por la entrepierna y lo estrelló violentamente contra la arena. Parecía que estaba calado de la zona de la entrepierna, pues se dolió del golpazo. Después reanimarse, volvió a ponerse en el sitio con muchos arrestos hasta que entró a matar dando el pecho y consiguió colocar tres cuartos de estocada, un tanto tendida, que requirió varios golpes de descabello.

Unas tibias –e injusta falta de entrega por parte del público– fue el triste balance que no refleja la madurez y el sitio demostrado por el prometedor novillero mexicano que está a poco más de tres meses de tomar la alternativa en la plaza francesa de Bayona, anunciada el domingo 2 de septiembre.

También Javier Jiménez espantó de valiente con el segundo, un novillo bien hecho que llegó a la muleta con mucha guasa, y tampoco se salvó de sufrir una paliza.

El torero de Espartinas, triunfador de la plaza San Marcos de Aguascalientes, le buscó las vueltas a los dos ejemplares de su lote, en sendas faenas con diversos pasajes de interés que fueron valorados por la gente en mayor o menor medida.

Fernando Adrián enfrentó a un primer novillo que fue complicadísimo; un auténtico marrajo que no tenía lidia y al parecer estaba reparado de la vista. Anduvo a la deriva, y con cierta lógica, el alumno de la escuela taurina de la Fundación El Juli, que se vio mejor con el sexto, un novillo dócil y deslucido, del hierro de Navalrosal, ante el que hizo una faena entonada que no caló en el tendido.

El otro gallo de Tauromagia Mexicana abandonó la plaza un tanto maltrecho, golpeado del alma y del cuerpo, pero con la cara en alto luego de haber demostrado que sí puede; que tiene condiciones de sobra para llegar alto en esta dificilísima profesión, misma que siempre ha afrontado con una gran responsabilidad. ¡Enhorabuena, Tlaxcala tiene un torero!