Con una novillada de selección, la tarde de este domingo se dio el cerrojazo a la temporada en la centenaria plaza "San Marcos". Tal y como fue prácticamente en todas los festejos, se registró una excelente entrada de público, mismo que ha presenciado una tarde histórica, en la que después de doce años de no suceder en esta coso, se concedió un rabo al joven torero de la tierra Rodolfo Mejía, que toreó con un enorme sentimiento que hizo llegas hasta las lagrimas a muchos aficionados.
La última vez que se cortó un rabo en la "San Marcos", corrió a a cargo del entonces novillero César Delgadillo. Y hoy, al margen del resultado cuantitativo, Rodolfo Mejía ha toreado de tal manera, que de un golpe tan rotundo se ha convertido en una gratísima revelación.
Rodolfo es conocido cariñosamente con el mote de "El Tuco", y es que es hijo de un modesto novillero de antaño que se anunciaba de la misma manera; modesto como lo fue hoy el vestido de este chaval; sin embargo, con esa connotación salió decidido a jugarse la vida y a demostrar que la forma de ir vestido a la plaza siempre pasa a un segundo plano cuando se tiene verdader hambre de ser gente en esto del toro.
Ante un novillo bien armado, de Manolo Espinosa, el hidrocálido ejecutó increíbles lances con el capote que inmediatamente robaron la atención de los aficionados. Después de un quite ajustadísimo llegó una faena que sin temor a equivocaciones, quedará en la memoria de los presentes, sobre todo en la joven afición que, quizá sin saberlo, presenció el resurgimiento de un toreo que hace ya varias décadas había desaparecido en la añeja plaza.
La calidad del novillo permitió que El Tuco realizara un trasteo que se caracterizó por la valentía, la variedad, la creatividad y el aguante, mismo este último, que hizo permanecer en la fila de sus asientos a los espectadores, especialmente a varios matadores de toros que asombrados veían las ganas y el coraje de un muchacho que en cada pase entregó el físico y el alma, hasta inundar el coso de un sentimiento pocas veces experimentado.
Lo anterior a tal grado que los aficionado de generaciones pasadas, trajeron a la memoria páginas memorables como las que escribieran José Laurentino López "Joselillo", Rafael Rodríguez o Valente Arellano y al hacerlo inevitablemente se dejaron ver una que otra lagrima.
Producto de la entrega y la angustia por lo que se estaba viviendo, la plaza entera vibró de emoción y máxime cuando el joven se tiró a matar con una decisión que acabó con el cuadro, los tendidos se llenaron de pañuelos blancos y con justicia fueron entregados las orejas y el rabo.
Javier Castro es otro jovencito que pertenece a la Escuela Municipal de Aguascalientes. Desde que se abrió de capa mostró sus ganas de trascender, al torear por ajustadas largas y vistoso quite, que fueron el preámbulo para la ejecución de una faena bien pensada, en la que la variedad y la valentía se pusieron de manifiesto.
Ante la toreabilidad de su enemigo, el hidrocálido dimensionó tandas por ambos pitones que fueron adornadas por temerarios remates, en los que el terno fue acariciado por las astas del burel. Esto provocó una inmediata conexión con los tendidos. Para finalizar su labor se fue tras la espada con mucha voluntad y por ello recibió una merecida oreja.
Román Legorreta es el primer egresado de la Escuela Secundaria de las Artes y el Toreo que hace su presentación como novillero. No obstante, lo que ello significa ha estado muy torero durante su comparecencia. Comenzó su labor con dos largas pegado en tablas; luego ejecutó bellos lances y un buen quite fueron el saldo de su labor con el percal. Cubrió el tercio de banderillas provocando fuertes palmas en los tendidos.
Su labor con la franela dio inicio con dos escalofriantes cambiados por la espalda. Acto seguido, ejecutó varias series por el pitón derecho que le resultaron muy largas y templadas. Como si ya tuviera mucho tiempo en esto, también toreó por naturales que a su vez fueron elegantemente rematados. Lamentablemente, falló con el acero y a pesar de ello dio una triunfal vuelta al ruedo y es que con este joven aplica aquello de que a un novillero que se presenta solo se le puede exigir actitud, misma que mostró de sobra.
Con el novillo que le correspondió en suerte, el español Pepe Vargas ha estado muy desconfiado, quizá debido a la larga espera para recibir la oportunidad. Sin embargo, logró arrancar uno que otro muletazo meritorio, por lo anterior recibió una ovación.
Con el de regalo y bajo la bandera de su patria, misma que por cierto era sostenida por el cónsul honorario de España en Aguascalientes, el señor Alejandro Muñoz, el espigado novillero mostró una nueva actitud. Toreó con cadencia en los lances y determinación con la muleta en una faena que no tuvo limpieza ya que fue alcanzado en varias ocasiones por el astado de San Marcos. Tuvo la mala suerte de que el puntillero levantó hasta en dos ocasiones al novillo, al que había tardado en dar muerte, y como el tiempo transcurrió sin remedio el sonaron los tres avisos.
El poblano Pepín Vega, que tenía largo rato sin vestirse de luces, mostró una buena actitud ante un astado enrazado. Realizó una decorosa labor, tanto con el percal como con la muleta, y fue reconocido por la gente, que lo llamó a saludar en el tercio.
El colombiano Camilo Pinilla se afanó por triunfar pero su actuación fue un tanto fría y no terminó de conectar con el público. Cristián Hernández llegó a Aguascalientes con la voluntad de agradar, y sorteó un buen novillo que en el que mostró algunos detalles interesantes. Pepe Toño Guerra se enfrentó a un novillo que había que poderle y no estuvo a la altura de las circunstancias.