La primera tarde de feria tuvo un nombre: Manuel de Jesús "El Cid", que destacó en su faena por naturales. Un Erick Cortes que supo templar y aprovechar las embestidas de su primer toro y muchos detalles toreros de Morante de la Puebla y el acertado uso del rejón de muerte de José Luis Rodríguez.
Erick Cortés se gustó ante su primero en el saludo a la verónica siempre de adentro afuera y ligando con chicuelinas en los medios. En la muleta un inspirado temple predomino en su faena aprovechando al toro por ambos pitones, sobre todo en tres tandas de naturales, y eso sí, siempre manteniéndose en los medios y que pudo elevarlo a un gran triunfo pero que perdió por el mal juego de la espada. La vuelta supo a poco.
Con el cuarto, un toro de inciertas y cambiantes embestidas, tuvo el merito de insistirle, de aguantarle para lograr encausar sus embestidas. Otra vez la espada le robó el trofeo.
Morante de la Puebla con su primero abrevió sin darse coba ante la falta de fuerzas y casta de su enemigo.
Con el quinto, floreció su particular forma de interpretar el toreo, basando su quehacer en consentir con mucho temple las mansas embestidas para lograr robar tandas meritorias por el piton derecho. Pudo haber cortado una oreja de no fallar con la espada.
El Cid se entendió a la perfección con el tercero de la tarde, desde que lo recibió con el capote. Su faena de muleta rayó en cotas alta de temple y ligazón por naturales, que pusieron al publico de acuerdo y volcado con el. Estocada. Con el sexto, floreció la entrega y sobre todo voluntad de agradar ante un toro sin fuerzas.
Al rejoneador José Luis Rodríguez le tocó en suerte un toro bravo, que transmitía en las embestidas, y al que aprovecho en todo momento. Ya fuera colocando rejones de castigo y las banderillas tal vez incluso cayendo en el toreo efectista, pero que tuvo eco en el tendido.Rejonazo en buen sitio y de rápidos efectos, para cortar las orejas.