El rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza consiguió otro triunfo histórico en Colombia. Hoy cortó tres orejas y un rabo en la plaza "La Macarena" de Medellín, y salió en medio de una apoteosis general.
La primera de feria en Medellín, que se realizó con una fuerte polémica en la ciudad, resultó ser épica e histórica. Porque Pablo Hermoso de Mendoza cortó un rabo. Otro rabo. El cuarto rabo que consigue en Colombia. Esta vez en la plaza que más se había tardado en descubrirlo.
Y las estadísticas hablarán de los máximos trofeos. Sí los máximos trofeos. Y no faltará quien se rasgue las vestiduras. Para ellos, para los puristas, no era para tanto. Pero más allá de haber sido un rabo a una faena, era un premio justo para quien es capaz de robar casi diez mil caras de emoción.
Porque Pablo Hermoso de Mendoza, en su debut en Medellín, no sólo piso terrenos imposibles, engañó a sus toros, clavó a la perfección e hizo desplantes arriesgados. También consiguió sorprender a una afición que esperaba comprender cuál era la revolución del navarro, y que cuando la descubrió, terminó entregada por el asombró.
Ese asombró tuvo su máximo nivel a lomos de "Chenel". En el quinto de la tarde. Pablo Hermoso hizo fácil suertes imposibles. Templó al hilo de las tablas, cambió el recorrido en un palmo de terreno, y sus caballos se dejaron acariciar sus pechos hasta el límite.
Por eso no se habló de qué bien clavaron las banderillas, por eso no importó que el toro tardara en doblar. Todo lo que hizo, se llama torear a caballo. Y eso mereció los máximos trofeos.
Andrés Chica, el rejoneador colombiano, también emocionó los tendidos, pero a otro nivel. Hizo suertes arriesgadas, y se mostró con espectacularidad para interpretar la suerte del violín, incluso con la dificultad de hacerlo con banderillas cortas. Cortó una oreja en su primero y de acertar con el rejón de muerte en el último, hubiera podido salir acompañando a Hermoso de Mendoza.
El portugués Antonio Ribeiro Telles dejó apuntes de la clase y sobriedad de su toreo, pero la última imagen que dejó fue la de un toreo atropellado. Eso sí ante el lote más parado y complicado del encierro de Dosgutiérrez.