Eulalio López "Zotoluco", Sebastián Castella y Diego Silveti, salieron a hombros con el ganadero Roberto Gómez, al finalizar la segunda corrida de la Feria de León, en la que se repartieron un total de siete orejas, que pudieron ser más si Diego no hubiese estado errático con la espada.

Y es que el buen juego que dio el encierro queretano de Teófilo Gómez fue la clave para que los tres toreros del cartel gozaran en distintos pasajes de una tarde redonda, en la que el público, que hizo un entradón, se emocionó con tres estilos diferentes.

Zotoluco cuajó una faena repleta de maestría al primero de la tarde, al que entendió perfectamente la lidia que había que darle. A base de estructurar bien las serias, fue elaborando un trasteo de altos vuelos que el público aquilató y como mató de una estocada contundente, le entregaron dos merecidos apéndices.

En el cuarto se vio obligado a abreviar ya que las condiciones del toro no fueron las más óptimas. Sin embargo, ya había dejado patente que sigue en pie de lucha y defendiendo su sitio de figura del toreo ante la nueva generación de toreros que viene empujando fuerte.

Sebastián Castella se reencontró con la afición leonesa, en un coso donde se le quiere bien y ha conseguido triunfos muy relevantes a lo largo de los últimos años. Así que esta tarde no fue la excepción, y tras haberse ido de vacío el día anterior, ahora volvió a sonreír ampliamente al haber cortado un total de tres orejas y haberse convertido en el máximo triunfador de la tarde.

La faena de más relieve de las dos que realizó el torero de Beziers fue la que hizo al quinto, un toro de buena condición al que toreó suavemente por ambos pitones, en medio del entusiasmo colectivo. El asentamiento de sus zapatillas y el trazo de sus muletazos sirvieron para calentar el ambiente al máximo, en una nueva demostración de sentimiento un día antes de volver a pisar la Plaza México.

Diego Silveti tuvo una gratísima presentación en León, tierra donde su aburlo, su padre y también su tío Alejandro, gozaron de gran cartel. Y de no haber estado errático con el acero, hubiese salido del coso con un resultado todavía más abultado, ya que al tercer toro de la tarde, uno de los mejores del encierro, le hizo un faenón que caló muy hondo en los tendidos.

Desde las gaoneras del quite hasta los adornos finales, todo cuanto hizo el hijo del Rey David cautivó al público. Lo malo fue que, teniendo los máximos trofeos en la espuerta, echó a perder la obra con la espada.

Algo parecido sucedió en el sexto, otro toro al que le formó un lío mediante una faena desbordante de afición y calidad que no remató con la espada. Y como no podía marcharse de la plaza por su propio pie, toda vez que sus compañeros de cartel ya tenían asegurada la salida a hombros, decidió regalar un sobrero, corrido en séptimo lugar, al que le tumbó dos orejas después de una labor muy torera.

Al final del festejo, los tres espadas y el ganadero José Roberto Gómez salieron a hombros en medio del entusiasmo de la gente, en una tarde de buen toreo y muchas emociones, que seguramente será recordada por mucho tiempo.