Nicolás Gutiérrez fue el triunfador de la primera novillada de la temporada en la plaza de Acapulco, donde cortó una merecida oreja a un novillo de Félix Zermeño que conmocionó a Jorge Salvatierra al comienzo de la lidia, en el segundo lance.

Así que el festejo comenzó con este desaguisado, que obligó a Nicolás a vérselas con este complicado ejemplar que marcó el rumbo de la tarde, que se puso muy cuesta arriba para los cuatro debutantes debido al complicado juego que ofreció el encierro.

A base de aguantarle parones, Gutiérrez consiguió meterlo en verdad con mucha solvencia, y fue así como encauzó una faena de menos a más que fue reconocida por el público que estaba en los tendidos. Mató de una estocada entea, de efectos rápidos, y le concedieron un apéndice.

En segundo lugar salió a torear Rafael Reynoso con otro novillo infumable, al que tardó en comprender con el capote, viéndose embarullado. Poco después se fue centrando en una faena voluntariosa que no pudo rematar debidamente con la espada, pues pinchó hasta en tres ocasiones. No obstante, la gente reconoció su esfuerzo y escuchó palmas.

Motivado con la oreja que ya tenía en la espuerta, Nicolás salió a enfrentar al tercer novillo, que fue el menos malo del encierro, y al que hizo cosas muy interesantes, en una demostración de que estamos ante un torero con gran proyección. La faena tuvo pasajes de temple y largueza, y el público le coreó fuerte los sabrosos muletazos por ambos pitones. Cuando parecía que iba abrir la puerta grande, señaló dos pinchazos antes de dar muerte al novillo. El triunfo se esfumó de sus manos, pero no una aclamada vuelta al ruedo.

Cerró plaza Javier Castro, el más nuevecito de los chavales de la Academia Taurina Municipal de Aguascalientes, que se mostró muy dispuesto durante toda su labor a pesar de haber sufrido dos fuertes volteretas. La gente se le entregó porque se levantó sin mirarse la ropa y volvió a la cara de otro novillo complicado al que hubiera cortado un apéndice de no haber fallado a espadas.