En lo que fue la segunda corrida del Festival de calaveras, la tarde de este sábado se llevó a cabo un mano a mano entre el torero francés Sebastián Castella y el joven hidrocálido Arturo Saldivar, ante un deslucido encierro de Teófilo Gómez. Al final de la noche, el mexicano se fue por delante al cortar un meritorio rabo, mientras el galo ha tenido sin lugar a dudas su tarde más gris en la Monumental.
Lo que se ha vivido en Aguascalientes el día de hoy puede dividirse perfectamente en dos vertientes: por un lado la lidia de los cinco primeros toros, en la que si bien se vivieron algunos detalles por parte de ambos diestros, la falta de raza, la debilidad y la poca trasmisión del encierro fueron el factor negativo que, por momentos, desesperó a los aficionados. Por otro lado, lo sucedido en el sexto de la tarde, donde hemos apreciado a un Arturo Saldivar lleno de entrega, valentía, decisión y arte, con los cuales ha dejado su sello personal en la arena de la plaza Monumental hasta alcanzar un gran triunfo.
Con "Canuto" y "Chirrín", sus dos primeros enemigos, Saldivar intentó demostrar a sus paisanos el bagaje que su temporada europea le dejó. No obstante, la debilidad y las complicaciones del ganado, proyectó algunos buenos pasajes, especialmente con el capote en algunas verónicas y un ajustado quite por chicuelinas, mientras que con la franela ejecutó valientes pases por la espalda y algunas tandas por el lado derecho.
El sexto de la tarde fue anunciado como "Manos Morenas", sin duda el astado con mayor fuerza y movilidad de la corrida, aunque también con una embestida intermitente. Después de una aseada labor con el capote, el espigado diestro se plantó en la arena para dibujar los primeros muletazos que sirvieron como preámbulo de una faena que se caracterizó por la variedad, la inventiva, el aguante y el arte.
La afición pudo palpar a un torero con decisión de llegar a las primeras filas de la torería mundial, a pesar de su reciente percance y prácticamente aun en la convalecencia, se dejó llegar los pitones a los alamares al grado de que en dos ocasiones fue prendido por el astado y sin mirarse la ropa volvió a la cara para dictar una verdadera cátedra de pundonor, aunque consiente del compromiso que significa inaugurar la temporada de la Plaza México, no quiso dejar pasar la oportunidad para obtener un triunfo importante en su tierra. Como colofón de su faena sepultó el acero hasta la empuñadura, por ello y solicitado por el público, la autoridad otorgó los máximos trofeos.
Sebastián Castella es un torero consagrado ante la afición mexicana, particularmente ante el público de Aguascalientes, donde ha tenido importantes triunfos. Sin embargo, el día de hoy las cosas fueron diferentes. Tal vez la enfermedad que lo aquejó en días pasados y que lo obligó a desistir de la corrida en Mérida determinaron una actitud que el francés no acostumbra.
Con "Encino", "Paisano", "Orujo" y "Trianero", éste último lidiado como regalo, perteneciente a la dehesa de Fernando de la Mora, Castella buscó estar a la altura de sus anteriores actuaciones, pero las pocas condiciones de sus enemigos no le permitieron el lucimiento. Cabe destacar sólo algunos detalles que agradaron a los tendidos.