Alejandro Talavante fue el único espada que tocó pelo en la Monumental Mérida, en la que hubo una magnífica entrada, y donde Ana Batista cusó una magnífica impresión y dio una vuelta, mientras que Arturo Saldívar y Diego Silveti se fueron de vacío.
En medio de un ambiente desbordante, la quinta corrida de la temporada en la plaza de toros Mérida se saldó con el corte de una oreja que paró en la espuerta del diestro español Alejandro Talavante, festejo lleno de matices y detalles de interés por parte de los alternantes, aderezados por los toros bien presentados de la ganadería de Begoña.
Ante casi un lleno en los tendidos, los diestros mantuvieron el interés de los aficionados hasta el toro que cerró plaza, incluido el fuerte susto a Diego Silveti, que se salvó de una cornada, por lo que el balance de apéndices pudo ser mayor, de no haber sido por el molesto viento y las fallas con la espada.
Pero decíamos que el triunfador del festejo fue el diestro de Badajoz, Alejandro Talavante, tras la faena a su primero. Una labor con momentos sobresalientes, sin que la faena llegara a romperse en definitiva. El torero español tuvo en sus manos al mejor toro de la tarde que inclusive recibió los honores del arrastre lento, por lo que desde que se abrió de capa olía a faena grande.
El astado, que hacía el “avión” con ambos pitones, era materia propicia para una labor de altos vuelos más el viento que molestó al coleta y la falta de ritmo en la faena dejaron a los aficionados con palmo de narices. En su descargó habrá que destacar el aguante en los primeros pasajes, cuando había que tragarle al enrazado. Lo mejor, un par de tandas por derecha con temple y la estocada, que aseguró el justo premio entregado.
Con su segundo, imposible pensar en faena. Un toro inválido, sin clase y con el que el coleta lo intentó más al final pocos fueron los dividendos.
Arturo Saldívar consiguió sus mejores momentos con su primero. Echado para adelante, se recreó toreando por chicuelinas con el capote para dar paso a una faena marcada por su buena planta y firmeza.
El jalisciense inició su faena de hinojos a boca de riego, dejándose ver ante los aficionados que de inmediato se enchufaron con su labor. Una faena con unidad y buen trazo ante un toro de Begoña, que tuvo nobleza y buen estilo, si acaso un poco falto de fuerza, por lo que el diestro dio una demostración de aguante y buen pulso para endilgarle buenos muletazos por ambos lados. Una lástima sus fallas con la espada.
Con su segundo, lo mejor fue su tesón. El toro fue áspero y se desplazaba vendiendo cara cada embestida por el lado derecho, por lo que sin duda que se antojaba otro planteamiento de faena, con mayor fondo técnico para domeñar a la bestia, antes de pensar en el toreo convencional. No obstante, el joven coleta alcanzó algunos buenos momentos toreando con la mano izquierda,insistimos haciendo gala de aguante, más de nuevo se puso pesado con la espada.
Por lo que toca a Diego Silveti, cayó de pie ante la afición meridana que lo arropó desde su llegada a la plaza. El coleta guanajuatense respondió con entrega y aplomo, para dos faenas entregadas que le fueron retribuidas con el reconocimiento popular.
Con su primero, un toro de escaso recorrido y al que tuvo que ayudar desde el principio, Silveti lució enterado, por lo que de inmediato se puso por encima de su antagonista que se rajó, por lo que su labor fue un eterno batallar en busca de una buena embestida y por si fuera poco, el viento que le descubrió en un par de pasajes, evidenciando su aguante.
Con el séptimo bis, sustituto de otro de la misma ganadería que se despitorró desde antes de salir por la puerta de toriles, realizó una faena riñonuda, entregada con un toro con toda la barba, de afilados pitones y espectacular pinta castaña, al que consintió a media altura contrarrestando la sosería del cornúpeta que a punto estuvo de causarle un desaguisado.
Silveti tropezó cuando caminaba hacia atrás, por lo que angustiantes fueron los momentos en que el toro arremetía contra el coleta, por lo que una fortuna fue que todo quedara en la taleguilla rota y el fuerte susto. Ahí quedaron los ayudados por alto, viendo al tendido en las postrimerías del festejo, momentos que recordaron la figura de su padre: el Rey David, cuyo recuerdo estuvo presente toda la tarde.
En lo concerniente a la caballista Ana Batista, habrá que destacar la buena monta de sus jacas. Con un toro con movilidad realizó una buena faena, conectando con los aficionados, pese a que anduvo sin puntería al momento de clavar rejoncillos. De destacar dos banderillas cortas en las que expuso un mundo, por lo que los aficionados terminaron por arroparla de buena manera, pese a sus fallas con la espada.