Daniel Luque firmó una gran actuación la tarde de hoy en Gijón, donde solamente cortó dos orejas, que debieron ser cuatro, si hubiera estado fino con la espada. Pero al margen de esta consideración numérica, lo más importante es que el torero de Gerena permanece en estado de gracia y cada día lo ve más claro.

Cabe señalar que tuvo en sus manos el único lote potable de un decepcionante encierro de Daniel Ruiz, que puso la tarde cuesta arriba a la terna. Y lo bueno es que aprovechó esos dos medios toros a cabalidad y les extrajo su fondo de nobleza, en dos faenas plagadas de pausa, ritmo, colocación e importancia.

La gente se le entregó sin reserva porque pudo advertir en su toreo una raza muy decidida, y tambión porque le dio importancia a todo cuanto hizo y supo venderlo con elegancia. A los dos toros que le correspondieron los entendió y fue así como desgranó momentos muy toreros, como fueron loa adornos, los pases de pecho, largos y profundos, o varias series de muletazos de magnífico acabado.

Morante de la Puebla trató de emplearse más a fondo en el quinto, sobre todo después de que un espectador lanzó un inoportuno grito: "¡Morante, pon un poquito más de alegría"! Y en un gesto inusual en el torero de la Puebla del Río, éste se encaró y sin pensarlo dos veces se arrancó con la siguiente lindeza: "¡Vete a la mierda!" El público celebró aquella rápida respuesta quizá tanto como, en su día, todo el mundo aprobó aquel: "¡Porque no te callas!" que profirió el rey don Juan Carlos a Hugo Chávez en una reunión de jefes de Estado.

Y a partir de entonces ejecutió una seria muy reunida, toreando con el corazón por delante, tanto que el toro estuvo a punto de provocarle un serio disgusto cuando lo enganchó peligrosamente por debajo de la chaquetilla y lo zarandeó feamente. A partir de ahí, el toro de Daniel Ruiz se orientó y no hubo forma de volver a meterlo en vereda. Así concluyó una actuación discreta, que con el segundo de la tarde sólo había podido bosquejar esos detallazos que siempre saborea el buen aficionado.

Uceda Leal pechó con un lote complicado, compuesto por un primer toro muy flojo y otro que desarrolló sentido. El madrielño pasó de puntillas en una tarde donde muchos venían con ganas de ver su empaque natural. Hoy no pudo ser.